Ayer marcharon cientos, miles: estudiantes enojados por la violencia suscitada por porros en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se concentraron en Ciudad Universitaria. Mostraron fuerza. Alegría. Indignación.
“Fuera los porros de la UNAM”: fuera las pedradas, las bombas molotov, los heridos. Fuera sentirse inseguro en una institución educativa. Nunca más. Nunca más.
50 años después del movimiento estudiantil de 1968 y a 6 años del #YoSoy132, los estudiantes vuelven a estar movilizados. Juntos. Luchando.
Es muy importante, ante actos como la agresión a estudiantes del CCH Azcapotzalco, que exista indignación y surja fuerza y movilización, voces y manos alzadas.
Ojalá el ejemplo de los estudiantes de la UNAM, que provocó solidaridad de alumnos de las universidades de la Ciudad de México y apoyos en universidades públicas y privadas de varias entidades, contagie al país entero.
Vivimos en un país de violencia normalizada: mataron a cinco, a diez, a veinte… El dolor lo hemos cotidianizado. Las noticias detestables no nos producen ya movilización. Indignación. Asombro.
Por eso es tan importante la reacción de los estudiantes: no queremos más violencia, no queremos seguir siendo un país de violencia, no queremos seguir viviendo con esta matazón.
Es tiempo de decir que se acabe toda la violencia. Es tiempo ya de dejar de normalizar esta tragedia en la cual vivimos.
La coyuntura es apropiada, y la fuerza de los estudiantes de la UNAM debe contagiarnos.
No más sangre. No más violencia. No más un país hecho tragedia.
