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Los Panamá Papers explicados a asalariados que pagan impuestos

 

I

Sí, usted paga impuestos. Le rebajan de la nómina. Que si gana dos mil, le quitan como cien pesos. Que si diez mil (y eso en este país es ganar mucho), que como dos o tres mil pesos. Siempre impuestos. A la renta. Al consumo. A todo impuestos. Pagamos, pagamos y pagamos.

Y los impuestos son, digamos, positivos. Es el mecanismo más fácil par redistribuir la riqueza. El estado (dicen los clásicos) se creó para quitarle algo a los muy ricos y darle un poco de eso mucho a los muy pobres. Con esta idea el estado-gobierno tiene la capacidad de hacer y de decir que mejorará todo. Que estaremos bien todos. Que seremos pronto un poco menos infelices todos.

Pero hay quienes no pagan impuestos. Y eso es injusto. Y lo es más porque suele ser que esos que no pagan impuestos son lo más ricos. No ricos de tener un auto nuevo y una casa con más de tres habitaciones junto a una hipoteca como por veinte años. No, no esa riqueza que es mínima, humilde, de pobres. No, es otro tipo de riqueza. La riqueza que casi todo el mundo ni siquiera se puede imaginar.

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II

¿Usted se imagina que tiene 100 millones de dólares? ¿Qué podemos comprar con ese dinero? ¿Qué podemos hacer con ese dinero?

¿Usted se imagina que en unos cuantos meses gana 300 millones de dólares? ¿Qué podemos comprar con ese dinero? ¿Qué podemos hacer con ese dinero?

Hay quienes ahorran un año para comprarse una televisión medio moderna de 50 pulgadas. Y duran un año sacrificando salidas a comer, cervezas e idas al cine: ajustan los gastos cotidianos. ¡Ahorrar!, ésa es la solución.

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Si usted se lo propone, usted lo logra.

Hay quienes en lugar de ahorrar, deciden sacar esa televisión de 50 pulgadas (medio moderna) a crédito. 18 meses sin intereses. O con intereses pequeñitos y plazos fijos. Y usted no ahorra, sino que trabaja para pagar esa televisión medianamente moderna que está enfrente de usted. O en la sala. O en la habitación. Y paga un mes: ¡híjole, qué caro! Y paga el segundo mes. ¡híjole, que duro seguir pagando así cada mes, cada mes de aquí a 16, o 12, o los que sean! Pero usted puede mirar sus programas favoritos en esa televisión de 50 pulgadas, que es tan medianamente moderna que tiene incluido el “Netflix”.

Si usted se lo propone, usted lo logra. No se necesita mucho para ser feliz.

¿Usted se imagina que alguien, en un mes, o en dos, o en tres, gane más de cien millones de dólares? ¿Usted sabría qué hacer con tanto dinero? ¿Usted se imagina cuántas televisiones de cincuenta pulgadas medianamente modernas podría comprar con lo que unos pocos ganan en un mes?

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Usted paga impuestos. Paga impuestos por los cinco mil pesos que gana al mes. Paga impuestos por los ocho mil pesos que gana al mes. Paga impuestos quizás por los 15 (qué rico debe sentirse usted) mil pesos que gana al mes. Pagan impuestos incluso los que ganan mil 500 pesos al mes.

Y qué injusto es el mundo.

Esos que gana miles y miles y miles y miles que usted ni siquiera se alcanza a imaginar cuánto es, esos que son, digamos, los verdaderos ricos, esos que tienen tanto dinero que se podrían comprar millones de televisiones (medianamente modernas) de cincuenta pulgas, esos…, no pagan impuestos. Y hacen todo lo posible para no pagarlos.

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III

Para que se enoje usted más (si es que se enoja, porque hay gente que vive muy feliz y nunca se enoja. Y es que esa gente sabe muy bien que si se propone hacer algo, lo logra: el éxito está al alcance de todos).

Esos que ganan miles y miles y miles de millones de pesos y de dólares, hacen todo lo posible para que su mucho dinero no pague impuestos.

Pero recapitulemos. ¿qué significa no pagar impuestos? Olvídese por un momento del suelo del presidente. De los autos lujosos de los diputados y senadores. Olvídese ahorita de eso que son migajas.

Ponga atención: alguien que gana millones y millones, debe pagar de impuestos millones y millones. Es lo justo. Es lo mejor, lo más sano para vivir bien todos. Pero, esos que deberían pagar millones y millones de impuestos, con el poder que otorga el dinero (el corruptor), no pagan impuestos, o pagan poquito.

Pero no solamente eso. Esos que gana millones y millones y que deberían pagar de impuestos millones y millones, deciden (para que nadie ose tocar su dinero con un impuesto) mandar su riqueza a otros lugares donde se les aseguro no pagar impuestos.

Eso está mal. Es un delito. Pero así pasa. Así ha pasado.

Esta práctica es lo que evidenciaron, de forma clara, los llamados Panamá Papers, es decir, los documentos de una empresa llamada Mossack Fonseca que se dedicaba, entre otros servicios, a garantizar que los dueños del dinero no paguen.

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IV

No se preocupe. Todo está bien. Usted puede comprar su televisión a meses sin intereses. Incluso usted pueda hacerse de un auto. Es un suertudote. Un privilegiado. O incluso de una casa. Y es que hay quienes no pueden eso. Miles que no pueden eso que usted puede. Hay millones que viven pobres. Pero usted no. Usted puede comprarse a crédito su televisión, y también estar pagando en cinco años el auto que tiene pantallita bonita y le dice cuánto kilómetros puede recorrer con la gasolina que trae en el tanque. Usted puede eso.

Para ser feliz no se necesita dinero. El amor y el espíritu y las sonrisas lo pueden hacer feliz a uno.

Pero recuerde que, hay en este país, gente muy rica que no paga impuestos. Gente muy rica que no paga lo que podría servir para carreteras, para educación, para que haya más gente bien alimentada, para que todos tengamos más posibilidades de comprar algo, para que muchos tengan más posibilidades de no morirse de hambre.

Recuérdelo.

Y si le quedan ganas después de pagar su letra del auto, o la hipoteca de la casa, o la mensualidad de la televisión que estaba en oferta en el supermercado, sería bueno que también protestara. Un poquito. O muchito. Porque si usted no protesta, nadie lo hará. Y este país seguirá teniendo a sus ricos muy ricos cada vez más sonrientes, y usted, cada día, tendrá menos posibilidades de comprarse esa tele grandota y medianamente moderna que desea con ansias cada vez que va al supermercado.

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Jorge Gómez Naredo
Escrito por

Profesor en universidad pública. Fundador, junto con Jaime Avilés y César Huerta, de la Revista Polemón.

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