Ya está, a la vista de todo el mundo, el proyecto de gobierno que ofrece Morena para el sexenio 2018-2024: es una respuesta de largo aliento a Donald Trump, es una estrategia para enfrentar nuestros problemas cruciales, es una postura frente a las globalizaciones en crisis y una conspiración a cielo abierto para poner fin, democráticamente, con el apoyo masivo del electorado, a la dictadura asesina del salinismo.
¿De qué se trata? Por principio de cuentas, con un presupuesto anual de 4 mil millones de millones de pesos, de los que 600 mil millones se van a la deuda externa y 600 mil se los comen los faraónicos salarios de la alta burocracia y los negocios turbios de la corrupción, necesitamos recursos para financiar el desarrollo. ¿Cómo se van a obtener?
Dos ejemplos: la dictadura paga mil millones de dólares anuales en subsidios a las compañías extranjeras que producen energía eléctrica… para que produzcan energía eléctrica; al mismo tiempo derrocha 10 mil millones de dólares anuales para importar gasolinas. Ambos gastos son absurdos pero responden a una sola lógica: el saqueo en beneficio de los socios del régimen.
Si un nuevo gobierno evita este tipo de “fugas”, que están detectadas en toda la estructura del Poder Ejecutivo; si elimina las pensiones de los ex presidentes, asimila el Estado Mayor Presidencial a la Secretaría de la Defensa, rebaja los sueldos faraónicos de ministros y magistrados del Poder Judicial y suprime las “prestaciones” suntuarias de la alta burocracia (gastos médicos mayores, cirugías plásticas, cajas de ahorro, bonos de estímulo, niñeras para sus nietos, choferes para la esposa y la amante, chefs de haut cuisine en el trabajo y en el hogar, coches del año, guaruras, viajes cinco estrellas), dispondríamos de 600 mil millones de pesos anuales para financiar el desarrollo.
Con esos recursos se pueden rehabilitar y hacer las refinerías que faltan para dejar de importar gasolina, bajar el precio de los combustibles (si ya no “subsidiamos” a Ibedrola será más barata la luz), multiplicar el empleo mediante la construcción de carreteras, caminos vecinales y viviendas; usar la fibra óptica de la CFE para que haya internet gratis en todas partes; rescatar el campo, repoblarlo, arrebatárselo al narcotráfico, dejar de importar productos agrícolas y buscar la soberanía alimentaria; abrir centros de estudios superiores para 300 mil jóvenes que son rechazados al año y brindar trabajo y capacitación a dos millones y medio de jóvenes en situación de ninis.
El proyecto de gobierno aprobado por el segundo congreso nacional extraordinario de Morena contempla “mantener los equilibrios macroeconómicos con baja inflación y cero endeudamiento”, aumentar los salarios de los trabajadores en todos los ramos, entre otras cosas, para reactivar el mercado interno en beneficio de las pequeñas y medianas empresas que generan el 90 por ciento de los empleos del país; duplicar el monto de las ayudas a los viejitos para igualarlas con las que reciben los del DF y poner en marcha un “MorenaCare”, que no tiene ni Obama, para que la atención médica y los medicamentos sean gratuitos para todos, como en Francia, por ejemplo.
Sin corrupción en las finanzas públicas, con ahorro interno y austeridad en el gasto, sin “ocurrencias” de última hora al estilo echeverrista, sino aplicando paso a paso los programas que se diseñen para cada conjunto específico de problemas, el país volverá a tener crecimiento económico (que el valor total del trabajo del pueblo aumente más que el tamaño de la población) algo que no hemos visto en las últimas tres décadas, ni siquiera por encima de Haití o de Honduras.
¿Y Trump?
Veo a muchas personas inteligentes que corren por las redes sociales como la niña de Vietnam, desnuda y abrasada por el napalm, clamando que Trump es Hitler, cuando sólo es el rostro un poco más antipático de la misma ultraderecha a la que pertenece la sonriente Killary Clinton (QEPD). Trump se opone al Acuerdo de Asociación Transpacífico y ponemos el grito en el cielo. ¿Por qué? Ni siquiera sabemos de qué se trata. México, EU, China y otros países de las orillas del océano más próspero del planeta lo negociaron a oscuras. Quienes le entienden un poco dicen que será, para nosotros, peor que el TLC. Y Trump quiere revisar el TLC. ¡Perfecto!
Una de las cláusulas más perniciosas del TLC —y Salinas de Gortari la firmó gustoso— obligó a México a eliminar la Conasupo (Compañía Nacional de Subsistencias Populares, empresa paraestatal que compraba las cosechas de los campesinos), terminar con los precios de garantía (si el kilo de maíz estaba por debajo de lo que había costado producirlo, el gobierno lo pagaba mejor para no perjudicar a los labradores), acabar con los créditos para adquirir semillas y fertilizantes y otras medidas “proteccionistas”, que fueron debidamente satanizadas por los ideólogos del PRIAN.
México aceptó todo eso, “para llegar a tiempo al siglo XXI”, pero también aceptó que Estados Unidos siguiera protegiendo, subsidiando, apoyando y consintiendo a sus campesinos, con las mismas medidas “proteccionistas” que los Luis Pazos, Fernández de Cevallos y Sergios Sarmientos jamás criticaron. Las consecuencias de esa cláusula maligna son, entre otras, el genocidio causado por la guerra dizque “contra” el narco, la despoblación del campo mexicano, la desintegración del territorio nacional bajo el dominio de distintos grupos del crimen organizado.
Estados Unidos, y sus socios comerciales nos invadieron con sus productos agrícolas a precios imposibles de igualar por los campesinos mexicanos, pero además se trajeron sus cadenas de supermercados. En el proyecto de gobierno 2018-2024, que aprobó Morena, se especifican medidas de apoyo a los campesinos mexicanos, tales como las que vetó el TLC. ¿Trump quiere renegociar el TLC? Adelante. Empecemos por esa cláusula que hizo de un país productor de semillas, frutas y hortalizas una gigantesca e inabarcable narcofosa.
Con inversión pública y privada, nacional y extranjera, el proyecto pretende integrar las regiones donde colindan varios estados —el caso de Sinaloa, Durango y Chihuahua no sería el mejor ejemplo— para desarrollarlas conforme a su vocación histórica. Bajo el mismo esquema de financiamiento se habla de tender líneas ferroviarias para trenes de pasajeros de alta velocidad que vayan del DF a la frontera, y en atención a quienes desde la Torre Trump piensan en murallas medievales, el proyecto de Morena plantea dos medidas adicionales (sumadas a todas las demás) para evitar la expulsión de mano de obra de México a Estados Unidos.
Establecer una zona libre o franca —un duty free— de 20 kilómetros de ancho y de 3 mil kilómetros de longitud a lo largo de la frontera con Estados Unidos, y otra en el Istmo de Tehuantepec, sobre la franja de 300 kilómetros que une las dos costas del país, de Salina Cruz a Coatzacoalcos. A este proyecto, en su momento, nos opusimos los seguidores del EZLN, invocando razones geopolíticas hoy por completo superadas como el EZLN mismo: si China y Rusia están ayudando a la nueva dictadura de Nicaragua a construir un canal interoceánico que enlace los lagos de ese hermoso y desdichado país, México bien puede contar con dos puertos multimodales —como el aeropuerto de Amsterdam, por ejemplo— en el Pacífico y en el Golfo y una línea de ferrocarril que los comunique.
Las cartas están sobre la mesa. El proyecto no excluye ni la revocación del mandato presidencial ni una segunda expropiación petrolera, ni una verdadera revolución educativa. La convocatoria está abierta a todos los sectores productivos y a todos los ámbitos sociales. Ya hay materia de discusión. Se acepta o se rechaza. Si se acepta y en el debate se enriquece, los acuerdos se traducirán en alianzas, y las alianzas darán forma a las nuevas mayorías. Claro que si el proyecto no gusta y no se acepta, siempre nos quedará Felipe Calderón disfrazado de Margarina Zavala, o el subcomandante Marcos, disfrazado de indígena independiente. O Jorge Castañeda. O Denise Dresser. O incluso el Bronco…
arona
23 noviembre, 2016 at 10:15 pm
ese es mi gallo . vamos con morena
Don cacahuate
27 octubre, 2018 at 6:38 pm
En los propróxi 100 años espero que tengamos Morena para rato.