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Crónicas

Un Silvio con un zócalo en lluvia, en un México que está haciendo historia

El zócalo se puso en modo mitin AMLO y, sin embargo, AMLO -extrañamente- no estaba. Pero comencemos por el principio.

Silvio

Silvio Rodríguez es un referente en la canción latinoamericana. Para muchos, es el mejor. Para mí, también. Hay grandes, como Víctor Jara, o Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Carlos Puebla, Victor Heredia o Daniel Vigliettti, o incluso León Gieco, pero Silvio es especial. Único. Toda su música es potente. Tiene fuerza. Poesía. Compromiso. Están los demás, y está Silvio. Para muchos es así, incluyéndome.

Además, Silvio siempre ha estado con la Revolución Cubana. A pesar de las críticas y de los ataques, a pesar de los millones de dólares y reconocimientos que le han ofrecido para traicionarla, Silvio ha permanecido con la Revolución, en Cuba, cantándole a la rebeldía de “vivir sin tener precio”.

Para muchos, como yo, Silvio fue parte de esa transformación que vivimos cuando dejamos de ser niños y nos convertimos en adolescentes. Nos mostró los ojos con los que debíamos mirar el mundo. “Cuba sí, Yanquis no”. “Te doy una canción como un disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla, como doy el amor”. “Viva el harapo señor y la mesa sin mantel, viva el que huela a callejuela a palabrota y taller”.

Muchos de mi generación que estamos aquí, en la izquierda, buscando un mundo de justicia y dignidad, le debemos mucho a Silvio.

Por eso que esté aquí, en México, en el zócalo, no sólo es un concierto, sino un suceso.

Los Silvios que recuerdo

La primera vez que vi en vivo a Silvio fue en 2002. Acudió a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. Recuerdo que el concierto (gratuito) era a las ocho o nueve de la noche, y yo llegué como a las 12 del día. Horas y horas esperándolo, para estar lo más cerca posible. La Revolución Cubana iba a cantarnos rebeldía: no podía fallar.

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Unos años después, en 2005, lo vi en el Auditorio Nacional. Dio, si mal no recuerdo, tres conciertos, y todos llenos.

Unos días después, se anunció que estaría en el zócalo. Que cantara en la plaza más importante del país era simbólicamente hermoso. Esos conciertos comenzaron a hacerse comunes en la administración de Andrés Manuel López Obrador al frente del Gobierno de la Ciudad de México. Era una forma de llevar al pueblo cultura, canción y diversión. Venían cantantes o grupos famosos, hacían sus conciertos en salas y auditorios, y después se presentaban gratuitamente en el zócalo.

Recuerdo que estuvo llena la plancha del zócalo. Y recuerdo que estaba emocionado de ver, de nuevo, a Silvio.

En 2006 recuerdo la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo de México. Llovió fuerte y hacía mucho frío, pero los miles que estábamos ahí no nos movimos. Nos juntamos para hacer calor, y no paramos de gritar “presidente, presidente, presidente”.

Después de la toma de posesión de AMLO, y de hablar él de lo que seguía en la lucha, llegó Silvio. Venía prácticamente bajando del avión. La crónica de Jaime Avilés (uno de los mejores cronistas que ha habido en este país) de ese día decía:

“Después de oír su discurso, la plaza cantó de nuevo el Himno Nacional y cuando él [AMLO] se retiraba entre las aclamaciones de la gente, que no lo dejaba irse, subió al escenario el cantautor cubano Silvio Rodríguez, recién bajado del avión que lo trasladó a México desde La Habana, donde su médico de cabecera le había prohibido viajar porque padece de una conjuntivitis sumamente agresiva. No obstante, vestido como el hombre de las nieves, con tres suéteres, doble chamarra, escafandra de lana y gorro, el músico poeta empuñó la guitarra tiritando, cantó dos piezas, recitó la letra de la tercera”.

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Recuerdo que fue un momento apoteósico. Y recuerdo que ese día cantó la canción de “Ese hombre”, que se la escribió para Fidel, y que se la dedicó a AMLO en ese momento tan importante para México.

Dice la canción:

Ese hombre que por hechos o por dichos
Es respetado tanto,
Ese hombre que por dichos o por hechos
Es festejado tanto,
Debiera olvidar que casi iba solo
Cuando desnudó aquella emoción
Que ahora es de todos,
Debiera olvidar que casi iba solo
Cuando conquistó el cetro que hoy
Le ciñen a coro.

Ese hombre que por hechos o por dichos
Es escuchado tanto,
Ese hombre que por dichos o por hechos
Es contemplado tanto,
Recuerde por qué, por qué es que le quieren,
Recuerde que ha partido de sí
En pos de otros seres,
Recuerde por qué, por qué es que le quieren,
Recuerde que da con una razón
Algo para deberes.

Ese hombre que por hechos o por dichos
Es amado tanto,
Ese hombre que por dichos o por hechos
Es alabado tanto,
Se cuide de sí, se cuide de él solo
Por qué hay un placer perverso en creer
Merecerlo todo,
Se cuide de sí, se cuide de él solo
Porqué el mismo don que lo levantó
Puede ahogarlo en lodo.

En 2014 también vino a México, y también cantó en el zócalo.

Si está Silvio, no podemos estar equivocados

Antes de tomar posesión, AMLO pasó unos días en Chiapas con Silvio Rodríguez. El mensaje quizá era: para cambiar el país es importante la política y la administración, pero también la poesía.

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Después de ese 1 de diciembre de 2018, México ha tenido una vida radicalmente distinta. Vivimos tiempos que jamás pensamos vivir. Logramos cosas que jamás imaginamos lograr. Han pasado tantas cosas, y tan bellas, que contarlas todas, a veces ha sido imposible.

Silvio regresó a México este junio. Y regresó cuando nuestro país ha estrechado lazos con Cuba, y cuando el presidente de México ha dejado de ser un lacayo del gobierno de Estados Unidos, para representar un liderazgo de dignidad en América Latina que defiende ante el imperio los intereses de nuestros pueblos.

Silvio agendó dos conciertos en el Auditorio Nacional. Y también, como en los tiempos de AMLO en el gobierno de la Ciudad de México, se anunció que tocaría en el zócalo.

Y yo no podía faltar.

Nunca imaginé que uno de los poetas que me enseñó a mirar el mundo, sus detalles, sus placeres y sus contradicciones, se haya convertido en uno de los seguidores más humildes del político que me regaló, con su práctica, la esperanza de un México justo, lleno de igualdad y equidad.

Vine el zócalo, pues, a agradecer que en esto que estamos viviendo en México hay ideología, congruencia y poesía.

Y es claro: si Silvio acompaña a AMLO, no podemos estar equivocados en el rumbo que elegimos para México.

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El concierto, la lluvia y los llantos

Sabíamos que iba a llover, pero no sabíamos cuándo ni con qué intensidad. El concierto comenzó a las 8:05, y como estaba anunciado, inició Vivir Quintana, que se despidió después de cinco canciones con “Canción sin Miedo”, un emblema ya de la lucha de las mujeres.

Y nomás al terminar ella, se vino la lluvia.

Por supuesto que, como todos sabíamos que iba a llover, todos estábamos ya preparados con nuestras capas de 10 pesos, que venían en presentaciones azul panista y gris. Yo elegí la gris, porque el azul panista es inadmisible cuando uno está en el zócalo escuchando a Silvio.

Fue entonces que llegó Silvio. Habló de Tláloc, y comenzó a cantar. Estaba lloviendo cuando lo hizo.

Cuando inició el concierto, se me vio a la mente el día que AMLO, en noviembre de 2006, tomó posesión como presidente legítimo de México. Nadie se movió de sus lugares con el aguacero. Nadie.

Somos los mexicanos un pueblo humilde que estamos acostumbrados a pasar penas, desdichas, tragedias y zozobras. Resistimos. Por eso, una lluvia, un aguacero o una tormenta no nos detiene cuando estamos convencidos de algo. Ayer lo estábamos de ver a Silvio. Por eso nadie se movió. Y fue hermoso.

Silvio tiene más de 100 canciones que podríamos denominar himnos de algo. Por supuesto, que ni en uno o dos o tres conciertos puede cantar todo. Y es que lo que tiene, es enorme. Decenas de canciones que son emblemáticas de algo, de alguien, de la historia nuestra o de la historia de nuestro pueblo o de los pueblos de América Latina.

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Las canciones de Silvio son a veces como inagotables.

Yo vi -estos ojos que tengo son testigos- a gente, con sus capas de diez pesos, llorando cuando escuchaban una canción de Silvio. Algunos seguramente lloraban porque era la canción de alguien que ya no está. Otros, seguro lloraron porque las canciones hacen llorar. Y unos más, porque recordaron algo que fue hermoso y lo hermoso también provoca lágrimas.

Ayer la lluvia se mezcló con el llanto de muchos. Y a pesar de ser llanto, fue todo feliz.

Uno, en el zócalo con la lluvia encima, las canciones de Silvio en los oídos y rodeado de la historia en forma de edificios, se siente en el centro del universo. Yo pienso que los que nos precedieron aquí, en estas tierras, nuestros antepasados, están orgullosos de nosotros. Estamos haciendo una revolución desde la poesía y la necedad de vivir con justicia y dignidad.

Uno podría contar la historia de uno mismo con canciones de Silvio. También podríamos delinear nuestra ideología con unas cuantas canciones de Silvio. Así de importantes son.

Ayer cantó “Casiopea”, “Escaramujo”, “Óleo de mujer con sombrero”, “La maza”, “En el claro de la Luna”, “Eva”, “Quién fuera”, “Unicornio”, “Yo te quiero libre”, “Ojalá”, etcétera. Lo hizo con una banda que toca música muy bien arreglada, y donde predomina, además de la guitarra, la flauta. A muchos quizás eso les parezca excesivo, la flauta en todas las canciones, porque muchas de esas canciones, cuando se dieron a conocer, fueron sólo guitarra. Habrá, sin embargo, a quienes le encante la flauta, y los arreglos nuevos de las viejas canciones.

Lo cierto es que Silvio, con flauta o sin flauta, con guitarra sola o con banda amplia, sigue siendo Silvio.

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La necedad de vivir sin tener precio

Ayer, el concierto de Silvio, también fue una manifestación de apoyo Andrés Manuel López Obrador. Son de esos extraños momentos en que la poesía, la canción y la imaginación se mezclan con la política, la realidad y las convicciones sociales.

Yo escuché –y estos oídos que tengo son testigos de ello– a gente gritar “Es un honor estar con Obrador” cuando acababan algunas canciones de Silvio.

También escuché el emblemático “presidente, presidente, presidente”.

Pero el momento álgido de ello fue cuando Silvio cantó la canción de “El Necio”.

El Necio no es cualquier canción: es un himno que resume la dignidad que el pueblo cubano tiene, y la terquedad de un líder por hacer que la gente viva con bienestar.

Como lo hizo en el Auditorio Nacional, lo hizo también en el zócalo: se la dedicó a Andrés Manuel López Obrador.

“Hoy se la vuelvo a dedicar a Andrés Manuel, y a todos los mexicanos que creen que es posible un futuro mejor”.

La gente estalló de alegría. No podía estar más orgullosa de su presidente. Porque estar orgullosa de su presidente es estar orgullosa de ella misma.

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No es poca cosa que Silvio le dedique esta canción a AMLO. La letra es hermosa en dignidad, valentía y lealtad al ideal de un mundo justo.

Para no hacer de mi ícono pedazos
Para salvarme entre únicos e impares
Para cederme lugar en su parnaso
Para darme un rinconcito en sus altares
Me vienen a convidar a arrepentirme
Me vienen a convidar a que no pierda
Me vienen a convidar a indefinirme
Me vienen a convidar a tanta mierda

Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo que fui
Allá Dios que será divino
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví

Yo quiero seguir jugando a lo perdido
Yo quiero ser a la zurda más que diestro
Yo quiero hacer un congreso del unido
Yo quiero rezar a fondo un “hijo nuestro”

Dirán que paso de moda la locura
Dirán que la gente es mala y no merece
Mas, yo partiré soñando travesuras
Acaso multiplicar panes y peces

Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo que fui
Allá Dios, que será divino
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví, como viví
Yo me muero como viví, como viví
Yo me muero como viví

Dicen que me arrastraran por sobre rocas
Cuando la revolución se venga abajo
Que machacarán mis manos y mi boca
Que me arrancarán los ojos y el badajo

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Será que la necedad parió conmigo
La necedad de lo que hoy resulta necio
La necedad de asumir al enemigo
La necedad de vivir sin tener precio

Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo que fui
Allá Dios que será divino
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví
Yo me muero como viví

Ayer no convocó AMLO al zócalo, no hubo una concentración para apoyarlo, no hubo mitin, es más, AMLO no estuvo ahí (estaba de gira en Oaxaca), pero, a pesar de eso, el zócalo se puso en modo AMLO, es decir, en modo dignidad, en modo estamos cambiando este país.

Y sí, fue hermoso.

Jorge Gómez Naredo
Escrito por

Profesor en universidad pública. Fundador, junto con Jaime Avilés y César Huerta, de la Revista Polemón.

16 Comentarios

16 Comentarios

  1. Avatar

    Víctor Montero Tavera

    11 junio, 2022 at 6:44 pm

    Jorge Gómes Naredo:
    Hermoso relato de algo que (estando en Guanajuato) me arrepiento mil veces de no poder vivirlo.
    Relato emotivo hasta las lágrimas.
    Gracias.

  2. Avatar

    Norma Mejía Madrid

    11 junio, 2022 at 7:16 pm

    Excelente reseña, me emocionó muchísimo!

  3. Avatar

    Esperanza Valdivieso

    11 junio, 2022 at 9:00 pm

    Mucho gusto Jorge Gómez Naredo, muchas gracias por la forma como escribes,

  4. Avatar

    alis

    11 junio, 2022 at 10:09 pm

    Excelente relatoría del evento. Nos hizo creer que estábamos ahí presentes cantando con Silvio. AMLO no llegó porque trabaja hasta los sábados, pero Beatriz lo disfrutó. Silvio tocando las íntimas fibras de un sentir popular libertario.

  5. Avatar

    IreMar

    12 junio, 2022 at 8:50 am

    Gracias por tu relato, me emocionó hasta las lágrimas.

  6. Avatar

    Jorge Gomez

    12 junio, 2022 at 9:21 am

    Desquitando el sueldo y la beca !!! Jajajajaa

  7. Avatar

    Luis Manuel González Nava

    12 junio, 2022 at 10:46 am

    Compadre, muchas gracias por la crónica. Muchos no pudimos ir, pero ahí estuvimos también.

  8. Avatar

    Jose Moreno Albarran

    12 junio, 2022 at 11:16 am

    Excelente relatoria de la presentación de un gigante gracias por hacerme sentir un pedazo de la gran emoción de este evento

  9. Avatar

    Fernando Curiel peña

    12 junio, 2022 at 1:41 pm

    Algo qué debería conocer la población en general
    Amén de la narrativa apegada a la verdad es algo que mientras el priandperredismo no desaparezca la historia no registrará estos hechos
    Es una verdad que intereses apátridas serviles corruptos entreguistas siguen tratando de manejar
    Siguen tratando de mantener a la población en la ignorancia política académica social y cultural lamentablemente
    Felicidades a ti en lo particular y felicidades a todos uds.como grupo

  10. Avatar

    Yolanda Medina Torres

    12 junio, 2022 at 2:01 pm

    Tu relato es poesía que transporta, identifica y

  11. Avatar

    Susana Arelio

    12 junio, 2022 at 2:18 pm

    No tuve la oportunidad de estar ahí. Sin embargo con lo que acabo de leer me sentí como si lo hubiese estado y la crónica fue tan buena y el orgullo por mi presidente tan grande y todo lo vivido para que lo dejaran se presidente esas noches que ya festejaba el triunfo y que salían con que había perdido que se me han salido las lágrimas por revivir la lucha. Agradezco mucho este hermoso relato del concierto.

  12. Avatar

    Silvana

    12 junio, 2022 at 6:44 pm

    Muchas gracias por esta crónica tan emotiva, escrita a pleno corazón, sin mediar cálculo.

  13. Avatar

    Jesús Martínez

    13 junio, 2022 at 10:19 am

    Excelente relato, llega al corazón, al alma y sí : es un honor estar con Obrador!!!!

  14. Avatar

    Pedro soria

    13 junio, 2022 at 12:56 pm

    Gracias, gracias, gracias.

  15. Avatar

    Lorvez

    14 junio, 2022 at 5:47 am

    Excelso estamos del lado correcto de la historia y es un honor estar en los tiempos de amlo

  16. Avatar

    Marcos

    14 junio, 2022 at 2:12 pm

    Exacto. Me ha sucedido lo mismo. Silvio es el enlace y la cereza del pastel que adorna la alegría y felicidad que siento de ver hecho realidad esta revolución que significa el gobierno de la 4T encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Saludos y en hora buena.

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