Es imposible lograr una transformación profunda de la sociedad si no se parte de un minucioso y bien planeado trabajo cultural, comenzando por las poblaciones ancestralmente más marginadas. La Revolución de las Conciencias es el principio medular de esa transformación profunda, ésta tiende a aquélla y consiste en la toma de conciencia, por parte de los ciudadanos, de la necesidad de desarrollar una capacidad activa de involucramiento y participación en los asuntos públicos, tarea de la que históricamente se han apropiado determinados grupos políticos y sociales, usurpando un derecho que nos corresponde a todas y todos.
Se trata de transitar socialmente de una verticalidad heredada a la horizontalidad deseada, del rechazo a la hegemonía al rescate de la pluriculturalidad, pero no es posible hacerlo sin antes realizar un trabajo en los individuos y grupos reales y concretos para que se redescubran en sus identidades, en su propia concepción del mundo y de la vida y en sus capacidades cognitivas y creativas específicas, es decir, en su cultura. La Cultura es el camino para lograr la Revolución de las Conciencias.
Sólo partiendo de esa labor de autorreconocimiento será posible contar con individuos conscientes, críticos y analíticos que siembren un camino cada vez más fértil en contra de males como la violencia, la inseguridad, la discriminación, el racismo, la corrupción y todo aquello que obstaculiza el predominio de la paz, la armonía social y la conquista de una sociedad igualitaria y equitativa. Y así como uno de los males que más ha impedido ese proceso, la corrupción, se combate de arriba hacia abajo porque arriba es donde radica su imperio y se disemina hacia las bases, así la revolución de las conciencias debe realizarse de abajo hacia arriba, porque abajo es donde reinan los valores culturales más auténticos y representativos de la sociedad mexicana.
Como ciudadana perteneciente a la llamada comunidad cultural y defensora e impulsora de la Cuarta Transformación, considero que el principal reto de las instituciones administradoras del arte y la cultura (secretarías o institutos de cultura de las entidades federativas del país), es vincular y enmarcar sus políticas en los objetivos, precisamente, de la 4T. Como todos los organismos gubernamentales, esas instancias deben contribuir a enfrentar y alcanzar el reto histórico actual de México.
Presento un decálogo que, desde nuestro punto de vista, debe guiar las acciones de las instituciones culturales en el marco de la Cuarta Transformación.
1.- Contribuir a la revolución de las conciencias.
Fomentar una nueva mentalidad en la población basada en los principios de libertad, fraternidad, equidad y PAZ.
Es a través del reconocimiento, rescate y difusión de las culturas comunitarias y los valores que de ellas emanan como podemos aproximarnos y lograr una sociedad más justa e igualitaria.
2.- Promover el arte y la cultura con una visión humanista.
El arte y la cultura deben tender al crecimiento, mejoramiento y bienestar del ser humano.
3.- Ubicar al arte y la cultura como patrimonio de todos los seres humanos.
Cada persona en sí misma es un ente con capacidades y potencialidades culturales y artísticas. El arte y la cultura no son actividades elitistas, sino patrimonio de todos.
4.- Por el bien del arte y la cultura, Primero los Pobres.
Uno principio fundamental de la Cuarta Transformación es procurar la igualdad, en este caso en el ejercicio de los derechos culturales; esto último exige atender de manera prioritaria a las poblaciones más marginadas y vulnerables: “Sin dejar a nadie atrás, sin dejar a nadie fuera”.
5.- Distribución geográfica equitativa de los bienes, servicios e infraestructura cultural.
La descentralización de la actividad artística y cultural en todos sus órdenes es un objetivo inexcusable, y para ello se requiere la recuperación de espacios y la habilitación de otros nuevos para hacer posible al desarrollo de la cultura y las artes a lo largo y ancho de cada entidad federativa.
6.- Las instituciones culturales del Estado no deben privilegiar la espectacularización del arte y la cultura.
La institución no debe confundirse con una especie de agencia de espectáculos, sino animar la cultura y el arte según lo exija cada grupo y contexto.
7.- Es necesaria una vinculación activa y permanente de las instituciones culturales con las políticas educativas.
Las instituciones culturales deben trabajar de la mano de las secretarías de Educación en proyectos y objetivos comunes.
8.- Erradicación del centralismo institucional mediante una política permanente de acercamiento a las comunidades culturales.
La institución cultural desarrollará una misión permanente de visita y escucha a los actores culturales y artísticos y fomentará la participación ciudadana desde las propias comunidades.
9.- Elevar la calidad de los productos y servicios culturales y artísticos.
A través de actividades pedagógicas y formativas, con la colaboración sobre todo de agentes internos de las comunidaes, y externos cuando sea pertinente, se elevará la calidad de los productos culturales y artísticos generados por la población.
10.- Idear estrategias para el fomento y comercialización de los productos y servicios culturales.
Para los actores sociales que han elegido la cultura y las artes como actividad profesional, se diseñarán estrategias para el fomento, mejoramiento y comercialización de los productos y servicios que generan, con el fin de promover su autonomía en tanto sujetos económicos.