Las verdaderas señales –no las mediáticas- indican que las probabilidades de victoria de Donald Trump son mucho más altas que las que están implicando las encuestas.
Desde los medios de comunicación del establishment -que siempre se han opuesto a Trump y fueron los principales promotores del Rusiagate para poder recurrir a un “Impeahment” que lo eliminara del poder-, se habla de una ola azul, donde los demócratas van a tomar, supuestamente, la presidencia y la cámara alta y baja del Congreso de Estados Unidos.
De manera mediática se ha construido muy fuertemente la idea de que habrá una barrida demócrata, y han prometido a los votantes que con el Partido Demócrata habrá un fuerte gasto para el despegue de la economía, a lo que parece oponerse Trump que suspendió pláticas en torno al monto de esa inversión.
Los demócratas, entonces, han pretendido crear el consenso de que el presidente “es malo para los negocios en todo el mundo”, que es precisamente el punto fuerte que más se le ha reconocido a Trump.
Los medios, en esta recta final, han pisado el acelerador a fondo para desacreditar la figura política de Donald Trump y proyectarlo con muy escasas posibilidades de ser reelegido, para que el electorado se incline mayoritariamente por Biden.
The New York Times, por ejemplo, dio a conocer una encuesta que realizó a nivel nacional en conjunto con Siena College, que aparentemente arrojó como resultado que el presidente no tiene ventaja en ninguno de los temas más urgentes que estarían en juego en las próximas elecciones.
“El presidente incluso ha perdido su ventaja de larga data en asuntos económicos” indicó el diario neoyorquino, al apuntar que los votantes ahora están divididos en partes iguales sobre si tienen más confianza en él o en Biden para administrar la economía.
Ese resultado contradice una nueva encuesta de Gallup que mostró que el 56 por ciento de los estadounidenses afirmaron estar mejor ahora con Trump que hace cuatro años con Obama, cuyo vicepresidente que le acompañó durante su mandato fue precisamente Biden.
El Grupo Trafalgar, que realiza encuestas políticas y corporativas y que presumió el triunfo de Trump en 2016 muy cerca de los resultados finales, apuesta a que él va a ganar el Colegio Electoral con 275 votos.
Los medios estadounidenses están ambicionando conseguir inducir al público, con una visión bastante adobada en su despliegue de información, que es Biden quien tiene todo a su favor para ganar la carrera presidencial de EE.UU. incluso con una barrida demócrata.
Marko Kolanvoci, el líder de JPMorgan, hizo una advertencia a todos aquellos que están esperando una victoria aplastante de Biden, al mostrar los cambios recientes en los datos de registro de votantes, los cuales están implicando que Trump ya está adelantando a Biden en estados clave de la batalla electoral.
Según Kolanovic, Trump puede terminar ganando la Santísima Trinidad de Pensilvania (20 votos electorales), Florida (29 votos) y Carolina del Norte (15 votos).
Desde que Donald Trump señaló en su primera campaña presidencial que pondría punto final al Estado Profundo (Deep State), el MICIMATT y su componente del Estado de Seguridad con agencias de inteligencia y de aplicación de la ley arraigadas y extremadamente poderosas, se le fueron a la yugular.
El periodista brasileño Pepe Escobar, que ha establecido fuertes nexos con fuentes seleccionadas de Nueva York, una de ellas le comentó:
“El Estado Profundo gobierna tanto a republicanos como a demócratas. Trump tiene que trabajar dentro del sistema. Él lo sabe. Soy amigo de Donald y sé que quiere hacer lo correcto. Pero él no está a cargo. Ciertamente quiere ser amigo de Rusia y China. Él es hombre de negocios. Quiere hacer tratos con países, no luchar contra ellos. Estuvimos entre los que establecieron las principales característica de la campaña para él en 2016: detener las monedas manipuladas que destruyen las industrias nacionales, detener la inmigración ilimitada que destruye los salarios de las clases más desprotegidas y fomentar la distención con Rusia y China. Casi nada ha sucedido en 4 años”.
Otro gran jugador de Nueva York le comentó a Escobar que aun cuando Trump pretendía alcanzar esos objetivos, él hace el 90 por ciento de lo que quieren, de todos modos.
Según desprendió el periodista brasileño de sus conversaciones con quienes juegan la pelota más alta, aunque Wall Street proyecta una mera fachada pro-demócrata, no está interesado en una “barrida” demócrata, porque eso hundiría las acciones de Wall Street.
En su opinión, el escenario preferido de Wall Street es una victoria de Trump.
La piedra angular de Rusiagate, de que Rusia hackeó las computadoras del Comité Nacional Demócrata, se derrumbó con la declaración de Shawn Henry, jefe de CrowdStrike, cuando reconoció bajo juramento que los demócratas no tenían la evidencia, tal y como lo habían asegurado.
Pero ni The New York Times ni otros medios del establishment dieron a conocer esa noticia, sobre la cual estuvieron batallando por mucho tiempo para comprometer a Rusia y, por ende, a Trump, su verdadero objetivo, y siguieron arremetiendo contra ese país… y el presidente, porque se acomodaba a sus intereses.
Donald Trump no ha quitado el dedo del renglón en lo que concierne al Deep State, ya que en una reciente entrevista con la periodista Sharyl Attkisson, el pasado 23 de mayo, a una pregunta específica, respondió:
-¿Qué estoy haciendo? Estoy luchando contra el Estado Profundo. Estoy luchando contra el pantano… Si sigue así, tengo la oportunidad de romper el Estado Profundo. Es un grupo vicioso de personas. Es muy malo para nuestro país”.
Muchos se preguntan si Trump permitirá las diversas investigaciones en curso para presentar acusaciones y empezar a desvanecer al Deep State, que si esa es su obsesión seguro tiene algo ya ganado, pero soy de la idea que lo ha reservado para su segundo periodo, cuando ya no va a tener mucho que proteger.
Hasta ahora ha evitado enfrentarse a ellos, pero el Estado Profundo está haciendo todo lo que está al alcance de su mano para deshacerse de él, y de una vez por todas, y eliminar así la amenaza a su sobrevivencia.
Parece que al Deep State no va a serle nada fácil evitar un segundo mandato de Trump, que si bien impidió que él realizara gran parte de su agenda en su primer periodo, el tema principal que más importaba a los neoconservadores –las invasiones militares- fue frenado de manera impecable por Trump.
Biden, en el segundo y último debate presidencial le reprochó a Trump su amistad con Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Kim Jong-un, el líder supremo de Corea del Norte.
Frente al requerimiento del demócrata, Trump dijo que había elegido ese camino antes que propiciar una conflagración con el país asiático, que acarrearía millones de muertes.
Trump, indudablemente es un pacifista, lo cual ha demostrado en numerosas ocasiones, como cuando ya estaba todo listo para que Estados Unidos invadiera Venezuela, y él lo paró en seco, según lo narró en detalle The New York Times.
Podría suponerse que el complejo militar-industrial, con todo y sus agencias de inteligencia, preferirían a Trump, ya que les ha dado casi todo lo que quieren, pero una ley aprobada en el Congreso que le otorga el poder al presidente de tener la última palabra respecto a las guerras, y, como es lógico suponer, en ese aspecto no confían en él.
Por eso Trump y su equipo se han esmerado en hacer una verdadera campaña electoral tocando puerta por puerta, y datos oficiales bien avalados muestran que los voluntarios de Trump han invadido al menos 20 millones de hogares en los estados indecisos, mientras que el candidato demócrata ha apostado su campaña más a lo mediático.
Trump quiere ser Trump. En su primer mandato no ha podido serlo, porque muy oportunamente el Departamento de Justicia dejó caer su decisión de que Robert Mueller, ex director del FBI, fuera designado fiscal especial para supervisar la investigación sobre la supuesta interferencia rusa en las elecciones presidenciales.
Prácticamente todos los medios estadounidenses convencionales se prestaron a ese juego para demonizar a Trump, que así se vio obligado a negociar con el Estado Profundo y ceder en casi todas sus demandas.
Si hay que creer en las encuestas organizadas muy apropiadamente por el establishment a favor de los demócratas, ya pudiéramos estar dando por seguro el triunfo electoral de Joseph R. Biden Jr., sin dudarlo.
Pero se trata en realidad de un juego mediático, que pretende ofrecer percepciones falsas al electorado estadounidense.
Donald Trump, quien ha batallado desde que decidió postularse a la presidencia del país más poderoso de la Tierra, ¿volverá a salirse con la suya?
En el mundo real las cosas son muy diferentes a como los medios pretenden pintarlas, y el Rusiagate que persiguió casi todo su primer mandato a Trump con la amenaza del “Impeachment”, ha desaparecido de su panorama político, lo cual le permitirá, si es reelegido, negociar la paz con China y Rusia para bien del progreso económico mundial, apartando el peligro de la guerra.