Por: Víctor Eduardo García (@Vegdelanoche)*
05 de enero 2017.- Ahora mismo, el país es víctima de la ejecución de un plan concebido desde el poder para contener el malestar causado por el gasolinazo. Atemorizados, millones de mexicanos se guarecen en sus casas para seguir malinformándose a través del whats, el face y twitter; la tele, hábil conocedora de su manipulador oficio, se encarga de alejarlos de la tentación de la protesta.
Ayer, el saqueo a una tiendota en Villa Nicolás Romero, Estado de México, se robó la nota: los efectos y las protestas contra el incremento al precio de los hidrocarburos pasaron a segundo plano; hoy, puesta en marcha la estrategia, el vandalismo atroz asociado a las manifestaciones (real en algunas partes; imaginario en casi todos lados), inocularon el virus del miedo a la vida cotidiana en el Valle de México.
La tarde inicia rara; me sorprende la calle principal de la colonia con comercios cerrados, otros a medio abrir, corrillos de comerciantes. “¿Por qué cerraron tantos?”, preguntó a uno con el que me saludo. “Por los desmadres que está habiendo”, me dice. “¿Dónde?”, pregunto azorado. “¡En todas partes! ¡En todas partes!”, me responde preocupado. Aunque uno no tenga miedo, el miedo se siente. Todo está tranquilo, pero…
Igualmente, el anochecer llega extraño a Santa María la Ribera. ¿Algo de mi paranoia personal combinada con el estupor pasmado que impera en el ambiente? Me llaman la atención y me dan miedo unos tipos que surgidos de la sombra del otro lado de la acera, rodean un carro estacionado; su actitud me hace temer que lo agarren a madrazos; no lo hacen: sólo lo abordan. Entonces veo aproximarse en sentido contrario, cuatro o cinco motocicletas. Tanto los del auto como los motociclistas se exhiben como banda pesada, se dejan sentir. ¿Son vándalos contratados para armar desmanes o sólo algo de mi paranoia personal combinada con el estupor pasmado que impera en el ambiente?
Hay poca gente en la calle y los tres comederos de la calle principal y eje uno norte (Alzate), los que nunca cierran… están cerrados. Sirenas y luces policiacas rojas y azules anuncian el paso de un vasto convoy de motociclistas y patrullas. Me pregunto: ¿Irán a alguna misión o la misión es ir simplemente? Sí, ir y dejarse ver; informar a la población que algo pasa; recomendarle se vaya a casa y vea la tele. En la inusualmente poco visitada Alameda, observo sobrevolar un helicóptero con una luminaria apuntando hacia la calle. ¿Buscando qué? ¿A quién a estas horas y por estos rumbos?
Infiltrar vándalos en las manifestaciones y culpar de los desmanes de éstos a los inconformes a través de sus medios masivos de control, ha sido el método del poder para aislar los movimientos sociales, disminuirlos e incluso desmovilizarlos; estigmatizarlos ante la opinión pública y dejarles sentir el peso de la represión. Ahora mismo, en el recién estrenado 2017 este plan, este flamazo manipulador coquetea peligrosamente con el gasolinazo.
Las cosas están del cocol en lo macro y en lo micro. Desde el poder se está manipulando a la población a través del miedo.
Ayer el ejército intervino para controlar el vandalismo en Villa Nicolás Romero. ¿Pretenden convertir el estado de excepción en el estado normal de nuestra existencia? ¿Podrán hacerlo?
*Nota editorial correspondiente a la emisión del 4 y 5 de enero de 2017 de #LosAtractivosDeLaNoche, programa de radioamlo.org que se transmite todos los miércoles de las 11:00 de la noche, hasta altas horas de la madrugada.