A partir de la publicación del “reportaje” de Carlos Loret de Mola y de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), donde se especula que el hijo de Andrés Manuel López Obrador, José Ramón López Beltrán, “probablemente” incurrió en conflicto de interés y en tráfico de influencias, se debió abrir un debate sobre la libertad de expresión, el periodismo, su ejercicio y la forma en cómo el gobierno se debe relacionar con la prensa.
Al menos, a mi modo de ver, esa debió haber sido la discusión. Y me parece que fue un poquito, pero no lo suficiente. Además, también se debió de debatir sobre Carmen Aristegui y la forma en cómo difundió el “reportaje”. No porque no pudiera ella hacerlo, sino porque ella poseía un prestigio que hacía pensar que no lo difundiría.
Aquí busco tocar ambas cuestiones de forma breve.
¿Por qué no debatir de periodismo?
La pieza que se presentó como “reportaje” tiene graves problemas para ser considerada como tal. Y por supuesto que no cumple con las cuestiones mínimas para ser un “periodismo de investigación”.
En el periodismo, el reportaje es visto por muchos como el género más acabado, más fino, más preciso e importante. El género que ha posibilitado destapar actos de corrupción e injusticias, visibilizar problemática y presionar a gobiernos, empresas y actores sociales para que actúen, rectifiquen o se sensibilicen.
El reportaje como género periodístico es el más “letal” para quienes abusan del poder. Ha tirado ministros y hasta presidentes. En todas las escuelas de periodismo siempre se menciona la obra Todos los hombres del presidente, de Carl Bernstein y Bob Woodward, y que provocó el derrumbe de la gestión de Richard Nixon, quien tuvo al final que renunciar al cargo de presidente de los Estados Unidos.
Todo periodista, pues, sueña con investigar y hacer un reportaje que destape algo e impacten en la vida de su comunidad, entidad o país. Al menos todo periodista que tiene realmente una convicción periodística.
Pero el periodismo de investigación es complicado. No tanto por las horas en que uno se puede pasar investigando, sino porque muchas veces, todo ese tiempo y ese trabajo enorme que se ha gastado, resulta inútil. Y es que, muchas veces, la falta datos, los amarres o algo, impiden publicarlo.
A veces, el periodismo de investigación es un callejón sin salida.
La responsabilidad del periodista (y más del de investigación) es no mentir ni presentar algo con la intención de provocar falacias. Esa es una de las reglas más importante del periodismo en general y del de investigación en particular. Y además, la pieza periodística del reportaje debe presentar el mayor número de voces, analizar las posturas, confirmar, ahondar, profundizar. Y verificar. El clásico libro de Bill Kovach y Tom Rosenstiel, The elements of Jounalism, establece que, al final, el periodismo se diferencia de la propaganda por la cuestión de la verificación. Y menciona en dicho texto una frase que bien puede quedar para el reportaje de Latinus/MCCI: “La propaganda selecciona hechos o los inventa para que sirvan a su real propósito: persuadir y manipular”. Eso fue lo que hicieron.
Ahora bien, una norma básica en el periodismo, no sólo el de investigación, sino cualquiera, es que se consulten a las partes en conflicto. Como lo mencionó Alex Grijelmo en su libro El estilo del periodista: “Una norma elemental de cualquier periódico riguroso consiste en hablar con todas las partes implicadas en un acontecimiento informativo”. Y eso no hace ni Latinus ni MCCI ni Aristegui Noticias.
¿Acaso no se pudo verificar el dato de que el alquiler fue eso, un alquiler, y no “un préstamo de la casa”? ¿Acaso no se pudo preguntar a la agencia inmobiliaria si era alquiler, y si había alguna irregularidad en él? ¿Acaso no se pudo contactar a Carolyn Adams para preguntarle eso?
Según aseguró Raúl Olmos con Aristegui, el reportaje se construyó en un año. ¿En un año no pudieron conseguir que el “alto ejecutivo” de Baker Hughes, Keith Schilling, aclarara si conocía o no a José Ramón? El correo de él es público, e incluso él pide que se comuniquen con él.
No se hizo nada de eso. Y eso no sólo es falta de rigor, es manipulación.
El reportaje de Latinus/MCCI, el cual difundió con tanta enjundia Carmen Aristegui, es un amasijo de elucubraciones, que son indignas del periodismo.
¿No pudieron hacer un análisis serio de los contratos que Baker Hughes había firmado con Pemex? ¿No pudieron leer las más de 5 mil páginas de los contratos que se dieron entre 2017 y 2020 entre la paraestatal y la empresa estadounidense, los cuales pueden consultarse en la plataforma nacional de transparencia y en Pemex más transparente? ¿Por qué no mencionaron que el contrato de Pemex, el único que se ha firmado en el gobierno de AMLO, se hizo en licitación pública?
Todas esas cuestiones no son “inconsistencias” o “errores”. No, eso se hizo con dolo, y el dolo no es una práctica periodística. Al ocultar información MCCI, Carlos Loret y Carmen Aristegui mintieron. Y mentir es la peor práctica en la cual puede incurrir un periodista.
Los autores del reportaje pudieron contextualizar el texto, contar que la historia de Baker Hughes en México es larga. Incluso Peniley Ramírez, que se presenta como una verdadera periodista de investigación, lo pudo colocar en su primer artículo de opinión en Reforma que, a pesar de ser un artículo de opinión, se presentó como obra maestra del periodismo de investigación moderno en México.
Lo que se menciona en prácticamente todos los textos son inferencias. Posibilidades. Probabilidades. Y eso no es periodismo de investigación. Hay datos, sí, pero un dato significa sólo el dato, no la posibilidad de un algo que no está demostrado. Además, los datos son escasos y están acomodados no para conocer y contextualizar, sino para que quien lea el texto, infiera algo, y ese algo es: AMLO es corrupto.
El reportaje no es siquiera “incompleto”, como lo han afirmado varios articulistas. No, es una pieza que no cumple con los mínimos para publicarse. Y su intención fue muy obvia.
¿Usaron a Carmen o Carmen decidió usarse?
Como lo señaló Ernesto Ledesma -con quien tengo diferencias sobre ciertos temas pero a quien reconozco como un buen periodista- en un hilo de Twitter, al publicar el “reportaje” de de Latinus, Carmen Aristegui tomó, además de una decisión editorial, una posición política.
Algunas reflexiones sobre el conflicto entre @AristeguiOnline y el presidente @lopezobrador_
1- A Carmen no se le pueden regatear sus valiosas aportaciones al periodismo, a las batallas por la conquista de la libertad de expresión y a nuestro país.
— Ernesto Ledesma A (@eledesmaa) February 6, 2022
Latinus es un medio de comunicación que surgió para golpear al gobierno de AMLO. Y para ser los personajes más visibles del medio contrataron a Carlos Loret de Mola y a Víctor Trujillo. Tienen una agenda, y producen un periodismo (especialmente ellos) cuestionable. ¿Tienen el derecho de hacerlo? Por supuesto: México vive un momento de libertad de expresión radical. Pero también las audiencias tienen el derecho a criticar y expresar qué piensan de sus conductores.
MCCI, sin duda, es una de las asociaciones más polémicas de este país. Es usada para golpeteo. Nadie lo puede negar. Y tienen el derecho de hacerlo. Nadie, absolutamente nadie, se lo ha impedido en este gobierno. Pueden decir lo que les dé la gana. Presentar los amparos que les dé la gana. Decir las barbaridades que les dé la gana. Pero la gente tiene el derecho a exhibirlos.
Y en la gente se incluye al presidente.
Aristegui decidió emprender una batalla con estos dos “aliados”. Y lo hizo con fuerza: la cobertura que le ha dado al “tema” José Ramón lo demuestra. Si hubiera sido un reportaje de condiciones periodísticas excepcionales, la alianza se justificaría. Pero se dio con un texto que cualquier estudiante de primer semestre de periodismo puede destrozar.
Y eso no es un “engaño” a Carmen, es una posición política de Carmen. Y ella también tiene el derecho de decir y hacer lo que le venga en gana, así como la gente tiene el derecho de criticarla y de expresar con un HT como “ApagaAristegui” su pensar.
Suelen defender a las audiencias hasta que las audiencias se expresan.
Así pues, Carmen Aristegui no es ninguna ingenua. Sabía lo que hacía. Sabía que el reportaje no tenía calidad. Lo sabía y aún así optó por consolidar la alianza editorial con Latinus y MCCI. Está en su derecho. Pero al hacerlo, echó por la borda un prestigio que, si bien maltratado ya, aún tenía.
AMLO no está “aniquilando” su reputación, como el jueves dijo la periodista. La única culpable de ese aniquilamiento es ella. Si hay que encontrar a un culpable, que se ponga frente a un espejo.
La victimización o cómo todo gira entorno a nosotros, las vacas sagradas
En la academia, y en general en otros campos, “vacas sagradas” se refiere a autoridades en la materia a las cuales no se les puede ni debe criticar. Porque son sagradas. Y grandes, tan grandes como una vaca.
Carmen Aristegui es una vaca sagrada. Representó, en el pasado reciente, una voz que abonó a la pluralidad periodística. Eso nadie se lo puede disputar. Está ahí, en el pasado. Y seguro será parte de la historia del periodismo en México.
La gente confió en ella. Le gustó su estilo. La forma de entrevistar. Las noticias que daba. El interés en consultar muchas voces. Lo incisivo de sus comentarios. Además, Carmen tuvo una ventaja: se compenetró bien con sus audiencias. La gente la reconoció, y cuando fue censurada, esa gente le dio la mano. La ayudó. Alzó la voz. Y hasta se movilizó. Algo raro: la gente no se suele movilizar cuando se tratar de defender a un periodista.
Así ocurrió. Y por eso, esa gente, no sólo fue su escucha (es decir, su audiencia), sino también entendió que era compañera de Carmen. Hoy mucha de esa gente no entiende qué le pasó a Carmen, dónde fue que se extravió.
El rechazo a Carmen viene de tiempo atrás. La gente no quería que alabara a AMLO o que fuera su más férrea defensora. Sólo buscaba que Aristegui siguiera siendo Aristegui. Pero poco a poco fue cambiando. O lo hizo de repente. Y comenzó a faltarle al respeto a sus audiencias. Muchos de quienes dijeron que eran bots en un “análisis de SignaLab”, en realidad eran de esos escuchas que la defendieron y que se manifestaron afuera de las instalaciones de W Radio y MVS para que no la corrieran.
Eso dolió. Y mucho. A las audiencias, claro está.
Después vino eso de los colaboradores tan cargados hacia un lado. La gente no buscaba que los analistas de Aristegui fueran todos a favor de AMLO. Nunca lo pidió. Pero sí pretendió que, en su programa, se refleja la pluralidad de pensamiento respecto a lo que sucede en el país. Y no hubo eso. Sí, están Fabrizio Mejía Mardid y Lorenzo Meyer, pero eso fue nada más para acallar crítica y decir: “sí, sí, somos plurales”. De martes a viernes, análisis sesgados y evidentes mentiras. El lunes un poco de “pluralidad”.
Eso fue también una burla para las audiencias.
Y la mayor afrenta (hasta ahora), sí, fue lo de Carmen unida a Carlos Loret y a MCCI. Repito, si hubiera sido un texto excepcional, un reportaje de esos que son ejemplares, se vale. Pero era un texto no flojo, sino impresentable, periodísticamente hablando.
Carmen sabía que el texto no demostraba nada, pero dejaba la percepción de que todo en el gobierno de AMLO estaba podrido.
Difundirlo fue un acto de gigante irresponsabilidad periodística.
Las vacas sagradas, cuando caen, caen más fuerte.
El desprecio a las audiencias
En redes sociales, la mayoría de la gente recibe ataques. Cualquiera. Si uno se mete a una conversación en Twitter, hay cuentas que te dicen “chairo” o “chayotero” o “lamehuevos” o muchos otros insultos.
No debe ser, pero es.
Twitter, y en realidad la mayoría de las redes sociales, son terribles. Hay gente que ahí expone de forma brutal su odio, su racismo y su clasismo. Y hay también empresas que se dedican a eso.
Para en todos lados es eso y en todos los temas. La cuestión es que, desde el programa e Aristegui, parecería que todo es contra Carmen, y que las audiencias críticas, se volvieron bots. Y agresores. Y atacantes. Y lo peor.
Carmen Aristegui se ha victimizado de una forma brutal, y ha usado el caso de la violencia contra periodistas (que jamás tendrán su posición de poder) para esa victimización. Eso es muy ruin. Y me imagino que ella es consciente de eso.
El poder de Carmen es mucho. Es parte del cuarto poder. Y decirlo no es descubrir algo. Ella lo sabe. La gente que la rodea lo sabe.
Ignacio Ramonet, que siempre escribe de forma inteligente, una vez estableció que esa división tan clásica del poder (legislativo, ejecutivo y judicial) es un algo del pasado. Ahora, los poderes son el político, el económico y el mediático. Carmen es parte de es poder mediático. Ella lo sabe. Y lo usa.
Compararse o comparar “las agresiones” que recibe con las de periodistas que viven condiciones muy pero muy distintas a las de ella, eso es una falta completa de ética.
El último “análisis” de signaLab, que ella difundió ampliamente, es prácticamente ponerla en la misma situación de vulnerabilidad que a cientos de periodistas en regiones del país, donde se la tienen que ver con el narco, con políticos asesinos o con grupos violentos.
Las condiciones son distintas, y usar eso para pensarse como una víctima igual que esos periodistas, es una indecencia.
Por supuesto que nadie debe recibir amenazas ni agresiones ni insultos en redes sociales. Es inaceptable. Pero ella no es la única. En redes hay mucho de eso. Es terrible. Y se deben erradicar estas conductas. Pero para visibilizarlas, no es justo que se haga sólo cuando me afecta, poniendo silencio en las muchas agresiones que otros actores, dentro de la palestra pública, también sufren.
No contar toda la historia, también es mentir.
Ahora bien, que la gente ponga “#ApagaAristegui”, pues está en su derecho de movilizarse. Y mucha de esa gente que hoy dice eso, fue la misma que, hace unos años, gritaba con mucha fuerza y convicción “en defensa de Aristegui” y “te queremos, Aristegui”.
Y eso, pues sí, es muy triste.
Alis
14 febrero, 2022 at 8:33 pm
Es clarísimo el giro editorial que dio Aristegui ¿Por qué, qué intereses la mueven, quién o quiénes están detrás? ¡Lamentable!
Tavo Tuxmen
14 febrero, 2022 at 8:48 pm
Será el sereno, pero el cambio que dio va a tener consecuencias brutales, mucha gente la defendimos cuando era objeto de ataques por parte de periodistas chayotes y gobierno neoliberal, hoy da el cambio y ataca al gobierno y familia, y eso no lo vamos a permitir, ahora la atacaremos con fuerza, al igual que los demás periodistas vendidos y chayotes, el pueblo manda, pone y quita
Carlos Lagunas
14 febrero, 2022 at 8:58 pm
Soy muy adulto y por ello he sabido discernir el comportamiento pausado, riguroso y tendencioso de la sra Aristegui. Como puedo continuar soportando a otra sra Dresser y a otros de sus “eternos analistas invitados”?. Ahora bien, felicito al Profesor Gomez Naredo porque ha expresado casi lo mismo que yo hubiera deseado externar. Victor Trujillo, se ha jugado su vida profesional, es decir, ya no tendrá regreso a la aceptación que logró. al igual que muchos otros ante la implacable mirada de los mexicanos (como yo) BIEN NACIDOS.. saludos.
Gerard Lurueña
14 febrero, 2022 at 9:28 pm
Muy de acuerdo con Alis, el giro que dió no tiene explicación, Veremos si rectifica el camino o decide seguir igual, que sería my malo para los que la hemos seguido.
Felipe Mejía
14 febrero, 2022 at 10:40 pm
Estimado Jorge, gracias por articular varios ángulos del tema aristegui en el texto que presentas. Agradezco que puntualices las deficiencias técnicas de un texto al cual se ha denominado “reportaje”, desvirtuando los atributos del género; agradezco que hagas luz respecto a que la difusión de dicho material constituye una acción política, lo cual conlleva un objetivo; agradezco que refieras el proceso de degradación de la conductora y cómo el “reportaje” en cuestión representa un escalón más abajo; y agradezco que toques la estrategia de victimización a que apela, cuya intención es manipular a la audiencia y proponer una lectura del Presidente como represor. Agradezco y concuerdo.
Si es así, ¿qué puedo agregar? Permíteme, Jorge, compartir mi perspectiva como ciudadano. Debo decir, pues, que seguí el noticiero de la conductora durante varios años. En cierto sentido, me pareció que daba continuidad al periodismo que propuso José Gutiérrez Vivó —quien, por cierto, no recibió el apoyo de otros periodistas cuando lo embistieron Calderón y la familia Aguirre hasta obligarlo al exilio—, lo cual satisfacía en parte mi necesidad de información. Conforme entendí su estilo, me sumé a su audiencia. Le atribuí credibilidad y creí ver en su trabajo un genuino interés por abordar los temas nacionales con profundidad. Me pareció en verdad revelador el seguimiento a los casos que se mencionan en estos días para justificarla, como el de los Legionarios de Cristo. Mas no quiero dar a entender que asumía todo cuanto presentaba: desde luego, diferí en varias cuestiones. Por ejemplo, en la idoneidad de algunos de sus comentaristas e invitados. Digamos, Hugo Aboites, cuya perspectiva de la educación está gravemente distanciada del fenómeno.
Seguí el proceso electoral de 2018 en su emisión, atento al análisis de las personas a quienes invitó esa tarde-noche. Pero días después, cuando entrevistó a López Obrador en su calidad de Presidente Electo, me pareció advertir una nueva postura. No imaginaba un encuentro “a modo”, pero tampoco un momento con visos de confrontación. En particular, tengo presente que la conductora citó estudios según los cuales la construcción del Tren Maya implicaría un ecocidio; esto es: citó el discurso de la oposición como propio. Con el aplomo que lo distingue, AMLO respondió: “¿Que los académicos no se equivocan?”. Pensé, por supuesto, en la ideologización del saber científico…
Las emisiones posteriores me fueron confirmando que, en efecto, emergía una nueva postura. Entonces sumé a mi observación que la conductora participaba en CNN y escribía en Reforma —obvio, dirás, estimado Jorge, pero hasta entonces no había reparado en su trascendencia. Compartí esta impresión con mis compañeros de trabajo, todos ellos universitarios: coincidencias y divergencias.
Y entonces vino la carta que Jorge Pérez Gómez y otros académicos de la UNAM enviaron a la opinadora. ¿Recuerdas ese episodio? Dichos colegas me dieron voz… y esperanza. Pero casi de inmediato, los colaboradores e invitados del noticiero, así como otros periodistas y líderes firmaron un desplegado expresando su apoyo a la conductora ante lo que identificaban como una amenaza. ¡Qué significativo! La carta era un exhorto argumentado para que se realizara un periodismo a la altura de la transformación en curso. Con todo, meses después se reorganizaron las mesas de “análisis” de la emisión. Lorenzo Meyer ya no tendría que echar mano de toda su decencia para sobrellevar a Denise Dresser y a Sergio Aguayo, pero en el resto de los espacios persistiría la denostación revestida de “crítica”, a ciencia y paciencia de la moderadora. En Polemón se publicó un oportuno artículo al respecto.
Hoy, el Presidente no necesita convencerme de que el trabajo de la conductora está adscrito a la derecha, tampoco de que ella misma simuló y es deshonesta: he visto —al igual que muchas y muchos ciudadanos— cómo ha rodado el velo de apertura, tolerancia e incluso progresismo con que se cubría. La repudio de manera consciente e informada porque representa un actor adverso a transformación del país.
Jorge Gómez Naredo
15 febrero, 2022 at 11:30 am
Muchas gracias por contar lo que cuentas. De verdad. Abrazos. Jorge Gómez Naredo.
Arturo Tekayehuatzin
14 febrero, 2022 at 10:44 pm
Bárbaro de bueno este artículo de opinión.
JUAN TELLEZ VELEZ
14 febrero, 2022 at 11:26 pm
Excelente tu artículo Jorge, yo sigo en shock por el cambio radical, que Carmen ha dado. Periodistas como tú deberían ocupar lugares como el que Carmen tuvo hasta el grave error que cometió. Ya la apagué y me siento huérfano mañanero de medio informativo y periodístico. Me estoy refugiando en las mañaneras y en canales youtuberos que brindan calidad periodística. Alguna sugerencia?
José Antonio De la Vega Torres
14 febrero, 2022 at 11:43 pm
Así como otras veces he hecho comentarios críticos a Polemón y sus colaboradores, el actual incluido, esta vez reconozco la calidad del texto que, independientemente de la línea editorial provee un mesurado análisis.
Jose Wong Banuelos
15 febrero, 2022 at 5:30 am
Existen 35 millones de razones además los 50 millones de pobres no tienen voz pero se pueden manipular y seguirán siendo pobres el PRI siempre los uso.
hctrmy
15 febrero, 2022 at 8:35 am
Doña Kika me da basca, sobre todo por su congruencia: trabajar para Reforma, quienes conocen todo sobre NXIVM debido a que la hija del dueño trabajaba para ellos (secta que marcaba mujeres como ganado) y a la vez casi ser miembro honorario de #Metoo. Es una verdadera basca.
Arturo MV
15 febrero, 2022 at 9:47 pm
Muy buen análisis, Jorge. Ya desde aquél reportaje de uno de sus colaboradores en contra de Sanjuana Martínez, se vislumbraba la falta de ética periodística de Aristegui, al publicar trabajos de dudoso profesionalismo. Pero no sólo fue la publicación de ese entuerto, sino las semanas consecutivas siguientes promoviendo el escarnio contra la Directora, dando voz a todas las voces reaccionarias que se unieron al linchamiento mediático. No olvidar que fue contra una de su gremio, que si bien, no fue por el ejercicio de su profesión, sino por sus decisiones dentro de una instancia pública, no dejaba de ser periodista. Su desentendimiento de la audiencia como un ente con derecho a ser informado con ética (para pasar a ser un capital social manipulable), se manifestó de manera brutal desde sus “mesas de análisis”, donde fuera de Meyer, Ana y Fabrizio, todos los demás, se erigieron como un Supremo Tribunal para juzgar y mal juzgar al gobierno de la 4T, abundando la tergiversación, el odio, la calumnia, la crítica incoherente y tendenciosa. Ella lo permitió, al grado de convertir ese espacio en la Santa Inquisición contra el Presidente, antes de ser, efectivamente, una mesa de análisis, pero de análisis serios.
Juan José Ochoa Vázquez
16 febrero, 2022 at 8:00 am
Impecable descripción de lo que lamentablemente sucede con Carmen Aristegui pero queda en duda el porqué lo ha hecho.
Y sobre el tema más reciente creo que encajó perfectamente en un ambiente de sociedad inculta que primero, busca las notas y artículos que se acomodan a lo que piensa y desdeña aquellas que favorecen lo que odia.
Incluso se puede ver la forma en la que la oposición, varios medios y por supuesto las redes sociales, se aferran al tema de la “casa gris” como si fuese el santo grial del periodismo, y gracias a la audiencia inculta y manipulable, llegan a compararlo con el caso de la “casa blanca”.
Creo que la postura de Aristegui en el asunto de la casa de Houston es comparable con el caso de Chocolate “Rocío”, que una vez que quedó demostrado que no tenía vínculo con el programa Sembrando vida”, simplemente “lo apagó”, cuando en realidad estaba exponiendo y un modus operandi de desviación de objetivos de programas sociales que debe revisarse, evitarse y eventualmente sancionarse.
Creo que se debe reconocer que las postura presidenciales no abonan a generar un ambiente de certidumbre, pero en ese caso no es tan cuestionable por cuanto la reacción humana, pero sí en cuanto a la posición que como funcionario debe tener.
Y sin duda, todo esto se ha generado desde hace tiempo, en un país donde hay realmente muy poca periodismo y el que hay está muy mal pagado.
Oscar González
16 febrero, 2022 at 2:56 pm
Gracias por este artículo. Explica de una manera muy accesible los cambios que ha experimentado Aristegui. Alguna vez símbolo del periodismo y la crítica al poder, hoy tristemente se ha convertido en una portavoz de aquello que alguna vez criticó.
Irma Cruz
16 febrero, 2022 at 4:05 pm
Las personas que se victimizan y mienten son dignas de lástima y poca credibilidad,tus noticias Aristegui ya no me interesan Ni más ni menos!!!
Leticia Manuel
16 febrero, 2022 at 4:42 pm
Buen artículo de Polemon, muchos apoyamos a Aristegui pero ya sacó su verdadero interés… de pena esta comentarista
Alcides Eugênio Zluhan Kohl
16 febrero, 2022 at 4:53 pm
Sólo le falta a carmen creerse la “niña verde”y decir que la chamaquearan, con el asunto de la casa gris…
Alfonso Tovar Cervantes
16 febrero, 2022 at 6:54 pm
La verdad que hueva me dio leer todo el reportaje y solo con parte de la ponencia de este individuo que ni su nombre recuerdo por ser un x.. La gran señora ARISTEGUI no es perfecta así como ha tenido grandes logros quiza haya cometido algunos errores pero en el caso de las corruptelas de AMLO y su pandilla no me queda duda que todo está torcido y no hace falta tanta investigación para decir y dar a conocer lo corrupto y cínico que es el aprendiz de dictador.
Rosa Isela
16 febrero, 2022 at 10:44 pm
Alfonso Tovar que cayó te pisaron?
Alessa Estrada
17 febrero, 2022 at 8:50 am
Un problema aquí es que en realidad si se percibe una mejora increíble en les hijos de Obrador a partir de que es presidente. Abren empresas, de relacionan con gente de muchísimo dinero, empiezan a vivir en mansiones de ultra lujo cuando su padre enarbola un proyecto de austeridad (al que pretende se sumen hasta periodistas… Porqué no sus hijos)… Luego se hacen aliados de Morena los de MC y tienen entre sus filas gente que presume nexos con el narco. Es preocupante.
Pues como contraposición a una ultraderecha fascista (Yunque-PAN)… ¿Que es lo que se está desarrollando?
Posiblemente no lo sabremos hasta que sea demasiado tarde.
Lucio
17 febrero, 2022 at 8:18 pm
Muy buen artículo, es la primera vez que hago un comentario cuando leo una nota periodistica, pero me pareció imparcial, es decir, no está ni a favor ni en contra de la sra. Aristegui o de AMLO. Continúen así, saludos.
Rosalba Mireya Juárez
17 febrero, 2022 at 8:21 pm
Es la primera vez que te leo, y tengo la certeza que no será la última. Excelente análisis. Gracias.
Carmen Vázquez
17 febrero, 2022 at 8:33 pm
Carmen Aristegui fastidió también el caso Notimex jodio a Sanjuana Martínez. Su monopolio sus empresas de medios quiere ser única. Que bien que solita se exhibió. Por dinero todo vale
Catalina
18 febrero, 2022 at 9:18 am
Ya no cuentas con mi respeto Carmen aristegui.
Alberto Mijares Martinez
18 febrero, 2022 at 12:21 pm
Muy buen análisis de la conducta de Aristegui, creo que el pensamiento político de ella ha aflorando, estaba adormilado voluntariamente… quizá los millones de paga provoquen cambio en la forma de pensamiento. Un público frecuentemente olvidadizo y un sexenio, pronto pasan. Bueno tener a periodistas como Usted!
JUAN P ALMENDAREZ
18 febrero, 2022 at 8:42 pm
No sería de extrañar que en un futuro Carmen reciba un premio rimbombante a nivel mundial, de esos que mucho gustan de otorgar la derecha, quizás eso la movió a patinar…
Martha Nava
19 febrero, 2022 at 12:16 pm
Fui seguidora de Carmen desde sus inicios junto con Javier Solorzano y las dos veces que la corrieron de MVS yo fui a protestar y hacer carteles de protesta, la segunda vez hasta fui a poner una demanda con un juez, la veía cuando se presentaba en el Zócalo en “Para leer en libertad” que Organizaba Paco Ignacio Taibo II, Recién que entró AMLO la seguía escuchando hasta que empecé a sentir que estaba muy crítica y hasta en contra de decisiones de AMLO, no lo quería creer. Empecé a comentarlo con amistades que también eran seguidores de Carmen y cuál sería mi sorpresa que ya nadie de ellos la escuchaba. Lástima, no entiendo qué pasó. Muy al principio que la escuchaba en la computadora, ahí pasó un video de ella y sus oficinas, ahí se vió ella como revisando una Construcción muy grande, como nuevas oficinas, será?
Ivanka
24 febrero, 2022 at 3:59 pm
La verdad es triste ver como la gente cambia, el poder cambia, si no se tiene los pies bien puestos sobre la tierra, el poder enloquece o te hace cometer errores, y eso ha pasado con Carmen, yo admiro su temple, pero últimamente ha errado de una manera brutal, debió haberse dado la oportunidad de cuestionar la fuente de donde venía dicha información antes de darla por hecho porque de por medio esta su prestigio, su reputación la cual ahora carece de veracidad, ahora los reportajes q haga, me preguntaré si son reales o son viles mentiras.