Un señor de Guerrero está en un “Ciber”. Su sombrero y su morral al lado del monitor. Él, de lentes, cabello canoso y camisa blanca, lleva la diadema de unos audífonos en su cabeza.
¿Qué ve este señor tan del pueblo? A su presidente en una conferencia de prensa mañanera.
Y lo ve atento. Lo escucha.
Las mañaneras no sólo son para “marcar” la agenda de los medios y de la discusión política del país. No es, pues, un acto para el conocido como “círculo rojo”.
Eso piensan los del círculo rojo, que es para ellos y nada más. Y es que, como dicho círculo se conforma de periodistas, políticos y algunos empresarios, se sienten muchas veces lo únicos capacitados para dirimir qué es importante, qué no, y cómo se hace política.
Las mañaneras, en su esencia, son más que eso. Y van dirigidas a más gente que a esa que integra de una u otra manera el “círculo rojo”.
Las mañaneras son clases de historia y de política, y es una forma de politización. Es un diálogo. Es el instrumento para que el presidente llegue no al círculo rojo, sino a la gente, al pueblo, a los de abajo.
Por eso esa foto del señor viendo la mañanera desde un ciber de Guerrero es tan potente: porque muestra que las conferencias de prensa de Andrés Manuel López Obrador están funcionando: llegan a donde deben llegar.
Los conservadores no comprenden esto. Piensan que las mañaneras son “para agredirlos”, y que AMLO las hace para salir en Latinus o en Televisa o para mandarle mensajes a Sergio Sarmiento o Claudio X. González. No, las mañaneras son para exponer una visión del país que lleguen a la gente.
Los señores conservadores no comprenden que los pilares de la 4T no están en un spot o en un noticiero con un presentador de noticias pagado (como antes estaban los pilares del viejo régimen), sino en la gente y en la estrecha relación del pueblo con su presidente.
La foto del señor viendo la mañanera desde un ciber indica que las mañaneras son muchísimo más potentes de lo que muchos imaginan. Pero eso, los conservadores, nunca lo han querido entender.
