Para la elección de diputados constituyentes en el DF, a cada partido le asignaron 10 millones 149 mil 877 pesos, que Morena rechazó de antemano. Tres meses antes del domingo pasado, un dirigente capitalino del partido fundado por AMLO me dijo: “Vamos a ganar entre 18 y 24 sillas”. Sabía de qué hablaba: Morena ganó 22, aunque sus candidatos, con excepción de Irma Eréndira Sandoval, no hicieron campaña.
Los demás partidos tampoco hicieron campaña. Quadri, el zángano del Panal de Elba Esther, organizó un actito con cuatro mujeres de pechos desnudos y justificará con facturas compradas en Santo Domingo el resto de los 10 millones. El PAN y el PRI brillaron por su ausencia, igual que el PT, el PVEM, Encuentro Sexual y Movimiento Ciudadano, pero todos también se clavaron la lana. El PRD, en cambio, la usó para comprar votos, en algunos casos, a 4 mil pesos por piocha.
Morena confirmó que es la primerísima fuerza electoral en el DF, donde se impuso en 10 de 16 delegaciones, con la ayuda de la repugnancia que el pueblo chilango le tiene a Mancera. En complicidad con Peña y Mancera, el PRD sumó 29 constituyentes, gracias al decreto golpista que impondrá 40 levantadedos por dedazo de Peña, el regentito y los partidos en las dos cámaras.
Tal como se esperaba, Morena arrasó en Veracruz y, tal como se temía, el PRIPAN adulteró el resultado comprando votos, con ayuda de los perredistas gatostelos que fungieron como repartidores de dineros, despensas, tinacos, cemento y—lo dijo AMLO— “chivos, gallinas, conejos, patos, puercos, marranos, cochinos, ¡cerdos!”.
Morena no reconocerá la supuesta “victoria” del pederasta empanizado Miguel Ángel Yunes Linares (MAYI), pero el gran ganador de la contienda es el ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, la revelación del año en cuanto a carisma, arrastre, capacidad de trabajo y ventajas comparativas. No va a “gobernar” Veracruz durante los próximos dos años, pero tendrá tiempo suficiente para ver cómo se consuma la farsa en que MAYI fintará que “persigue” a Javier Duarte sin tocarle un pelo.
Como gobernador constitucional electo en 2018, Cuitláhuac podrá encarcelar a Duarte, a los Yunes, y ojalá no olvide a Arturo Bermúdez Zurita, el policía que mató a 18 periodistas, ni al procurador Luis Ángel Bravo, tapadera de los Zetas y los Porkys. Con Veracruz, Oaxaca y Zacatecas, más los buenos resultados de Puebla y Quintana Roo, Morena obtuvo dos millones y medio de votos —sin comprar uno solo— y es ya la tercera fuerza electoral del país.
Si AMLO, Morena y Cuitláhuac son los grandes triunfadores del 5 de junio, el gran derrotado es Manlio Fabio Beltrones. Pavorreal de cola permanentemente desplegada, el sonorense que cuando se viste “no se arregla sino se decora”, aseguró que el PRI ganaría nueve de las 12 gubernaturas en disputa. Su fracaso es tan grande como el de Francisco Labastida en 2000: si el sinaloense fue el primer priista en la historia del universo que perdió una elección presidencial, Beltrones dejó ir cuatro estados en donde el PRI gobernaba desde siempre: Tamaulipas, Durango, Quintana Roo y… ¡Veracruz!, la tercera reserva de votos del “partidazo”.
Con los mecanismos tradicionales —compra de votos, acarreados, urnas embarazadas y demás— Beltrones se robó Sinaloa, Tlaxcala, Zacatecas y Oaxaca —en estos últimos dos estados el desenlace está por verse—, pero no pudo meter las manos en Hidalgo, donde también “ganó” el PRI pero a cuenta de Miguel Ángel Osorio Chong, el gran favorito de Peña Nieto para emular a Labastida en 2018. Así que, en lugar de nueve, Beltrones consiguió nada más cuatro gubernaturas y un pase de abordar para irse al demonio.
De la desesperación de los habitantes de Chihuahua —muchos de ellos simpatizantes de AMLO pero desconsolados por el latifundista que fue el único hombre dispuesto a ser candidato de Morena—, Javier Corral, que no el PAN, le arrebató el poder al otro Duarte, valga decir, al otro asesino, al otro ladrón saqueador priísta, alma gemela del franquista veracruzano.
En Puebla no ganó el PAN sino el gobernador Moreno Valle, en Quintana Roo no ganó el PAN sino el cacicazgo del casi centenario Nesín Joaquín, papá de Pedro Joaquín Coldwell y pariente de Carlos Joaquín González, que gracias a la inmunda gestión del priísta Roberto Borge inaugurará la alternancia en el único estado caribeño de México.
Segundo gran perdedor después de Beltrones, el PRD no aportó un solo candidato propio y en sus alianzas con el PAN ganó como una pulga sentada en un burro. En otras palabras, la organización que encabeza Agustín Basave pasó a convertirse en otro PVEM, tan corrupto como aquel, pero sin padrinos poderosos, si no mencionamos, claro está, a los perredistas que figuran en las nóminas del crimen organizado.
Al contrario del PRI, que vislumbra su derrota en 2018, el PAN salió con renovado entusiasmo y tres grandes inconvenientes: Bloody Lady (Margarita Zavala de Calderón Hinojosa), Ricardo Anaya y Moreno Valle, los finalistas, ni juntos, ni por separado, son competitivos frente a AMLO.
La señora de los rebozos que duerme con el genocida y el poblano corrupto de mano dura que, en apariencia, es la antítesis de Peña porque no tiene copete pero tampoco materia gris, no son pieza, como suele decirse. Ricardo Anaya es un fatuo que no aguantaría un debate de cinco minutos con Íñigo Errejón, el niño genio de Podemos.
Ya sin Beltrones, en el PRI quedarán como finalistas Chong —la esfinge para la cual cada uno de los 8 feminicidios y cada una de las 8 desapariciones forzadas de personas que se registran al día en México son 16 “hechos aislados”– y Eruviel Ávila, el campeón de los asesinatos de mujeres a escala nacional.
El problema, por supuesto, no es que el modelo neoliberal esté agotado, sea degradante, genere ingobernabilidad y todas las calamidades que padecemos. El problema tampoco es que el binomio crómático de la derecha —el PRI-Verde y el PAN-Amarillo— no tenga cuadros capaces para prolongar la dictadura de Salinas otros seis años. El problema es que el sistema electoral es como una cancha para jugar tenis cubierta de piedras, matojos y charcos.
Mención aparte merece el esfuerzo titánico de AMLO, que en la construcción de las candidaturas que representaron a Morena el domingo, desde enero viajó de lunes a lunes por todo el país, demostrando lo que dijo en la entrevista que en septiembre pasado concedió a Polemón: “me estoy preparando para trabajar 16 horas diarias, para que mi gobierno parezca que durará doce años, pero sin reelección como sucede en países del sur debido al atraso”.
Sergio Muñoz
11 junio, 2016 at 4:41 pm
La Gárgara de Cagalderon. Su pasado la persigue, su presente la condena.
Pero ¿Que hace aqui la compra premios Poniatowska? De literatura, sus tabiques, cero.
Seriedad Sr. Aviles.
Juan sin miedo
25 junio, 2016 at 10:47 am
Indudablemente que AMLO no debe ser Presidente de Máxico, y menos ahora que comete #AltaTraición al apoyar cínicamente TODAS las actividades TERRORISTAS sin retricciones (dijo él mismo) de los vagos de la CNTE-22 que han destruído a Oaxaca solo por recuperar sus indebidas canonjías. #AmloEsCáncerParaMéxico…