Mataron a Fátima. Niña de siete años. Es horrible: inaceptable. Por supuesto que duele. Por supuesto que jode.
La violencia contra las mujeres y el feminicidio son problemas muy complejos que no se acaban por decreto o por echar a andar dos o tres acciones y ya. Y menos en un contexto como el mexicano, donde hay una cultura machista acendrada y donde se echó a andar hace unos años una guerra que nos ha carcomido como sociedad.
Por supuesto que indignan casos como el de Ingrid o como el de Fátima, o como cientos de mujeres y niñas más que fueron asesinadas por sus parejas o por sus familiares o por ser mujeres.
Es entendible el coraje. Es entendible la ira. Es entendible la impotencia. Fátima tenía siete años. Siete.
La visibilización de la violencia en contra de las mujeres es reciente. Hace algunos años no se hablaba de ello. No se contaba en los medios. No era tema, aunque existiera (porque siempre ha existido). Hoy, y esto es muy importante, es tema. Se problematiza. Y produce reacciones, y hay gente que se indigna ante un asesinato y ante otro y ante esta pesadilla que vivimos todos los días.
Pero no nos engañemos: la violencia en contra de las mujeres y los feminicidios no se van a terminar mañana ni pasado mañana ni con un anuncio de Andrés Manuel López Obrador por más “acciones concretas” que diga y eche a andar.
La violencia contra las mujeres y los feminicidios continuarán porque el problema es complejo, es estructural y no depende sólo del “gobierno”, sino de muchos otros aspectos. No se terminará de un día para otro porque hay millones de hombres que miran a las mujeres como su posesión. Porque hay un contexto de violencia y eso “facilita” el “me es fácil hacerle daño”. Porque hay impunidad, y las fiscalías estatales no están sensibilizadas y muchas veces son omisas y la mayoría son corruptas. Porque cientos de autoridades locales y estatales e incluso federales son poco sensibles al tema. Porque la violencia en el país es tanta y porque cotidianamente se denigra a las mujeres y porque hay machistas y machismo.
Desde hace ya más de diez años hay una ley para que las mujeres tengan acceso a una vida libre de violencia. Esa ley, que fue impulsada por feministas desde el Congreso de la Unión, ha funcionado, pero es insuficiente y tiene problemas de cumplimiento. Las alertas de género no funcionan como deberían, y hay carencias. Y a la mayoría de los gobernadores les importa un comino que maten a mujeres.
¿Qué se puede hacer? ¿Cambiar más leyes? ¿Hacer nuevas? ¿Tratar de cumplirlas?
Por paradójico que parezca, y por más críticas que haya recibido hoy, que Andrés Manuel López Obrador responda acerca del tema de los feminicidios es una buena señal. No se había hecho.
Ni con Vicente Fox ni con Felipe Calderón y muchos menos con Enrique Peña Nieto se tenía esa interlocución y esa capacidad de saber qué piensa el Presidente sobre la violencia en contra de las mujeres y qué puede hacer ante un problema así.
Andrés Manuel tiene razón cuando afirma que la violencia está relacionada con el sistema económico que nos impusieron: con el neoliberalismo. Y evidentemente, cambiar esta situación no es algo que se haga en un día. Es una labor constante, y que rinde frutos tiempo después.
La violencia en contra de las mujeres y el feminicidio no se acaban por decreto. Se precisan muchas acciones en muchos ámbitos, y será un proceso lastimosamente lento, porque no sólo depende del Presidente sino de una estructura estatal compleja, con actores insensibles muchas veces, y con una sociedad muy machista y que ha soportado años y años de exposición a una violencia terrible.
Pero se debe comenzar a cambiar. Esa es la esencia de la transformación que prometió AMLO, y qué bueno se exija y se visibilice el problema. Y qué bueno que haya una respuesta del Presidente.
El problema de la violencia de género y los feminicidios no se acabará en un día, y mucho menos se solucionarán, como le apuestan los que odian a AMLO, con gritar que todos es un caos y que la actual administración no sirve y que bla bla bla.
Es horrible que las mujeres de este país tengan miedo todos los días y sufran violencia cotidiana y haya casos tan indignantes como los de Fátima.
Pero el problema no se termina apostándole a la agenda de quienes nunca han hecho nada por detener esa violencia. El problema, que es complejísimo, se debe intentar solucionar desde la complejidad. Y para que esto suceda más rápido sería conveniente que exista la apertura del actual gobierno federal y de quienes llevan años luchando para que estos problemas se erradiquen.
La crisis de violencia en el país es atroz. Y la crisis de violencia contra las mujeres también. Son dos temas distintos, porque las violencias ejercidas contra hombres y mujeres tienen características diferentes. Pero al final se influyen. Y sí, es insoportable que siga existiendo violencia y violencia contra las mujeres.
Ojalá se entienda que el PRI y el PAN dejaron a un país enfermo: un país hecho pedazos, y que reconstruirlo no se hace por decreto.
Es insoportable lo que pasa. Pero hay que aprovechar que hoy, como nunca, hay una relación entre Presidente y sociedad, y una interacción. Es ahí donde debe nacer la solución, que será lenta, pero que seguramente será en un futuro paz.
Felipe Camargo Tovar
17 febrero, 2020 at 8:18 pm
La solución está en todos y todas los que constituyen esta nacionalidad, este país….se debe emprender una cruzada nacional en contra del flagelo del femicidio…no hay de otra manera , que tomar cartas en el asunto: población y autoridades juntos para conseguir lo que deseamos..evitar que se siga asesinando a mujeres…
Amanda Bautista Grundell
17 febrero, 2020 at 8:30 pm
Toda la violencia que vivimos en México, es producto de la miseria: humana, intelectual, económica, cultural, política, jurídica, entre otras formas, en las que estamos sometidos los y las mexicanas, en este periodo neoliberal-pro capitalista, que se resisten a soltar. Esa miseria humana incluye a las mismas iglesias con su podredumbre clerical, la enajenación y la apología del delito que hacen los medios de manipulación masiva. Está además acrecentada por los encapuchados de los partidos políticos y los empresarios corruptos, que exigen se respete “su derecho a seguir siendo corruptos” y que son iguales a los que lucran con la justicia, dejando impunes a los criminales tanto de cuello blanco como a los otros que pueden comprar a los jueces. El castigo para los criminales, debe ser equiparable al daño ocasionado. Mientras no los detengan y los hagan cumplir con las penalidades que les corresponden seguirá existiendo el crimen, porque no pasa nada.
Amanda Bautista Grundell
17 febrero, 2020 at 8:32 pm
Los feminicidios son un grave problema de lesa humanidad, de corresponsabilidad social, gubernamental, comunitario y familiar. Vivimos en una sociedad en donde los criminales no son por generación espontánea, son resultado de la mala educación de la población en general, en donde todo lo relativo a ser mujer tiene connotaciones de menor valía que el ser hombre, hasta la gravedad de señalar como culpables y responsables a las mujeres de lo que nos sucede en los ámbitos diversos. Ante los feminicidios la sociedad actúa “normalizando” el crimen, en forma omisa, indiferente y cuando a alguien le toca ser la víctima se da cuenta que está aislado, en el abandono y dolor en el que han estado las otras víctimas. Los diversos grupos sociales y de feministas deben enfocar sus esfuerzos en auxiliar, informar, educar, empoderar y acompañar a las mujeres y hacer de la perspectiva de género un aspecto transversal en todas las instituciones, acciones y políticas de Estado. Tal vez, sólo siendo solidarias y solidarios, re educándonos en el respeto irrestricto a las mujeres, podremos romper esa violencia criminal que padecemos las mujeres.
LOBO ARTURO
17 febrero, 2020 at 8:42 pm
por desgracia este problema solo se ira reduciendo con educación, de forma paulatina sacándonos de la cabeza que nuestra pareja es propiedad y quitando el titulo de cosa a las personas, todos valemos mucho mas que cualquier riqueza, culto o política y el quitar un hijo o hija al país ya es mancillar a la patria, por lo que la pena por quitar o destruir una vida es muy difícil de calcular pero debería de ser máxima por acciones dadas por maldad
Lucia Trinidad Andrade Tovar
17 febrero, 2020 at 10:36 pm
La violencia en contra de hombres y mujeres en México no se va a terminar con un chasquido de dedos porque este es un problema con carácter histórico y a nivel mundial. Es demasiado lamentable que ocurran este tipo de crímenes y que la responsabilidad solo recaiga en el actual gobierno. Los feminicidios están a la orden del día, pero basta recordar la situación de las “muertas de Juárez” donde la sociedad se volvía cómplice al permanecer callada e indiferente y sólo las líneas de investigación a nivel socioantropológico se ocupaban del tema. Por desgracia, después del niño ahogado se intenta tapar el pozo, el caso de la niña Fátima es imperdonable como el de tantos infantes sacrificados, pero en esta situación particular surgen muchas preguntas, porque si los padres de la menor tenían tantos altercados con un familiar cercano como lo es el cuñado por qué se tardaron tantos años en denunciar y tuvieron que sufrir por la muerte de más miembros de la familia y con dos sobrinos secuestrados por el presunto asesino. La cultura se mama y los hijos son el reflejo de sus padres, ¿por qué una niña tan pequeña tendría que estar a merced de cualquiera que pudiera sustraerla de la escuela con la anuencia de las autoridades escolares? Es obligación de los padres estar al cuidado de sus menores hijos y no hay justificación para estos hechos lamentables. ¿Quién tomó ese video con la mujer que se lleva a la niña? Aquí hay demasiadas sospechas y nada concreto. Creo que la familia oculta algo y que en esta muerte hay muchos involucrados. Nada revivirá a la pequeña Fátima y es aquí cuando debemos levantar la voz y hacernos una sociedad responsable y no únicamente culpar al actual gobierno porque estamos siendo testigos de muchas transformaciones, ¿qué están haciendo los medios de comunicación para que nos mantengamos verdaderamente informados y no simplemente con noticias tendenciosas porque repudian a nuestro Presidente López Obrador? Y algo más, únicamente como nota aclaratoria SANTIAGO TULYEHUALCO ES UN PUEBLO NO UNA COLONIA, y, lo digo porque yo vivo en ese Pueblo.