Muy pocos habrían pronosticado que Andrés Manuel López Obrador se quedaría en silencio durante el homenaje a Benito Juárez, el personaje histórico que más admira el mandatario y quien ha sido una de sus principales inspiraciones en el ideario básico de la Cuarta Transformación.
Pero así sucedió esta mañana en el patio mariano de Palacio Nacional. A un par de meses de que deje su cargo como presidente y se retire para siempre de la vida pública, López Obrador guardó silencio al conmemorar el 152 Aniversario Luctuoso de Benito Juárez y cedió todo el protagonismo a una de sus más leales acompañantes durante su gobierno: Rosa Icela Rodríguez, quien se ha desempeñado como su secretaria de seguridad ciudadana y quien será la encargada de la Secretaría de Gobernación del próximo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum.
Rosa Icela, como buena periodista, hizo honor a su profesión y en lugar de compartir un discurso acartonado y hueco, contó una historia apasionante sobre la vida del Benito Juárez de carne y hueso. Inició con lo que todo el mundo conoce y viene hasta en las monografías que los niños compran en las papelerías afuera de las primarias.
Sin embargo, lo narró de una forma magistral, con una mirada crítica, como una buena profesora de izquierda. Dijo que Benito Pablo Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca, en el seno de una familia zapoteca. Que desde niño trabajó en el campo hasta que se mudó a la capital del estado y trabajó en un taller de encuadernación. Que aprendió el español y en las aulas fue víctima de la marginación y discriminación por su origen indígena, lo cual forjó “su indomable carácter” y trazó su destino.
Rosa Icela contó cómo Juárez, a los 28 años, se graduó como abogado en el Instituto de Ciencias y Artes y después se convirtió en diputado local y magistrado interino de la Corte de Justicia del estado, desde donde “asumió la defensa de campesinos contra los abusos de terratenientes. Describió cómo fue encarcelado con falsas acusaciones” y que, siendo prisionero, experimentó en carne propia las injusticias.
Pero – prosiguió Rosa Icela- eso no detuvo a Juárez, pues se convirtió en fiscal del Tribunal Superior de Justicia del estado y después la gubernatura de Oaxaca, primero de forma interina y luego por elección. Y con ese cargo, impulsó la construcción de escuelas, mejoró caminos, manejó de forma honesta los recursos públicos y no se olvidó de los desprotegidos ni de combatir las injusticias.
Y fiel a sus principios liberales -recordó Rosa Icela- Juárez decidió exiliarse en 1853 en Estados Unidos tras tener diferencias con el presidente Antonio López de Santa Anna, uniéndose el año siguiente al Plan de Ayutla, que dio la Presidencia de la República a Juan Álvarez y a Ignacio Comonfort.
Bajo la imponente estatua de Benito Juárez en el patio mariano, Rosa Icela contó que en ese gobierno, en 1855, Juárez asumió el cargo de ministro de justicia y promulgó una ley que abolió los fueros eclesiásticos, los fueros militares y sus tribunales especiales, reconociendo así la igualdad jurídica de todos los ciudadanos ante la ley.
Y tras instaurarse la Constitución de 1857, siguió relatando Rosa Icela, Juárez se convirtió en ministro de Gobernación, desde donde llevó a cabo una reforma judicial en la que quedó plasmado en su artículo 92 que los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tendrían que ser electos mediante votación popular.
Así, en las elecciones de 1857, Juárez -según contó Rosa Icela- fue electo presidente de la Suprema Corte y al año siguiente se convirtió en Presidente interino de la República.
En ese cargo, de 1858 a 1861, dijo Rosa Icela, Juárez mantuvo un gobierno itinerante por varios estados de la República y en medio de la guerra entre liberales y conservadores, defendió las leyes de Reforma, entre las que se encuentran la ley de nacionalización de los bienes del clero, la ley sobre el matrimonio civil, la ley de creación del registro civil y la ley de libertad de cultos.
Tras vencer a los conservadores, Juárez fue electo Presidente constitucional y desde su cargo -detalló Rosa Icela- prohibió el tráfico de personas indígenas mayas a Cuba y suspendió la deuda externa a España, a Francia e Inglaterra ante la escasez de recursos públicos, lo cual “trajo como consecuencia el bloqueo militar del puerto de Veracruz, y la primera intervención francesa fracasada”.
Por si fuera poco, Juárez restableció los poderes federales en la Ciudad de México, le ganó las elecciones a Porfirio Díaz y promulgó la primera ley de amparo para que las y los ciudadanos pudieran defenderse de los actos injustos de las autoridades.
En pocas palabras, enfatizó Rosa Icela, Juárez luchó en contra del conservadurismo, la corrupción y los privilegios de unos cuantos, buscando que México se convirtiera en un Estado laico y moderno. Así lo hizo hasta el último día de su vida, el 18 de julio de 1872, cuando falleció por una angina de pecho en ese mismo lugar donde pronunció Rosa Icela su discurso: en Palacio Nacional.
Juárez fue -según Rosa Icela- “uno de esos hombres que nace cada 100 años”. Y hablando de ese tipo de hombres, Rosa Icela sorprendió a propios y extraños cuando, tras relatar la vida y obra de Benito Juárez, dio un salto cuántico en la historia y comenzó a comparar al Benemérito de las Américas con un hombre originario de Tepetitán, en Macuspana, Tabasco, “que se ha forjado desde abajo, en la lucha por los derechos de quienes menos tienen”. El “líder social más importante de la historia moderna, que ha encontrado en el respaldo del pueblo de México el motor para enfrentar las resistencias a un auténtico cambio de régimen”.
“Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador -continuó Rosa Icela- tiene como eje de actuación el lema: ‘Por el bien de todos, primero los pobres’. Ha trabajado incansablemente por establecer el derecho a la alimentación, el derecho a la educación, el derecho a la vivienda, el derecho al trabajo, el derecho a la salud, el derecho al Estado de Bienestar”.
Las palabras de Rosa Icela tuvieron un eco instantáneo y provocaron los aplausos de un puñado de integrantes del Gabinete del presidente López Obrador, entre ellos Rogelio Ramírez de la O, Luisa María Alcalde, además de la esposa del mandatario, Beatriz Gutiérrez Müller, quien acallando los rumores en redes sociales, apareció tomada de la mano de AMLO y nunca dejó de verlo, intercambiar palabras con él y mirarlo con admiración.
Rosa Icela, tras sorprender a propios y extraños con sus palabras, recordó que la Cuarta Transformación sigue el legado de Juárez: “ha significado la separación del poder económico del poder político, para que nunca más la autoridad privilegie a una minoría, sino que su esencia sea el servicio público en favor de las mayorías”.
“El presidente López Obrador trabaja con austeridad republicana, dando buen uso a los recursos del pueblo. Esa correcta administración y el combate a la corrupción han permitido ahorros que han sido destinados a programas sociales. Hoy reciben pensión los adultos mayores, apoyos económicos, las personas con discapacidad, productores del campo, pescadores, sembradores, jóvenes desempleados, estudiantes, niños, niñas y mujeres. Este gobierno realiza la construcción de caminos rurales, carreteras, trenes, aeropuertos, escuelas, hospitales, refinerías, que producen empleos”.
Rosa Icela recordó que todos los días a las 6:00 de la mañana el presidente AMLO se reúne con su gabinete de seguridad, lo cual ha permitido una reducción en la incidencia delictiva. Pero, agregó, combate especialmente las causas que originan la violencia, pures incrmentó el salario mínimo, logró un peso fuerte y sin devaluación, mantuvo finanzas públicas sanas y redujo la pobreza y la desigualdad de forma histórica.
Y como buena periodista, Rosa Icela no se olvidó de los millones de hombres y mujeres que han hecho posible el avance de la transformación, pues “¿Qué haría México sin sus obreros, sin la cosecha de los campesinos, sin los maestros, sin los trabajadores informales, sin los servidores públicos que llevan agua y luz a todo el territorio, sin los albañiles, sin los choferes?”.
Lejos de los discursos aburridos, sosos y neutros de los neoliberales, Rosa Icela alzó la voz y se manifestó a favor de la reforma al Poder Judicial “para que los pobres no permanezcan encarcelados, mientras los capos de la delincuencia y los malhechores de cuello blando obtienen fácilmente su libertad”.
Y también marcó su raya contra “el racismo, el clasismo, el machismo, la discriminación y contra toda manifestación de odios”.
Pero eso no fue todo. La actual secretaria de seguridad, cerró de forma magistral su discurso al señalar que Juárez fue un gran hombre y un gran presidente surgido desde abajo, como “el gran presidente que nos gobierna” y “ha sentado las bases de la Cuarta Transformación, a la que dará continuidad por decisión popular, en un hecho inédito, la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo. Porque, como dicta la frase juarista, con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.
Sergio Ávila
19 julio, 2024 at 6:59 am
que ni se les ocurra a los tribunales seguir dando fallos contrarios a lo que marca la constitución porque arde Troya