La caja china de AMLO en la que cayó la oposición

“El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto,
cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad;
cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad…
Poner cebos para atraer al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado…
Si tu oponente tiene un temperamento colérico,
intenta irritarle. Si es arrogante trata de fomentar su egoísmo…”
Sun, Tzu. (2013). El arte de la guerra.

Uno de los artilugios más efectivos de distracción en la Política, es la llamada “Caja China”. La esencia de esta estratagema es crear confusión y lograr que las personas se entretengan en algo más que la noticia que en ese momento se encontraba en el centro de atención.

La “Caja China” hace referencia a esos trabajos bellos y minuciosos hechos por grandes artesanos. Al momento de abrir la caja -bellamente ornamentada- descubres que al interior hay otra caja y así sucesivamente. Algo así como las famosas “matrioskas”, que son muñecas rusas que van una dentro de otra.

En política, consiste en lograr que una noticia se desvanezca poco a poco en otro subtema. Distraer a la opinión pública hacia otra nota que despierte más curiosidad e incluso morbo. Como táctica y estrategia, sigue siendo infalible.

En estos días los eventos se han desarrollado de manera vertiginosa. Desde Lozoya comiendo en un restaurante de lujo en Polanco -hecho que ha generado múltiples reacciones entre la ciudadanía indignada- hasta las fotografías lacrimosas de la hija de Rosario Robles a las afueras de la prisión donde seguirá encerrada la ex funcionaria peñista. Desde la reforma energética, hasta la reforma fiscal que pone límite a las donatarias y evita la evasión fiscal.

Todo el día, todos los días; las notas importantes y de relevancia nacional están en boca de todos.

Curiosamente cuando los frentes abiertos son muchos, el presidente de pronto decide abrir uno más y se lanza “en contra” de la UNAM. ¿Qué es lo que sucede de pronto en todo el país? Que todos los sectores se distraen de las noticias anteriores. De pronto se dejó de hablar de Lozoya, de Robles, de Bartlett, de la reforma fiscal y energética. La “Caja China” funcionando en todo su esplendor. Infalible y segura como siempre.

Desde mi butaca de espectador, veo entretenido cómo las personas más impresentables defienden a nuestra Máxima Casa de Estudios. Como universitario, no me ofenden las palabras del presidente. Me da risa cómo logra -una vez más- que la oposición baile al ritmo que él impone.

Y al decir que bailan al ritmo que él impone, no es una metáfora: Realmente bailan. Y personas que siempre han menospreciado a la educación pública en lo general y a la UNAM en lo particular, despliegan sendos comunicados defendiendo a la Universidad. Los caricaturistas como Paco Calderón del Reforma (que en 1999 apoyaba el aumento de cuotas en la UNAM), hacen gala de su hipocresía y elaboran caricaturas atacando al presidente. Se burlan de los años que tardó en titularse y una vez más lo llaman pueblerino y fósil.

Y en el colmo del paroxismo, personajes como Xóchitl Gálvez, Mariana Gómez del Campo, Margarita Zavala, Gabriel Quadri y demás personajes ligados siempre a las peores causas, gritan “Goyas” desde sus escaños.

Literalmente, el mundo al revés.

El presidente hace gala de su conocimiento del Arte de la Guerra: Confunde a los adversarios, los desordena, los irrita, y aquellos en su odio ciego e irreflexivo caen una y otra vez en las “Cajas Chinas” que desde las “Mañaneras” nos receta al menos una vez por semana.

El presidente “atacando” a su Alma Mater y la “oposición” defendiendo lo que siempre han menospreciado es algo que vale mucho la pena ver.

Mientras eso sucede, las leyes se siguen discutiendo y aprobando. Rosario Robles sigue en prisión, Lozoya sigue atado a su grillete electrónico, la construcción de Dos Bocas avanza, el Tren Maya continúa, el programa “Sembrando Vida” se extiende al extranjero y el presidente sigue rozando el 70% de aprobación.

A manera de colofón: Lo dicho por Claudio X. González no debe de ser tomado a la ligera y no basta con que Claudia Sheinbaum declare que #SomosMásDe30MillonesEnLaLista. El discurso de odio con tintes fascistas debe de ser combatido de manera frontal y se debe de castigar con los instrumentos legales con que se disponga. Basta de irresponsabilidades por parte de la mal llamada “oposición” y basta de laxitud por parte del gobierno.

No hay que olvidar que “El que permite el desorden para impedir la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra”. No se debe de permitir ese discurso de odio, so pretexto de la Libertad de Expresión.