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De ciudad perdida a ciudad del bienestar: así cambió este pedazo de la CDMX

Texto de Javier Bonilla.

Los próximos habitantes de “Tacubaya Sur, Ciudad del Bienestar”, antes conocida como la Ciudad Perdida, coinciden en varios temas sobre el futuro y el porvenir que se avecina cuando les entreguen sus nuevos departamentos, pero, por sobretodo, celebran que servicios básicos, como el agua y un baño propio, serán una realidad.

Es difícil ubicar con exactitud el origen de este lugar, un predio de 5 mil metros cuadrados donde vivían alrededor de 300 familias en casas construidas con materiales de poca calidad y techos de lámina, separadas solo por callejones angostos que servían para el tránsito de la gente entre el laberinto de concreto y cartón que era la Ciudad Perdida.

Antonio Encarnación tiene 59 años y ha residido siempre entre las calles Héroes de la Intervención, Héroes de Padierna, Calzada de Becerra y Mártires de Tacubaya, el cuadrante que formaba la antigua Ciudad Perdida; Rosa María Caudillo tiene 70 años y su mamá, que llegó con solo tres, falleció en 2016 a los 85 años de edad; de tal forma que hay coincidencias que infieren que este lugar puede tener entre 80 y 100 años de existencia.

“Nosotros no teníamos agua, en las casas no había agua, entonces teníamos que ir a acarrear a tres cuadras, con los botes, con las cubetas, andar acarreando agua o andar pidiendo quién nos regalara agua; los techos eran de lámina fea”, recuerda Rosa María. “Antes tenías que salir por el agua, para el baño que era compartido por muchos”, coincide su vecino Román Águila Zavala.

La familia Caudillo, quizá una de las más longevas de la CP, como la conocen los habitantes del lugar, vio con incredulidad el proyecto. Promesas huecas en tanto administraciones iban y venían y prometían lo mismo: intervenir el lugar y construir casas para los habitantes, garantizar servicios, etc.

La memoria es uno de los pocos tesoros que guardan con recelo los habitantes de este lugar, arraigada principalmente en la comunidad vecinal que durante años han forjado: son décadas de carencias materiales que han hecho de la memoria y la solidaridad el principal patrimonio de quienes ahí habitan.

Rosa María Caudillo

Rosa María Caudillo

No olvidan, por ejemplo, cuando Carlos Salinas de Gortari, entonces candidato del PRI a la presidencia de la República en 1988, se paró frente a los habitantes de la entonces Ciudad Perdida y les prometió que en pocos meses tendrían una vivienda digna. El plan era mover a las familias de aquel predio para construir un proyecto inmobiliario, por lo que se les ofreció vivir en Iztapalapa, entonces sin las bondades de la movilidad y la conectividad que ofrecía la Ciudad Perdida.

Si la CP tenía alguna especie de privilegio es su ubicación, colonia inexplicablemente rezagada de una de las alcaldías más prósperas de la Ciudad de México, la Miguel Hidalgo, que contaba con metro y vías principales de conexión con el resto de la ciudad. Decepcionados por una promesa que no se cumplió, quienes aceptaron moverse volvieron al lugar que por décadas han reclamado como suyo.

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Tampoco olvidan que, en 2011, cuando era Jefe Delegacional el panista Demetrio Sodi, ya se daba por hecho la construcción de una unidad habitacional de 175 departamentos de 55 metros cuadrados, en edificios de 5 niveles, cajones de estacionamiento, una cancha de usos múltiples y áreas verdes, con un valor de 270 mil pesos a pagar a 30 años con mensualidades de 300 y 600 pesos según los ingresos de cada familia.

“Legislaturas iban y venían; mandatos iban y venían; y nos decían que sí, nos decían que no”, se lamenta Rosa María a unos metros de una de las nuevas torres departamentales.

“Desde que yo tengo uso de razón había unas personas aquí que hacían juntas”, comienza Antonio, animado por las hermanas Caudillo, al relatar cómo históricamente se intentó hacer algo en ese predio, con o sin sus habitantes, “yo recuerdo que nos llevaban a Santa Fe, allá por Zaragoza, traían camiones aquí y siempre nos quisieron sacar de aquí pero nunca pudieron”.

Por eso, cuando la actual administración del Gobierno de la Ciudad de México llegó con una propuesta similar a las anteriores, con la intención de hacer un censo, demoler y construir torres de departamentos para los habitantes de la entonces Ciudad Perdida, Antonio y la familia Caudillo lo vieron con escepticismo.

Había muchas cosas que se platicaban, que se iba a hacer esto. Yo no creía nunca”, sentencia Antonio. ¿Por qué esta ocasión sería diferente? Su vecina, Jazmín Toledo, del número 21 de Héroes de la Intervención de la ya no más Ciudad Perdida, tampoco tenía motivos para ver con optimismo la realización de un proyecto que mejorara sus condiciones de vida. “Todos venían y decían ‘no, es que les vamos a prometer que va a entrar el Instituto de la Vivienda’. Nos prometían y nunca nos cumplieron; sí era de pensarse, así como de, no manches me voy a salir ¿y si no regreso?”. “¿Si firmamos y nos sacan y luego no nos van a dar nada?”, se cuestiona también Antonio.

Margarita Caudillo

Margarita Caudillo

El momento clave

 En 2018, cuenta Jazmín, Claudia Sheinbaum Pardo visitó el Mercado de Becerra como parte de sus recorridos de campaña; la exalcaldesa de Tlalpan buscaba la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México de la mano del partido del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena. Esa visita pudo ser el momento clave para la realización del proyecto que después se llamaría Tacubaya Sur, Ciudad del Bienestar.

“Vino (Sheinbaum) a un recorrido aquí en el Mercado de Becerra y ahí mi mamá, que es Agustina Nava y mi tía Guillermina, hacen que ella agarre todo lo que traían trabajando, lo que estaba en el proyecto, cómo estaba el censo. Ella les dice que lo va a tomar y lo va a estudiar y nos tenía una respuesta; y su respuesta fue que sí, sí se podía porque muchos decían que no se podía por la mecánica del suelo, porque eran minas, que porque había grutas, que estaba muy minado y que era muy peligrosa”, relata Jazmín.

El 5 de diciembre de 2018, Sheinbaum asumió su cargo como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y en su discurso de posesión habló sobre el derecho a la vida digna y las acciones que su gobierno emprendería para garantizar el acceso a una vivienda. Se comprometió con las familias que perdieron su patrimonio en el terremoto de septiembre de 2017; y anunció que el programa de apoyo de Unidades Habitacionales se duplicaría.

“Se amplía el programa de mejora de vivienda y posterior a la reconstrucción, intensificaremos el programa de reconstrucción de vivienda social, eso sí, restituyendo la labor del Instituto de Vivienda, acabando con la corrupción y el uso clientelar y abusivo de quien solicita este derecho. En particular dedicaremos nuestro esfuerzo a la deuda histórica de vivienda popular en Atlampa, Ciudad Perdida de Tacubaya y el Centro Histórico”, dijo en aquella ocasión.

De ahí todo fue muy rápido. Los vecinos y vecinas de la extinta CP aún no creen, esta vez más por asombro que por escepticismo, que a finales de febrero de este año serán dueños de un departamento a pesar de que las obras ya están al 98% de avance. “Es totalmente incierto, bueno todavía no estamos adentro, pero yo siento que esto ya es un hecho”, dice convencido Román.

María Fernanda Caudillo

María Fernanda Caudillo

Tacubaya Sur, Ciudad del Bienestar

Primero comenzó con un censo que realizó el Gobierno de la Ciudad de México, en agosto de 2019, para conocer el número de personas que vivían en la extinta CP, desde los más longevos y longevas hasta las familias con menos tiempo. Posteriormente, en septiembre de 2020 inició la demolición de la Ciudad Perdida: aquel laberinto de casas construidas a medias, pues el temor de invertir en un hogar en el que constantemente se sintieron amenazados ante la posibilidad de un desalojo forzoso, impedía la planeación y realización del sueño de contar con una vivienda digna, incluso con sus propios medios.

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En enero de 2021 comenzó la construcción de Tacubaya Sur, Ciudad del Bienestar, en el mismo predio donde hasta hace un año estuvo la Ciudad Perdida, y el cambio es radical. Nada queda ya de la antigua CP y en su lugar se han edificado 16 edificios con un total de 185 departamentos de 51 metros cuadrados en el que se invirtieron 110 millones de pesos, según informó el Gobierno de la Ciudad de México.

El cambio no solo es estructural. La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha puesto especial énfasis en el cambio simbólico de aquel lugar comenzando desde el nombre. “Al llamarle Ciudad Perdida es como una ciudad que no se conoce, que no se reconoce porque perdido es aquello que uno pierde y que nunca se encuentra, que se queda perdido ahí en la historia, en la vida de una persona. (…) Y llamar a un lugar Ciudad Perdida en donde viven familias que con su trabajo han salido adelante, pues era una forma de denigración, como una forma despectiva de tratar a las personas”, declaró Sheinbaum Pardo el pasado 30 de enero en la presentación oficial del Proyecto de Vivienda ante quienes ahí vivirán.

Los departamentos, a fondo perdido para el Gobierno de la Ciudad, y que serán propiedad de quienes habitaron la Ciudad Perdida y hoy lo harán en la Ciudad del Bienestar, están equipados con calentadores solares, sistema ahorrador de agua, cisternas de captación de agua pluvial y su valor en obra es de 759 mil pesos; no obstante, el valor patrimonial se estima en alrededor de tres millones de pesos, informó el coordinador ejecutivo de Seguimiento Institucional del Instituto de la Vivienda (INVI), Rodrigo Chávez Contreras.

Román Águila Zavala

Román Águila Zavala

“Yo pensaba que me iba a morir así como te digo, como estábamos”, reflexiona Román mientras contempla los departamentos blancos y rojos de la Ciudad del Bienestar, mismos que serán entregados a finales de febrero- “yo siento una cosa bonita, bonita porque yo tengo cincuenta y ocho años y todavía no me la creo, en verdad no me la creo, como te digo, si tú tienes cien años y hay veces que no sales de donde estás. Toda la vida nosotros los pobres nos la pasamos difícil”.

Cuando encontramos a Rosa María saliendo de una casa sobre la calle Intervención, justo enfrente de la Ciudad del Bienestar, caminaba con su hija María Fernanda y su nieta de poco menos de diez años. Rosa María no dudó ni un segundo en pedirle a sus hijas, y a todo aquél que pasara por ahí, próximo habitante de Tacubaya Sur, que se acercara y nos contara su experiencia. Tras décadas viviendo en la extinta CP, Rosa María conoce a todo mundo y a cada rincón demolido del laberinto, incluidas sus cuatro entradas y salidas por donde se colaban personas externas que huían de la policía, para bien o para mal. Un lugar idóneo. Sonríe y con cierta picardía reflexiona:

“Antes nos marginaban, la gente cómo se expresaba de aquí del predio y que los rateros, y que los marihuanos, y que las mugrosas y que las…mil apelativos; ahora nos damos el lujo de decir: ‘quién sabe si les hablemos’. Ya los vamos a ver desde acá, ¿no?, entonces a ver si les hablamos”.

*Publicado originalmente Capital 21.

Polemón
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1 Comentario

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  1. Avatar

    Alan

    7 febrero, 2022 at 9:29 am

    ¿Habrá fotografías antiguas de ese lugar?

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