La “recaptura” del Chapo: el montaje mediático de EPN

Todo huele a una estrategia mediática bien planeada. Una maniobra que tenía que seguir pasos detallados pero concisos, los cuales precisaban cumplirse uno a uno, en un horario específico. Ni un segundo más. Ni un segundo menos.

Nadie más que Enrique Peña Nieto tenía que dar la noticia. Ni un medio ni un reportero ni un ciudadano común ni nadie. Él debía fungir con el papel principal y protagónico. Él, como el hombre que recaptura al más peligros y sanguinario y millonario capo del orbe, es decir, a Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Podría haber noticias sobre “operativos”, sobre balaceras, sobre pistas que seguían la marina y el ejército mexicanos para capturar al capo más capo de todo el mundo. Pero no más.

La noticia del arresto debía ser de él y de nadie más que de él. Que el reconocimiento fuera suyo. Solamente suyo.

Un tuit comenzó el escándalo mediático. Enrique Peña Nieto anunciaba, vía redes sociales, que “misión cumplida”, que el Chapo ya había sido detenido. Que qué felicidad para México y para el mundo. La intención era clara: crear expectativa y captar la atención de todo todos.

Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido.

— Enrique Peña Nieto (@EPN) enero 8, 2016

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Después, otro tuit. Como de humildad: había que compartir un poco la felicidad. No mucho, solamente uno poco. Era necesario proporcionar un “reconocimiento” a los otros que, bajo las órdenes del señor ciudadano presidente de los Estados Unidos Mexicanos, habían actuado por el bien del país.

Mi reconocimiento al Gabinete de Seguridad del Gobierno de la República por este importante logro en favor del Estado de Derecho en México.

— Enrique Peña Nieto (@EPN) enero 8, 2016

Pronto, como si fuera el segundo paso de la estrategia mediática, las imágenes del capo que había escapado y que hoy era recapturado comenzaron a surgir. El delincuente más letal del orbe se mostraba humillado, con solamente una playera sin mangas. Se observaban en el Chapo uno o dos rasguños. Como si alguien los hubiera maquillado detenidamente. Como en una película de acción

Pero no contentos con eso, se planeó otra escena: el capo casi invencible era trasladado, sin playera, con una toalla cubriéndole la cabeza y con un pantalón a media nalga, de un auto a un jet potentísimo propiedad de la nación. Que se supiera quién manda. Quién es el jefe.

El Chapo, sin duda, cumpliendo su papel: mirando al infinito, como reflexionando, como observando un futuro lúgubre. O un pasado boyante perdido. Un Chapo con rictus y expresión de “me ganaron, me detuvo Peña Nieto. Este gobierno sí cumple”. Un Chapo como actuando en una película o serie de narcos producida por Netflix o por Warner Brothers.

Pronto (digamos que el siguiente paso de la maniobra): las felicitaciones. Que la DEA dice que qué bueno gobierno está haciendo Peña Nieto al capturar al Chapo Guzmán. Que las autoridades estadounidenses menciona que qué excelente trabajo realizaron las inteligencias mexicanas de Peña Nieto.

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La noticia en redes sociales se viraliza y pronto la televisión, la radio y todo el internet afirman que Peña Nieto capturó, que Peña Nieto atrapó, que Peña Nieto arrestó. Que las instituciones mexicanas tienen vida y están sanas. Que qué bonito país. Que qué orgullo. Que qué lindo todo.

La captura de El Chapo Guzmán como una estrategia mediática bien aceitada. Todo a su tiempo. Todo para evidenciar que Peña Nieto tiene el control del país. Que México no se ha ido al carajo.

Y la captura, o re captura, se da en un contexto de crisis económica y devaluación eminente del peso. Antes, hace apenas medio año, el dólar costaba 14 pesos. Hoy alcanzó los 18. Dicen los encargados de las finanzas en México que es una turbulencia y pronto pasará. Eso dicen. Pero ¿qué no han dicho que no haya resultado mentira?

La captura, o recaptura, se da en un contexto en que Peña Nieto es considerado un cero a la izquierda, en que el grado de aceptación a su gestión es mínimo. Nunca un presidente (y vaya que el anterior era un asesino, un monstruo) había sido considerado tan bajo, tan poca cosa, tan sin importancia.

Hoy Enrique Peña Nieto dormirá como el héroe que logró recapturar al capo que él mismo dejó escapar. Seguramente sus asesores en comunicación recibirán un muy buen incremento en sus sueldos. La novela les salió. Al menos lograron tapar un poco el desastre de país.

Solamente resta una pregunta en esta maniobra mediática, ¿Joaquín “el Chapo” Guzmán soñará con ganar un premio Oscar por su actuación de hoy?

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