El obradorismo vuelve a las calles y le dice a AMLO: “no estás solo”

Miles llegaron. No sé si de todas partes. Parecía que sí, pero no lo sé. Inundaron las avenidas y las calles aledañas al Monumento de la Revolución. Le pusieron al paisaje algarabÍa, banderas, pejeluches y fiesta. Sí, esos miles volvieron a tomar las calles para decirle al Presidente López Obrador que no está solo en su lucha contra los neoliberales y por la recuperación de la soberanía eléctrica de México.

Pero no todo fue fiesta. La derecha ha vuelto a gobernar el corazón de la capital del país: la Alcaldía Cuauhtémoc. Sus votantes “aspiracionistas”, que se sienten de clase media, estaban molestos, inconformes. No soportaron que desde lugares como Iztapalapa, Neza, Xochimilco y la Venustiano Carranza o Tláhuac, el pueblo llegara en combis y peseras, que se acercaran al lugar del mitín convocado por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y lo hiciera en tumultos, con sus vecinos, compañeros y compañeras de lucha.

“Ya viste, llegaron los acarreados” dijo fúrico el taxista que me llevaba al Monumento a la Revolución. El conductor escuchaba las noticias en RadioFórmula, una de las estaciones radiales que más envenenan a los radioescuchas. Sí, el taxista era en víctima más del mar de desinformación que, como denunció AMLO hace unos días, prolifera en las frecuencias radiofónicas.

Yo me quedé callado para evitar que me fuera a bajar en medio del tráfico.  Él insistió en repetir las calumnias: “les van a pagar 500 pesos para que vayan a votar el domingo por AMLO”. Mientras hablaba, le pitaba el claxón a un colega suyo que, muy afanoso, limpia su vehículo en medio de la calle.

Yo, le seguía la corriente y lo escuchaba. Hasta que de pronto, llegamos al Monumento y me dijo: “tú también vas a ir al mitin”. Acepté orgulloso, le pagué y me bajé, ante su coraje, su molestia, su enojo e incredulidad.

El mitin

A diferencia del triste espectáculo de la manifestación de un puñado de conservadores clasistas, que hicieron el ridículo manifestándose contra la Revocación de Mandato porque era “el principio dela dictadura”, hoy, desde los alrededores del Monumento a la Revolución, es casi imposible caminar hacia la plaza. Como pez, uno debe meterse en una ola o en su defecto fila, para paso a paso llegar al templete y desde ahí, esperar al comienzo del mitin, al ritmo de los sonideros y los cantantes que amenizan la espera de las personalidades de la 4T.

De repente, el templete se llena de gente. Ahí están en primera fila, el periodista Epigmenio Ibarra, el secretario de Gobierno de la CDMX, Martí Batres, la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel y la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada. Desde atrás, de forma inesperada, irrumpen en la escena Jairo Calixto Albarrán y Fernanda Tapia, toman los micrófonos y comienzan a interactuar con la gente, que emocionada les responden con orgullo de dónde vienen y la espera se hace menos larga.

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Hasta que Jairo Calixto anuncia que ya viene la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el mar de gente se emociona. De pronto, ella aparece escoltada por el presidente de Morena, Mario Delgado, y el fiel vocero del Presidente AMLO, Jesús Ramírez Cuevas, entre aplausos y gritos de “Presidenta, Presidenta, Presidenta”.

Aunque se extraña al Presidente Andrés Manuel, sin dudarlo, el mitin tiene mucho de su esencia. Es muy obradorista. Tan es así, que el primero en hablar es Epigmenio Ibarra y su voz elocuente retumba en la plaza cuando, de forma categórica, dice: “Hoy la batalla que hemos de librar es una batalla doble por la soberanía” y orgulloso, exclama: “La luz es un derecho de todas y todos los mexicanos”.

El acto se vuelve emotivo cuando Epigmenio pronuncia: “Admiro a todos los que están en la plaza porque fueron los que vencieron en las urnas en 2018 y llevaron a López Obrador a la Presidencia para transformar este país”.

Epigmenio recuerda que el INE saboteó la consulta, que Lorenzo Córdova traicionó a la democracia y que eso al pueblo no se le va a olvidar. También le pide al pueblo ejercer su derecho sagrado a votar en la Revocación de Mandato, pues “la victoria compañeros, es frágil, vulnerable y caprichosa. Si no se le cuida amorosamente, es fugaz”.

La gente se emociona mucho más cuando Epigmenio recuerda que Vicente Fox no habría terminado su sexenio por “mentiroso, traidor y corrupto” si se hubiese tenido una herramienta como la Revocación de Mandato.

“Cuántas vidas se hubieran salvado si hubiéramos sacado a Felipe Calderón, impidiendo su guerra”, dice Epigmenio y la gente, asiente y aplaude.

Después de él, Mario Delgado, el dirigente de Morena, toma la palabra y se lanza contra el INE. Dice que el último reducto neoliberal se quedó enquistado en el organismo electoral, desde el cual se busca boicotear la Revocación de Mandato.

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Y también le recuerda a la militancia que el Presidente López Obrador no convocó al pueblo en 2018 a ganar solamente una elección, si no a transformar a México. Por eso, pide, rescatar al sector eléctrico y arrebatarselo a la mafia corrupta.

Cierra su discurso de forma categórica, diciendo que “votar en contra de la reforma eléctrica es traición a la patria” y la gente le aplaude, le da la razón.

El momento culminante llega cuando la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, camina al estrado y comienza su discurso mandándole un mensaje cifrado a Córdova y Murayama, quienes se sienten dueños del INE:

“Estoy aquí como ciudadana pero también como Jefa de Gobierno. Fui electa para encabezar un gobierno que acabara con la corrupción y el despilfarro de los gobernantes”.

Eso hace que la gente se encienda y escuche más atentamente sus palabras. Sheinbaum, como buena alumna del obradorismo, comienza a denunciar lo injusto que es que los hogares paguen más cara la luz que las tiendas del Oxxo y el saqueo cometido en la CFE en tiempos neoliberales que dejó a la empresa de los mexicanos hecha “pedacitos para hacerla difícil de operar”.

Sheinbaum enuncia de forma categórica que “las mentiras no construyen la historia” y roba sonrisas cuando de de forma irónica, cuenta que países como España y Francia están a punto de nacionalizar sus energéticos, como si fueran “populistas”.

Su discurso aumenta el tono cuando le recuerda a la gente que Carlos Salinas de Gortari llegó al poder con un fraude. Y vuelve a mandar un mensaje contundente a los conservadores, cuando exclama que el desafuero a AMLO no se olvida.

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Sabedora de lo que enciende al obradorismo en las “benditas redes”, Sheinbaum se burla de Felipe Calderón por dejar media barda en lo que debería ser una refinería y, de forma valiente, sin miedo a la censura que pretenden imponer los que se sienten mandamases del INE, la jefa de Gobierno les recuerda que no tienen autoridad moral y de forma tajante, expresa:

“Los consejeros electorales piensan que la democracia es de ellos pero no, es la soberanía del pueblo”.

Para rematar su discurso, con la fuerza de una candidata presidencial, exclama una frase ganadora del corazón del obradorismo: “Al Presidente no lo van a vencer las calumnias porque tiene un pueblo que lo acompaña. No está solo”.

Tras sus palabras, la multitud le grita “Presidenta, Presidenta, Presidenta”, mientras ella, sonriente, saluda a esos miles a la distancia.

De pronto, en el templete aparece la gran cantante Eugenia León y como en los actos comandados por el Presidente López Obrador, el gran ausente en el acto por la veda electoral, se canta el glorioso himno nacional, ese que el domingo los conservadores no supieron cantar con todas sus letras.

En un dos por tres, el mitin se acaba. Los drones dejan de volar y los obradoristas comienzan a salir por las calles aledañas al Monumento a la Revolución, donde descansan los restos de Francisco Villa, Francisco I. Madero y el general Lázaro Cárdenas.

Queda claro: ya pasó la pandemia y, el obradorismo, ese movimiento que nunca está quieto y siempre anda haciendo transformación, se ha vuelto a movilizar. Y eso le molesta los conservadores. Y les da mucho miedo.

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Yo sonrío. Estoy contento.