Opinión

La derecha fakeminista y su falso muro de Berlín

Hace unos días inició marzo, ese que siempre nos trae la primavera y también las declaraciones hipócritas de los partidos políticos que se vuelven “feministas”. Esos partidos como el PRI y el PAN a los que no les importa en lo más mínimo la lucha legítima de las mujeres, pero que este mes nos dicen que “rompamos todo”.

Esos partidos como Movimiento Ciudadano que navegan con bandera progresista, pero que a la hora de votar en los Congresos, siempre votan en contra de la autonomía de las mujeres. Esos mismos que nos exigen “denunciar a tiempo” pero que durante años se han encargado de mantener una estructura que nunca nos favorece a las mujeres.

Ahora también han emprendido una campaña sucia que se aprovecha de la lucha feminista, para golpear al gobierno y desestabilizar. No les ha quedado de otra, porque en estos últimos dos años no han logrado articular ninguna propuesta, ningún discurso. Por eso se cuelgan ahora del movimiento feminista, cuyas propuestas jamás habían tomado en cuenta.

Su oposición son personajes como Chumel Torres, esparciendo siempre discursos de odio, supuestos críticos que más bien son racistas y clasistas. O como Paty Chapoy, quien hace un año decía que había que limpiar los monumentos, y ahora dice que pusieron una valla porque “nos tienen miedo”, como si ella hubiera acompañado alguna vez en las marchas. ahora resulta que quiere quemarlo todo. También hay personajes como Ricardo Anaya, quien decidió recorrer el país en medio de una pandemia, burlándose de nosotros buscando ser aplaudido por cosas que todos hacemos a diario, cómo subirnos al metro o a una combi. Y como ellos, hay otros tantos impresentables a los que no vale ni la pena mencionar.

Lo cierto es que nunca les ha importando la violencia machista y mucho menos se han molestado por siquiera hacer el intento de erradicarla o prevenirla. Su doctrina es el espectáculo y predican con la mentira.

Por supuesto que Fox y Calderón se van a burlar de la valla de Palacio Nacional, ellos no la necesitaban, su policía tenía autorización para reprimir y desaparecer a quienes se manifestaban. Acusan y critican cómodamente desde su sillón, pero ¿quienes van a poner el cuerpo? ¿ellos?, jamás. Creen tener las recetas perfectas para el buen gobierno, pero durante sus sexenios solo acumularon horrendas y crueles cifras de violencia que dejaron un país destrozado. A eso, le sumamos que estos férreos defensores del fakeminismo jamás se han manifestado. Están muy confundidos si creen que ahora hay represión.

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A esto, hay que agregar el estallido de las masas que ha surgido por la digna rabia de las mujeres y el agitamiento de ciertos grupos que han encontrado en la lucha feminista, la forma perfecta para desestabilizar, para destruir antes que transformar y que se han encargado de generar las condiciones necesarias para generar rompimientos.

Y no he venido aquí a criticar las formas de protesta, ni a defender a las paredes, ese no es el punto, y no deberíamos centrar la discusión en eso. Hay que ir más allá, preguntarnos cómo es que termina aliándose un movimiento legitimo como el feminismo, con los que han estado siempre en contra de los derechos de las mujeres. 

No podemos dejar que implanten un falso discurso, es urgente disputar la narrativa y organizarnos. Nuestras voces están más presentes que nunca y vivimos tiempos en los que se puede establecer un diálogo. Quienes dicen lo contrario, carecen de memoria histórica.

Sería muy ingenuo decir que el movimiento feminista no esta infiltrado por la derecha, pero también muy exagerado decir que no son más las que realmente luchan por la vida digna de las mujeres y que tienen demandas y consignas que son realmente válidas y urgentes para la agenda nacional.

Por eso necesitamos construir una alternativa propositiva que no se quede en un simple discurso incendiario, y que busque y logre un consenso para poder cambiar verdaderamente las cosas, para transformar nuestra realidad.

Que nunca se nos olvide qué lo personal es político y que necesitamos hacer política para cambiar las cosas. Que no se nos olvide qué otra realidad es posible. Nos toca dar el debate, nos toca transformar las cosas.

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