En un plebiscito histórico, el pueblo chileno derrotó al gobierno de Augusto Pinochet (1973-1990) que aún seguía vigente en su constitución y aprobó la realización de una nueva constitución que ponga fin al andamiaje neoliberal impuesto por los Estados Unidos, tras la instalación de una dictadura cívico militar, luego del golpe de Estado en contra del Presidente Salvador Allende.
De acuerdo con los resultados del plebiscito constitucional, con el 70% por ciento de los votos escrutados, la opción Apruebo fue votada por el 80% por ciento del pueblo chileno, mientras que la opción Rechazo recibió un escaso 20 por ciento del apoyo de los chilenos.
La aprobación de la nueva constitución provino de la mayoría de las comunas populares. Mientras que la defensa de la constitución creada por la dictadura de Pinochet, provino de las “comunas” con mayores riquezas de Santiago de Chile, lo cual para los periodistas como Paul Walder de El Clarín de Chile, es un ejemplo de la cruda realidad de la desigualdad que se vive en el país y transparenta “a extrema concentración de la riqueza como legado militar”.
Tras el aplastante resultado, miles de chilenos han salido a las calles para celebrar la derrota del golpismo chileno, en especial se han congregado en la Plaza Dignidad, la cual ha sido el centro de las protestas de los jóvenes chilenos durante el gobierno del derechista Sebastián Piñera, que hasta el momento ha dejado 31 muertos y miles de personas heridas y mutiladas.
Luego de conocer el resultado de la votación, el cada vez más rechazado Presidente de Chile, Sebastián Piñera, declaro: “Hoy hemos demostrado nuevamente la naturaleza democrática, participativa y pacífica del espíritu de los chilenos y del alma de las naciones honrando nuestra tradición de república”.
Según lo proyectado por el Servicio Electoral Chileno, esta fue la votación más concurrida de la historia en ese país.
Después de la aprobación obtenida en el plebiscito, los chilenos votaron a favor de que sea una Asamblea Constituyente, paritaria e integrada solo por ciudadanos electos para ese fin, la que escriba la nueva constitución que sepulte a la constitución aún vigente, creada por el gobierno golpista de Augusto Pinochet.
Este proceso deberá hacerse en un plazo de nueve meses, prorrogables por una única vez por tres meses. Luego, el Presidente deberá llamar a un plebiscito ratificatorio obligatorio, en donde el pueblo deberá aprobar o rechazar la nueva constitución.