Sanatorio Postaurino

¿Debe Mancera destruir la Plaza México? |Sanatorio Postaurino

Plaza de Toros México. Foto: Omar Bárcena/Flickr

Por: Lumbrera Chico (@lumbrerachico)

23 de julio 2016.- En su primera entrega, Sanatorio Postaurino expuso la posibilidad de que el doctor Miguel Ángel Mancera esté planeando la demolición de la Monumental Plaza de Toros México. Al buzón electrónico de lumbrerachico@gmail.com llegaron muchas opiniones. He aquí las más representativas.

¿Aún existe la fiesta “brava”?

No permitamos que nos quiten nuestra bella fiesta brava. Defendámosla con todo y no permitir que Mancera siga haciendo lo que él quiere… Ya se está adueñando en construcciones en las zonas más renombradas en esta ciudad. Hortensia Vargas

Estimada Hortensia: la llamada fiesta brava o fiesta de toros ya no existe: empresarios, ganaderos y toreros “mandones” acabaron con ella. La México es un lavadero. La pregunta sigue siendo: ¿debe ser demolido el coso de Insurgentes? Me queda claro que tu voto es en contra.

Monumento en la Plaza de Toros México. Foto: VasenkaPhotography/Flickr

Lección de anatomía bovina 

Las corridas de toros consisten en torturar hasta la muerte animales con un sistema nervioso muy desarrollado, similar al humano. Durante los 20 minutos que dura este dantesco espectáculo, su sistema nervioso le está transmitiendo dolor [debido a] la puya que le destroza las cervicales. Mónica Hernández.

Estimada Mónica: ningún toro puede caminar si le  rompen la columna vertebral (o “destrozan las cervicales”, como lo enuncia usted). El puyazo tiene una larga historia que se remonta a la época de las cruzadas. Los aristócratas españoles que se iban a guerrear contra los árabes, eran despedidos en fiestas campestres, donde el jet-set de la comarca se reunía alrededor de un espacio cerrado para ver a un jinete vestido totalmente palacio, y montado en un caballo pura sangre, que mataba un toro con una lanza persiguiéndolo, digamos, como si un miope tratara de clavar un palillo en una aceituna.

Cuando los franceses tomaron el poder en España, prohibieron esa costumbre y la desterraron de la corte. La gente del pueblo se inconformó. Los pobres, los campesinos, la juventud hambrienta y sedienta de relajo, el vulgo por llamarlo así (a riesgo de ser tachado de populista), comenzó a organizar corridas, como la de los señoritos, pero con caballos tan flacos y tristes como el del Quijote, en corrales hechos con palos, barriles y ruedas de carreta y con todos los toros bravos que los jinetes más astutos pudieran “seducir” en el monte, atrayéndolos con la cola del caballo hacia la aldea donde serían el alma de la fiesta.

Don Panchito de Goya y Lucientes, testigo de aquella etapa de caos y furia en España, pese a que estaba exiliado en Francia, pintó una espeluzante colección cuadros taurinos que nos cuentan cómo eran aquellas pachangas. El Rafael Herrerías local era el carnicero del pueblo. Éste se encargaba de todo. Conseguía el ganado, ponía el tinglado y trepado en su jamelgo, mientras los músicos tocaban charangas, azuzaba al toro que saltaba a la arena y lo picaba con un palo rematado con un pico de hierro. Era un provocador. La gente se brincaba al ruedo, y unos con trapos, otros con hachas, otros con cuchillos, todos los borrachos del pueblo competían como tiburones desquiciados para matar al toro. Una de las razones por las que actuaban así –también hay que decirlo– era el hambre.

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Mucha gente de buen corazón que desconoce tales antecedentes, se burla de los toreros que cortan orejas. Esas personas, como nunca han visto una corrida, imaginan lo peor: que los desorejan vivos, y asocian esta actividad a una personalidad psicótica, sádica, cruel, sociópata y especista. Pero las cosas no son así. En la época de Goya, los carniceros pueblerinos premiaban al que mataba mejor una res, obsequiándole toda la carne que la res poseía. Una vez que el cuadrúpedo había expirado, a petición del público, el policía del rancho le cortaba una oreja y se la entregaba al triunfador para que éste pasara al rastro de la plaza y comparara la piel del animal con la piel de la oreja. Era como un ticket.

La fantasía de llegar a tu casa con trescientos kilos de carne de res en una época de hambre y penurias como aquella, detonó explosivamente la afición al toreo. Desde entonces, y hasta los años setenta del siglo XX, para los pobres, los analfabetas, los parias, el toreo fue visto como un vehículo de movilidad social, un trampolín para alcanzar la riqueza, la fama y el éxito. A medida que México se empezó a podrir, se abrieron nuevas ventanas de oportunidades. Tras comprender que de cada mil aspirantes a torero solamente uno lo había logrado, los nuevos jóvenes viraron masivamente al crimen organizado.

Moraleja. Ser torero o ser sicario requiere el mismo alto grado de valor, dado que ambos oficios son igual de peligrosos. Los antitaurinos suelen orinarse en las tumbas de los toreros, pero no toman en cuenta que hoy en día, entre torero o sicario, los jóvenes que son toreros lo son porque tienen un profundo sentido de la decencia.

Monumento en la Plaza de Toros México. Foto: Especial

¿Todos somos culpables?

Los verdaderos aficionados estamos en desacuerdo de que echen abajo la plaza México, pero lamentablemente vivimos en una época de modismos animalistas y doble moral, lamentablemente fuimos copartícipes de que nuestra amada fiesta brava se viniera abajo asistiendo a corridas piteras y faltas de calidad en los astados y en los toreros, después de leer tu artículo estoy muy triste y pongo en manos de unos hijos de puta la subsistencia de mi amada fiesta brava. Raúl Valencia 

Estimado Raúl: no somos “copartícipes” del declive del espectáculo porque tampoco somos culpables de la decadencia del país. Como taurinos, somos víctimas de la misma corrupción que nos lacera como ciudadanos, la misma corrupción que se manifiesta en cada uno de los aspectos de la vida pública. ¿Por qué son tan exitosos en sus otros negocios los empresarios taurinos que mantienen las plazas vacías? Porque las usan para lavar dinero limpio. Miguel Alemán Magnani promedia las ganancias de Interjet con las pérdidas de la México, la familia Bailleres promedia las ganacias de sus minas de oro con las pérdidas de sus 18 plazas de toros, y Hacienda los comprende y les perdona que no pague impuestos. Ergo, los magnate se quedan con el dinero que ganaron según ellos limpiamente.

Miguel Ángel Mancera y Miguel Alemán Magnani. Foto: Especial

Opina un conocedor

He leído con gran interes su columna de Polemon, acerca de la relación entre los migueles, Mancera y Aleman Magnani, y mi opinion es de que si se llega a dar su pronostico de que tirarian la plaza mexico, seria un golpe mortal para la fiesta de los toros, que de por si ya esta muy castigada con los abusos de los empresarios, ganaderos y matadores chabacanos que solo quieren torear bureles comoditos, sin peligro, descastados, sin bravura, sin fuerza para aguantar siquiera tres pases ligados, y este es un mal general en la actualidad, pero principalmente en la capital del pais, ya que es la punta de lanza para esta fiesta tan hermosa que muchos quieren acabar porque simplemente no la entienden. Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo con usted en lo que el publico de la mexico esta sumamente mal educado, por televisa con sus cronistas cobardes que no se atreven a decir la verdad de lo que estamos viendo en el ruedo y ellos dicen que es blanco cuando en realidad es negro y a eso le sumamos que la asistencia a la plaza mexico y a todas las demas del pais, se ha vuelto solo como una pasarela de gente que va a presumir sus vestimentas, a emborracharse y a lucirse, y no saben de tauromaquia absolutamente nada. HACE FALTA CULTURA TAURINA, por eso aplaudo plumas como la suya que hablan con la verdad sin tapujos. Ing. Alfonso Gutiérrez González

Estimado Alfonso: coincido plenamente con su punto de vista, aunque discrepo en un aspecto lamentable: la fiesta brava ya no es fiesta ni es brava. Por eso mi columna se llama Sanatorio Postaurino, pues pretende convencer a taurinos y antitaurinos de que todos ya somos postaurinos. Hay que atesorar los valores históricos y culturales de una tradición perimida y fomentar los lazos cordiales y el respeto mutuo entre seres humanos que no tienen por qué odiarse.

Se puso el saco

En referencia al articulo que escribió le quiero comentar que no estoy de acuerdo con su apreciación de las personas que acudimos a la plaza México, usted dice lo siguiente: un público educado por Televisa, un público estúpido, obsceno, vulgar, analfabeta, repugnante como la portada de hoy del periódico Metro, una asquerosa mezcla de sangre y culos, no importa la fecha en que sean leídas estas palabras, grita ¡¡¡Oooole!!!, sin saber por qué.

Le quiero comentar que si eso piensa de los que acudimos a la plaza y que nunca hemos estado de acuerdo con la administración de Rafael Herrerías Olea esta usted muy equivocado, no es usted dueño de la verdad pero si un protervo que insulta a todos por acudir a la plaza. Yo también le puedo decir que es usted un perfecto imbécil y que su seudónimo debería cambiar de lumbrera chico a ser Pendejo Grande. Es usted un perfecto barbaján y gañan. José Manuel Fernández

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Estimado José Manuel: se puso usted un saco que no fue cortado a su medida. Si relee mi columna comprobará que esa sarta de adjetivos que usted puntualmente cita, tiene dedicatoria a los “nuevos públicos” que van a la México, no a quienes, como usted y como yo, hemos padecido y protestado en vano los abusos criminales de Herrerías. Recuerde que este sanatorio pretende –como su nombre lo indica– sanar las heridas del odio abiertas por la incomprensión.

¿Taurinas, taurinos? ¿Antitaurinos, antitaurinas? Nada de eso: postaurinos. ¿Estás de acuerdo? ¿No estás de acuerdo? Manda tus opiniones a lumbrerachico@gmail.com #ElDebateQueNosFaltaba

5 Comentarios

  1. francisco

    14 agosto, 2016 at 8:56 pm

    si estoy de acuerdo en demoler la plaza méxico

  2. monica hernandez

    15 agosto, 2016 at 11:50 pm

    mi opinion fue editada, pense que seria serio pero veo que su sanatorio tendencioso y tramposo saca de contexto los comentarios para en ridiculo a los antitaurinos… definitivamente lo unico que sostiene a la tauromaquia es la corrupcion!! y aqui la muestra

  3. Manuel Fuentes

    16 agosto, 2016 at 2:49 am

    Basta ya de torturar y asesinar animales, no somos neandertales.

  4. SILVIAMIRANDA

    16 agosto, 2016 at 2:45 pm

    EL MATAR DE ESA MANERA A UNA CRIATUIRA QE TIENE VIDA Y SUFRE ANTE ESA BOLA DE ENFERMOS MENTALES Y BORRACHOS QE TRATA DE JUSTIFICAR QE ES POR HAMBRE QE NACE ESA ASQEROSA AFICION HABLA DE LA FALTA DE SENSIBIOLIDAD ANTE OTRO SER CARACTERISTICA PROPIA DE ASESINOS SERIALES Y TODO TIPO DE CRIMINALES

  5. Maria Miura

    12 marzo, 2018 at 6:58 pm

    Ojalá mexico tomara un libro y aprendiera de él y pudiera formar sus propias opiniones basadas en su pensamiento y conocimiento y no en el del prójimo

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