“Terminas y te vas”: la oposición en la oscuridad

La oposición al gobierno, aquella que encuentra su representación más nítida en las personas que se manifestaron en contra de la revocación de mandato en el monumento a la revolución, está en la oscuridad, sin ruta, sin proyecto y sin coherencia.

El brazo electoral de esta oposición mantiene diferencias y contradicciones en su interior, las cuales son consecuencia de la falta de un proyecto político, lo cual queda evidenciado cuando, por ejemplo, personajes claves para el panismo como el senador Damián Zepeda y los gobernadores de Quintana Roo y de Durango, Carlos Joaquín González y José Rosas Aispuro, deciden salir a votar este 10 de abril contraviniendo la indicación de su dirigencia.

Ellos que al inicio del gobierno habían dicho que en el 2022 sacarían a Andrés Manuel López Obrador de Palacio Nacional para mandarlo a la “chingada”. Ellos que afirman que México vive una dictadura que nos está llevando a la ruina. Ellos que gritan que se han acabado las libertades, la división de poderes y el federalismo. Fueron ellos quienes teniendo una posibilidad de oro para sacar al presidente, una posibilidad que nunca ha tenido ninguna oposición en la historia de este país, quienes increíblemente llamaron a no votar por sacar al presidente. Fueron ellos quienes enarbolaron la consigna “términos y te vas”.

Con esta consigna la oposición plasma la limitada claridad que tiene sobre los alcances de un ejercicio de consulta popular de estas dimensiones. En su postura extremista de negar cualquier avance que haya tenido el gobierno de la 4T en estos primeros tres años, han decidido solo participar en la arena política para demeritar, denostar y atacar, sin proponer e impulsar consensos, lo cual es sintomático de la carencia de una agenda política.

Por eso vale la pena contrastar algunos de sus argumentos, y explicar porque el ejercicio de la revocación del mandato ha sido tan importante para del país, ya que la consulta a pesar de no haber logrado el número de votos necesarios para ser vinculante, ha marcado un antes y un después en la historia de este país.

En primer lugar, la consulta no fue para mantener a un gobernante en la presidencia por tiempo indefinido. Los tiempos para presidir el país están determinados en la constitución, en donde se establece que solo se gobierna por seis años sin posibilidad de reelección.

En segundo lugar, la revocación promueve que en caso de que un presidente no cumpla a sus gobernados, si lleva a cabo medidas antipopulares en detrimento del pueblo, la gente tendrá la posibilidad de sacarlo de la presidencia de manera ordenada, tranquila y sin crisis institucional, pues existirá un mecanismo constitucional para ello. A parte, que mayor crisis puede haber que aquella que puede generar un gobierno que cuenta con poco menos del 12% de aprobación (léase Peña Nieto).

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En tercer lugar. Dado que la revocación de mandato permite evaluar el funcionamiento de gobierno, es natural que el resultado de la votación tenga solo dos resultados: la destitución del presidente por mal gobierno o la ratificación de su mandato por buen gobierno. Por eso es ilógico y falaz que se diga que esta revocación estaba diseñada desde un inicio para fortalecer al presidente, cuando por el contrario, el hecho de que AMLO se fortalezca es una consecuencia de la participación del pueblo y no del mecanismo mismo.

En cuarto lugar, la consulta nos permitió fortalecernos como pueblo organizado en el ejercicio de una democracia participativa que vaya más allá de la elección de representantes. Ahora millones de mexicanas y mexicanos sabemos que podemos ejercer este derecho y que podremos en un futuro remover a malos gobernantes si así lo decidimos, pues ahora las y los presidentes tendrán que pensarse dos veces sus decisiones.

La revocación de mandato fue y es un mecanismo de participación popular y de control a los gobiernos. Flexibiliza el mandato al darnos la posibilidad de despedir a presidentes, plantea una salida institucional para gobiernos autoritarios, y mantiene a los gobiernos en una lógica de rendición de cuentas constante.

Si la oposición conservadora llamó a no votar, a desperdiciar la más grande oportunidad en la historia de sacar a un presidente sin tomar las armas, lo hizo, como dice el maestro Bartra, porque tristemente es una oposición sin propuesta, sin legitimidad, sin base social, sin candidatos, sin capacidad de convocatoria, alarmista y, agregaría yo, sumamente desinformada.

Está en nosotras y nosotros seguirnos informando, escuchando también a la voces disidentes y críticas que con argumentos sólidos cuestionan al gobierno y le exigen cambios o mayor velocidad en los resultados. Pero también está en nosotros alejarnos del amarillismo, la desinformación y el oportunismo de la oposición del “terminas y te vas”, para no acabar desperdiciando oportunidades históricas también.