Un Presidente que abordó un auto compacto hacia el aeropuerto de la Ciudad de México, sin vallas del estado mayor, sin guaruras y sin los dispositivos grandilocuentes de otros años.
Sí, parece lejana la prehistoria cuando los mandatarios megalómanos -además de cleptómanos-, habitaban búnkers y nadie los imaginaba dando pasos en las banquetas. Ya no más.
El Presidente Andrés Manuel tomó un vuelo comercial, hizo una escala en Atlanta y transbordó hacia Washington. Algunas personas le pidieron fotos, saludos y abundaron los buenos deseos.
Sin estridencias durmió en una casa de la delegación mexicana en Estados Unidos, para, al siguiente día, llegar caminando al monumento a Abraham Lincoln. Ahí traspasó el mausoleo con estilo de templo griego dórico para depositar una sobria ofrenda y mirar al gigante que combatió la esclavitud, quizá con los mismos ojos que la miró Fidel Castro en abril de 1959, a cuatro meses del derrocamiento del dictador Fulgencio Batista.
En México la dictadura rancia de los neoliberales ya apesta mucho pero todavía no está muerta.
Unos pasos después, el Presidente acudió a rendir una guardia de honor al mejor presidente de la historia de México: Benito Juárez. Se le observaba más sereno que nunca junto a la figura de piedra esculpida que representa al Benemérito y la cual señala hacia… la izquierda (desde el mismísimo corazón del Imperio).
Después de estos dos actos, ya en la tarde, caminando, con sobriedad y firmeza, el Presidente de México se colocó en un podio coronado por una infinita bandera mexicana y el águila que surge del nopal para devorar cualquier boa, perdón, quise decir, serpiente. Y ahí sentenció el presente y el futuro de la relación bilateral. Le dijo de frente a Donald Trump:
Pero lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía. En vez de la Doctrina Monroe, usted ha seguido, en nuestro caso, el sabio consejo del ilustre y prudente George Washington, quien advertía que “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”. Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente. Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo digno, libre, democrático y soberano.
En una relación entre iguales, el que avisa no traiciona, y el Presidente le dijo a Trump directo a los ojos lo que somos y seremos: una patria libre, independiente y soberana.
Aunque todos los medios amparados en el chayote del viejo régimen apaguen sus micrófonos, aunque tergiversen los dichos, los quieran ocultar o en el mejor de los casos los ignoren, lo de ayer fue un discurso que habla a la historia de las naciones. Las palabras del Presidente de México ya son inolvidables, la señora de la tienda ya me las recordó hace un rato.
Los levantacejas no saben cómo reaccionar, están más rebasados que nunca por la realidad. El presidente historiador dio una lección de dignidad en la Casa Blanca. La soberanía nunca más será una frase hueca que se colocaba como cereza de pastel para adornar discursos entreguistas de presidentes que, en los hechos, traicionaban y desmantelaban a México. Ya no. Hoy la soberanía tiene sello de autenticidad.
Y los migrantes en el centro: “En los años 40 del siglo pasado durante la Segunda Guerra Mundial, México ayudó a satisfacer la necesidad de Estados Unidos de materias primas y los respaldó con mano de obra de los trabajadores migrantes que fueron conocidos como braceros…” Un día sin mexicanos en Estados Unidos es imposible, nos necesitan y los necesitamos, ha punzado el Presidente. La soberanía se hace valer con sabiduría magistral.
Hoy se impone la digna representación de un México soberano. Los Presidentes Benito Juárez, Abraham Lincoln, Lázaro Cárdenas y Franklin D. Roosevelt acompañan la fiesta de mariachis que retumba en las celebraciones por la visita del primer Presidente legal y legítimo electo que llega al norte de pie y no de rodillas, o de cuclillas como Fox y Calderón.
A falta de argumentos, aparece la dosis del ridículo clasismo de la tía tutsi pop: “no sabe inglés”, es que dijo “Trun”, “lleva su equipaje en una caja”, “va pedir tamales”, y todo su repertorio que solo es un búmerang para ellos mismos ante un pueblo que hartaron precisamente con su indolencia y prepotencia. Llevamos nuestro equipaje en cajas y valijas, comemos tamales y no hablamos “english” ¿Dónde está el problema? Por cierto, tomen en cuenta que Cesar Duarte es solo un bocadillo.
Los agoreros del desastre se han quedado otra vez con un portazo de la historia en la cara. Lo sentimos ustedes solo son empleados de otros empleados, no están convidados a la cena de la Casa Blanca. La envidia les corroe, sólo les queda seguir vociferando. Los mismos entreguistas de la “enchilada completa” y que aprobaron la reforma de 2013 que privatizó el petróleo con Peña hoy se enrollan y tiran hipócritamente desde el Ángel de la Independencia.
Son tan conocidos, cobardes y tan patéticos.
Un bat de beisbol de arte huichol por un bat de las grandes ligas. De reojo, como un pitcher que atisba al contrario que tramposo se quiere robar la primera base, el Presidente lanza a los conservadores un recuerdo cargado de patriotismo, una bola tan rápida como una ráfaga. Ojalá la lean fuerte y claro de una vez por todas, esos conservadores vendepatrias de ayer y siempre. Dice el Presidente ante las cámaras del mundo (que insólitamente reportaban el mensaje en todo el orbe menos en México):
El mejor presidente que ha tenido México, Benito Juárez García, como usted lo mencionó, pudo entenderse con el gran presidente republicano Abraham Lincoln. Recordemos que este gran líder histórico estadounidense, el impulsor de la abolición de la esclavitud, nunca reconoció al emperador Maximiliano, impuesto en México con la intervención del poderoso ejército francés
Faltó decir: Lincoln no reconoció el intervencionismo que los conservadores de aquella época sí, y los de hoy ni dudarlo que lo harían con tal de restaurase en su viejo régimen corrupto.
Un jonrón más. ¿Las palabras de Lázaro Cárdenas desde cuando no se habían pronunciado en la Casa Blanca? Recuerda el Presidente ante Trump:
Lo mismo sucedió con la espléndida relación que mantuvieron, a pesar de las circunstancias difíciles, el presidente demócrata Franklin Delano Roosevelt y nuestro presidente patriota el general Lázaro Cárdenas del Río.
En los días posteriores a la expropiación petrolera, en una carta, el general Cárdenas reconoció el buen entendimiento bilateral de la siguiente manera: “Mi gobierno considera que la actitud asumida por los Estados Unidos de Norteamérica, en el caso de la expropiación de las compañías petroleras, viene a afirmar una vez más, la soberanía de los pueblos de este continente, que con tanto empeño ha venido sosteniendo el estadista del país más poderoso de América, el excelentísimo señor Presidente Roosevelt”.
De modo que, guardadas todas las proporciones y en circunstancias sin duda distintas, la historia nos enseña que es posible entendernos sin prepotencias o extremismos.
Qué le quedará a los golpistas sino buscar al rey de España para postrarse y pedir su salvación.
Aislados del mundo, los ortodoxos del neoliberalismo en un solo país yacen desconsolados pero no dejan de ser rabiosos peligrosos. Su esperanza es un giro electoral en Estados Unidos, nada más porque allá no pueden ir a hacer fraude, sino mandarían a los alquimistas del INE.
“Agradecemos mucho esta recepción, presidente Trump. En efecto, fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”, dijo AMLO.
Los golpistas perdieron el debate, vendrán kilos de papel y horas nalga en televisión para pretender manipular los objetivos y logros de la visita del Presidente a Estados Unidos. En términos no beisboleros pero futboleros, diríase que gustamos, ganamos y goleamos.
Hablo en plural porque cuando juega México y gana, ganamos todos. Los amargos están básicamente parapetados en Twitter, ahí están re-que-te-bien. Y ya lo ven, perdieron los odiadores otra vez. Ya no son tan rápidos: que sigan furiosos…
El Presidente habló claro y sencillo, sus frases son de quien caminó pantanos y canales anegados de tristeza junto con indígenas y campesinos. Ha recorrido todos los pueblos de México, no es casual que hoy la mejor política exterior sea la política interior.
Los migrantes merecen todo el respeto, son pieza clave del motor que hace girar la vida cotidiana del país vecino. Que se inaugure una época de fraternidad, igualdad y libertad entre pueblos que han enfrentado adversidades.
Benito Franco
13 julio, 2020 at 4:12 pm
Mexicanos migrantes, pongan atención: Los detractores ‘conservas’, desparraman vomitando odio y rencor que, en su visita que a qué fue AMLO a la Casa Blanca y que no le importaron los migrantes, etc. Entonces ¿por qué ha firmado Trump una iniciativa de prosperidad para los latinos? ¿Por qué crea una comisión para mejorar las condiciones de estudiantes latinos (el reconocimiento de los dreamers)? Suspende los permisos de inmigración por cuestiones de salud, no de impedimento (por COVID-19)
Aguas con Biden, es amigo de Felipe Calderón y de Carlos Salinas de Gortari; salen éstos dos sátrapas fotografiados con el candidato “demócrata” Biden. Lo que nos esperará si gana. Voten correctamente; pese a todo yo elegiría a. …
Ahí nomás amarguras conservadoras.