I
Yo no sé por qué nos extrañamos: durante más de 15 años la mayoría de los medios de comunicación ha atacado de forma sistemática a Andrés Manuel López Obrador.
En 2000 hubo una campaña para impedirle que fuera candidato a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal: que porque no era capitalino, que porque vivía en Tabasco, que porque no debía gobernar a la capital del país.
Durante los primeros 4 años de gobierno como Jefe de Gobierno, fue atacado: que porque era una locura hacer segundos pisos, que porque hablaba despacito, que porque las ruedas de prensa matutina eran absurdas, que porque viajaba en un Tsuru, etcétera.
Después vino el proceso del Desafuero y las campañas en contra de AMLO arreciaron. Sí, los medios, sus editores, columnistas y algunos reporteros se ensañaron: que AMLO debía pagar, que era inadmisible, que cómo era posible que violara la ley, que ya era demasiado con los videoescándalos y bla bla bla.
A partir de 2004, los medios tuvieron a Andrés Manuel como su principal blanco de ataques, calumnias y mentiras. En 2006, la guerra sucia de muchos medios fue brutal. De verdad, brutal.
Cuando Andrés Manuel decidió llevar a cabo un plantón contra el fraude electoral de Felipe Calderón, esos medios se lanzaron y su intención fue siempre una: destruir por completo a Andrés Manuel, retirarlo de la política mexicana. Acabarlo.
Y así fue el tratamiento de la prensa durante esos años. Eso sí, mientras atacaban a AMLO, construían a un “fenómeno mediático”: Enrique Peña Nieto.
En las elecciones de 2012, la mayoría de los medios siempre estuvieron a favor del candidato del PRI. Siempre. En las encuestas. En los artículos. En todo.
Después de la “victoria contundente” de Peña Nieto, los medios, la mayoría de ellos, determinaron que AMLO ya no debía encabezar a la izquierda mexicana, y que lo mejor era que se retirara, que ya dejara a “otros liderazgos” realmente cambiar a este país.
Y así, hasta 2018.
¿Por qué pues, esta tendencia de la mayoría de los medios a atacar a AMLO iba a cambiar cuando fuera presidente?
Claro que no iba a transformarse, y menos porque, una de sus políticas ha sido la austeridad, la cual también incluye una disminución al aberrante gasto que hacían los gobiernos anteriores en contratar publicidad en los medios de comunicación.
II
La prensa anti-AMLO siempre ha intentado acabar con él. Siempre. En 2000, en 2004, en 2006 y 2007, en 2012, en 2017. Nunca han dejado esa postura. Nunca.
Hoy, Andrés Manuel López Obrador es Presidente de México, y es normal que desde los medios de comunicación se le critique porque representa al poder. Es sano. Y él, sabiendo eso, ha decidido llevar a cabo un ejercicio de diálogo con la prensa que nunca se ha hecho en el país y que, seguramente, no se hace en ninguna otra nación: las conferencias diarias de prensa.
La interacción de los reporteros con AMLO en las mañaneras es una radical forma de rendición de cuentas y de dialogar. A AMLO les sirve para informar de forma directa, y los medios tienen ahí la oportunidad de cuestionar al Presidente. Esto no se hacía antes. Y parece ser que muchos no lo entienden, o lo omiten descaradamente.
Ahora bien, muchos medios, que deben cuestionar, no han perdido su intención de acabar con AMLO. Porque así siempre ha sido. Porque es una cuestión que viene desde 2006, porque lo odian.
Así pues, en México, tenemos a una prensa que siempre ha odiado a AMLO, que lo ha atacado durante muchos años no con la intención de informar, sino de aniquilarlo. Eso no se puede negar. Y esa prensa puede, y quizás lo está haciendo, transformarse en una prensa golpista, como la que existe en muchísimos países de América Latina.
Es una realidad que no debemos olvidar.
III
Hay periodistas que afirman que su labor es cuestionar, y que no deben ser “aplaudidores del régimen”: que ésa no es su función.
Evidentemente tienen razón.
Sin embargo, a ese razonamiento le hace falta un gran contexto en el caso mexicano. Parecería que, quienes piensan así, no tienen ningún conocimiento de la relación de la mayoría de la prensa con AMLO, ni tampoco de la historia reciente de los medios de comunicación.
Para quienes argumentan esto, los medios son neutros, puros, y realizan siempre una función excelsa. Es decir, no atacan, sino que hacen periodismo radicalmente verdadero y profesional.
Esto, con todo respeto, es una falacia. Y los medios tienen dueños, intereses e intenciones. Si no se entiende esto, no se pueda valorar bien la función de los medios de comunicación en el país.
Por ello, pensar que todos los medios actúan con intereses netamente periodísticos o con la intención de informar, es un error. Incluso muchos de los periodistas que piensan así, que el periodismo es radicalmente neutro, actúan más con la intención de ser famosos y reconocidos, y no con la noble y humilde intención de informar a la sociedad.
Igualmente, quienes piensan que los medios son neutros y que ellos son periodistas que hacen siempre una labor excelsa, dan a entender que, si el Presidente responde, o entabla debate, es una casi una violación a la libertad de expresión.
No han entendido que esto de la relación entre AMLO y los medios es completamente distinta a la relación que había en el pasado, y que hoy hay libertad de preguntar, cuestionar, pero también hay un debate existente.
Y eso -no se puede negar- es democrático. Es una forma radical de libertad de expresión.
Antonio Díaz
1 noviembre, 2019 at 10:42 am
Están ARDIDOS por falta de chayote, regalos y la buena vida que les daban los prianrdistas, como ahora no hay por eso chijjsn como niños lo que no hicieron como periodistas
Genaro
1 noviembre, 2019 at 12:00 pm
Hacen falta más personas como Jorge Gómez Naredo, que con esas reflexiones, lo ponen a uno en contexto… La verdad no me había puesto a analizar a esta prensa prostituta de nuestro país
Ernesto Encinas
1 noviembre, 2019 at 10:45 pm
Será el sereno, pero, por primera vez en mi vida, y ya no soy un jovencito de 16 años, veo que México está empezando a despertar, a poner las cosas en perspectiva y a participar activamente en la cosa pública. ¿Que esto no le agrada a ciertos grandes intereses creados, a ciertas religiones ni a ciertos partidos políticos? Se entiende. Habemos millones de mexicanos y mexicanas que queremos un país mejor, pero mucho mejor, que esta república bananera que hemos padecido durante tantísimo tiempo.