La Auditoría Superior de la Federación corrigió sus cifras por cerca de 218 mil millones de pesos, ya que, según su último reporte, la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) tuvo un costo de 113 mil millones de pesos.
En febrero pasado, la ASF había calculado un costo por 331 mil millones, lo cuál fue motivo de controversia, en la que incluso el Presidente Andrés Manuel López Obrador consideró que se trataba de una cifra “exagerada”.
Poco después, AMLO culpó a la Auditoría de haber cedido a intereses políticos, por lo que ordenó una investigación al respecto, principalmente contra David Colmenares.
Dos meses después, este fin de semana la ASF dio a conocer el nuevo reporte:
“El costo del esquema de financiamiento y construcción y terminación anticipada de contratos del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México explicó que el costo de la obra realizada, sumada a lo erogado por la terminación anticipada de los contratos, fue por 193 mil 609 millones de pesos, a los cuales, se le restaron 66 mil millones de pesos por la liquidación y recomerá de instrumentos financieros”.
Asimismo se restaron 15 mil millones de pesos por entrada de efectivo e identificación de ingresos financieros y se sumaron mil 224 millones para llegar a la cifra final. Esto fue resultado derivado de mesas de trabajado con el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), reconociendo así, inconsistencias en el informe inicial.
En días pasados, el Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Arturo Herrera, descartó nuevamente que la cancelación aeroportuaria pudiera costar más de 331 mil millones de pesos, lo cual iría en contra de la idea del Gobierno de López Obrador sobre que cancelar este aeropuerto era un ahorro para las finanzas públicas.
Mientras se publicaba el nuevo reporte de la ASF, varios analistas hacían sus cálculos para determinar la cifra correcta. Tal es el caso de Carlos Urzúa, quien aseguró que el costo era menor, pero que sí superaba los 240 mil millones de pesos.
Por su parte, Herrera indicó desde un inicio que el reporte de la ASF había sigo elaborado “de mala fe”, detectando “errores elementales de contabilidad”.
