La Consulta que se llevará a cabo en México el próximo 1ro de agosto, ha tenido grandes resistencias por parte de un amplio sector de la sociedad. Con el supuesto argumento de que “la ley no se consulta” tratan de deslegitimar un ejercicio aprobado hasta por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Este ejercicio, abre la puerta a la deliberación, al estudio y a la reflexión de hacia dónde debería de dirigirse nuestra Democracia. Abre la oportunidad a la discusión (entendida como intercambio de ideas), al debate y al análisis de lo hecho en el pasado y prende las luces a los actuales funcionarios para el futuro.
Además, la Consulta aclara su alcance, comunica claramente sus límites y permite contrarrestar el desdén, la abierta ignorancia y las mentiras que sobre la aplicación de la ley se hacen todos los días.
No es un ejercicio inédito pero sí sumamente trascendente. En Francia, han tenido varios ejercicios de participación ciudadana. En septiembre de 1958, la ciudadanía decidió sobre un proyecto de ley constitucional. En enero de 1961, votaron sobre la autodeterminación de Argelia y la organización de los poderes públicos de aquella nación. En 1962, los franceses votaron a favor de otorgar a Argelia su independencia conforme a los Acuerdos de Evian. También en 1962, la ciudadanía fue consultada sobre el proyecto de ley que les permitiría votar de manera universal por el cargo de presidente. En 1969, en una nueva Consulta, la ciudadanía pudo decidir sobre el proyecto de ley de renovación del senado. La determinación mayoritaria por el No, obligo al entonces presidente Charles de Gaulle a renunciar.
Uno de los titulares más emblemáticos de la prensa chilena, – “Corrió sólo y llegó segundo”– resume el resultado de la Consulta que en 1988 logró que Pinochet dimitiera al cargo que había obtenido al dar un golpe de estado a Salvador Allende. Aquella nación se encontraba, en ese momento en lo que Gramsci llamaba “un equilibrio catastrófico”, esto es que Pinochet era lo suficientemente fuerte para mantenerse en el poder, pero no tanto como para terminar con la oposición a su gobierno.
El ejercicio Democrático que se llevó a cabo, implicó un enorme esfuerzo por parte de la ciudadanía. Lucharon por los cauces pacíficos institucionales y contra todo pronóstico, ganaron.
Las Consultas sirven también, para apoyar los procesos de reconciliación nacionales. En 1992, Sudáfrica realizó un ejercicio democratizador que puso fin al Aparheit. Cabe resaltar que fue la población blanca la que votó a favor de terminar con ese régimen de segregación. Esto permitió que en 1994 la ciudadanía pudiera votar y elegir a Nelson Mandela como presidente de aquella nación.
En Ecuador, en 2008, se presentó una situación muy curiosa, pues se sometió a Consulta la aprobación de la Constitución, votación regularmente reservada al Constituyente del país del que se trate. ¿Se imaginan en México haber puesto a Consulta la Constitución de 1917?
Tal vez el ejercicio de Consulta que más ha captado la atención en los años recientes, sea el del “Brexit”, en 2016. En ese ejercicio Democrático, se le preguntó a la ciudadanía si querían permanecer en la Unión Europea o salir de ella. Mucho se ha hablado sobre la segmentación del voto, participaron en gran medida la gente mayor que había conocido mejores épocas en su país y se abstuvieron los jóvenes que no vieron sentido a la Consulta y que cuando se dieron a conocer los resultados se quejaron amargamente, pues habían perdido la oportunidad de trabajar (y trasladarse) de manera libre a través de 27 países. Curioso también, que en Gran Bretaña este ejercicio de Consulta no fuera vinculante.
En nuestro país, la Consulta Popular requiere de poco más de 37 millones de votos para ser vinculante. Los que estamos a favor de este ejercicio, venimos trabajando desde nuestras trincheras, escribiendo, volanteando, elaborando infografías, promoviendo en redes sociales y más, mientras la “oposición” critica la ropa de la Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier o hace contra campaña intentando deslegitimar un ejercicio de participación contemplado en la Carta Magna.
El primero de agosto, tendremos los resultados en blanco y negro y debemos de ir preparándonos para los posibles resultados: ¿Qué pasos deberemos seguir si la Consulta alcanza el número de votos necesarios para iniciar los procesos de enjuiciamiento? Caso contrario ¿Cómo manejaremos el control de daños y los ataques que seguramente harán los adversarios?
Considero que, incluso perdiendo la Consulta, la ciudadanía ganará en experiencia y participación.
Debemos de estar preparados para ambos escenarios.
