Lo que más sorprende es su incompetencia para entender lo que está pasando. Como que están incapacitados para eso. No han comprendido la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. No han sabido cómo actuar ante ella.
Por un lado, la oposición partidista: gris, sin ideas, empecinada en convencer a la gente que AMLO es torpe y que nos llevará al precipicio y que todo se irá al carajo de un momento a otro. No logran elaborar un discurso consistente, que logre enlazar con la gente, simpatizar con ella.
Además, no se han recuperado de la derrota, y no saben cómo enfrentar a Andrés Manuel y sus conferencias de prensa y sus giras y la forma en cómo marca la agenda.
Actúan como en cámara lenta, y de forma siempre errática. Van de ridículo en ridículo, y como hacen tantos, ya poca atención se les presta. Sombríos. Se han empecinado en invisibilizarse. No han logrado siquiera conformarse como eso que dicen que son, o que la prensa les asigna: la oposición.
Cuando fueron gobierno resultaron pésimos gobernantes. Ahora que son oposición, son pésimos oponentes.
Está la otra oposición, que es la más fuerte. La que siempre había mandado porque su capital así lo decidía. La que se siente dueña del país y que posee la riqueza. Que la concentra. Que la gasta. Que la disfruta.
Esa oposición ha sido lista hasta cierto punto. Esconde su enojo. Esconde sus odios. Esconde sus dardos. Claro, tienen a sus cercanos a los cuales les encomienda la función de ponerse críticos con Andrés Manuel, pero su efecto es limitado. Ellos, esa oposición no partidista y muy rica, piensan que vía las organizaciones de sociedad civil o los analistas “independientes” que les son cercanos pueden ir erosionando el apoyo popular a AMLO. A eso le apuestan por ahora.
Saben que Andrés Manuel los tiene siempre en la mira. Y saben (y sienten) que los privilegios que tenían ya no los tendrán. Lo entienden y esto es una ventaja respecto a la oposición partidistas que parece que no entiende nada. Comprenden lo que está pasando. Incluso lo han hecho desde antes de que ganara AMLO: las cosas para ellos ya no iban a ser las mismas.
Pero aunque están enteramente desesperados, no lo expresan de forma tan obvia. No se le echan encima a AMLO de forma directa porque tienen las de perder. Más bien buscan adaptarse lo más posible. Perdieron, pero aún no pierden todo. Y comprende que eso, para ellos, ya es ganancia.
Esto no quiere decir que no actúen o que estén inmóviles. Lo hacen, pero ahora de forma tímida. Ingresan recursos a los contras de AMLO, los financian, pero no son tan obvios.
Tienen dos caminos: o adaptarse a las nuevas reglas o ser la oposición golpista de países como Venezuela o Argentina. Hasta ahora han optado por la primera opción, que es donde menos pierden. Pero, y esto hay que tenerlo presente, no descartan la segunda.
Esto no quiere decir que los de la oposición esté desaparecidos. No, al contrario, están activos. Pero aún no entienden cómo actuar. No saben. Están experimentando, y nada les ha salido. O al menos no les ha salido bien.
Ellos piensan que Andrés Manuel López Obrador comenzará a caer en las preferencias de la gente, y que ahí ellos podrán hacerse fuerte. Están esperando ese momento, y no ha llegado. Le apuestan al desgano de la gente, a que las propuestas de campaña de AMLO no se cumplan y a que el gobierno se venga abajo para ellos anunciarse como los salvadores.
Piensan que pronto la actual administración se desgastará. Que habrá odio hacia ella. Que ya no más apoyo a AMLO y sí mucho rechazo.
Eso esperan. Y desesperan porque llegue pronto.
Y no ha llegado, porque no comprenden que hay otras variables, que los tiempos son distintos, que las lógicas en la relación pueblo-gobierno se han modificado. Y a pesar de que la estructura del Estado no se ha movido como lo desearía AMLO, se está comenzando a transformar la realidad y el objetivo resumido en “por el bien de todos, primero los pobres” se hace realidad.
Así pues, la cuestión que se debe plantear es: si el desgaste de AMLO no llega, ¿qué va a hacer la oposición? ¿Cómo va a actuar? ¿Abandonará su vía de crítica vía noticias falsas y para pasar a una estrategia de desestabilización? ¿Cuánto aguantará a que se de ese “desgaste” (que hoy parece muy lejano)?
Ezequiel Herrera
31 julio, 2019 at 1:12 pm
Ese es mi Gallo,, por fin, esta es la contramedida a la corrupción de los gobiernos anteriores, ….Viva AMLO!!!!!
Antonio Díaz
31 julio, 2019 at 1:52 pm
Por eso le TLATOANI, no es casualidad. Regresemos a la Historia de nuestro grande y hermoso país, el TLATOANI era el de los mayores arrestos, no era de sangre azul y no hereda an el puesto, se lo ganan a la hora de los chingada os y no comprando votos, saqueando o corrompiendo, ni pidiéndole a los sacerdotes que intercadieren por él. Tratemos de recuperar lo poco que dejaron los sanguinarios y perversos que empezaron el saqueo del país y que dejaron a los derechangos y a la minoría rapaz, que lo buscan es seguir robando
Arturo
31 julio, 2019 at 4:05 pm
Un buen resumen:
Cuando fueron gobierno resultaron pésimos gobernantes. Ahora que son oposición, son pésimos oponentes.
Ernesto Encinas
2 agosto, 2019 at 2:31 am
¡Excelente tu comentario, Arturo! ¡Breve pero demoledor!