La carrera “política” y criminal de Felipe Calderón está ampliamente documentada desde hace muchos años. Libros como “México en llamas”, “Los cómplices del presidente” o “El traidor” de Anabel Hernández nos dan una buena aproximación al personaje.
Otros como “Camisas azules manos negras” o “El cartel negro” de Ana Lilia Pérez recargan las tintas en su monstruosa corrupción. “Calderón de cuerpo entero” de Julio Scherer o “Felipe el oscuro” de Olga Wornat nos muestran al personaje de carne y hueso: un tipo gris, un enano megalómano sediento de gloria inmediata, un sujeto sin escrúpulos, ética o moral. Un alcohólico violento y depresivo que humilla lo mismo a meseros que a subordinados.
Encontramos también a otros autores que nos han hablado de él. Periodistas como Marcela Turati, Sanjuana Martínez, Ernesto Núñez Albarrán, Álvaro Delgado, Francisco Cruz Jiménez y más, muchos más han dejado testimonio escrito de las correrías de quien usurpara la presidencia de México entre 2006 y 2012.
Además de lo documentado, los mexicanos padecimos en carne propia los estragos de su espuriato. Su legado de decenas de miles de muertos y desaparecidos continúa sacudiendo las entrañas del país. La muerte de niños en la Guardería ABC y las familias asesinadas en retenes militares inconstitucionales siguen siendo una herida abierta.
La detención de Genaro García Luna en Estados Unidos es el preludio de la caída de Calderón. De nada le servirá fingir demencia o mencionar que desconocía las actividades ilegales de su poderoso Secretario de Seguridad Pública. Insisto, eso es algo que se encuentra documentado desde hace muchos años.
Su intención de registrar una nueva opción política fue frustrada tanto por el Instituto Nacional Electoral como por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en lo estructural, sin embargo, su intentona fue también descarrilada por la enorme presión que ejerció la ciudadanía mediante las redes sociales. La sesión en la que se confirmó la determinación de no otorgar el registro a México Libre fue además de maratónica (duró más de 7 horas) una de las más vistas en la historia de su canal de YouTube. La sesión en vivo alcanzó los 11 mil espectadores y al momento de escribir esta nota tiene más de 110 mil reproducciones. Algo insólito en un canal cuyo promedio de reproducciones por video apenas supera las 400 visitas.
Lo mismo sucedió en Twitter, donde a pesar de haber sido más de media noche los tuiteros festejábamos la resolución del Tribunal.
Hoy, la pareja Calderón-Zavala se presenta como víctima del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo culpan por la determinación que el tribunal tuvo en su contra. Pretenden con sus berrinches y declaraciones inmaduras, lograr lo que no lograron de manera legal ni legítima. Las evidencias del acarreo o del vacío en sus asambleas está documentado Ad Nauseam en redes sociales. El repudio a Calderón en cualquier parte donde pone un pie es también una realidad apabullante. Los escándalos de corrupción documentada, lo persiguen. El arresto de García Luna es sólo un clavo más en su ataúd político.
México Libre no fue. Y no lo será en el futuro. Ese fue un primer paso. Lo que sigue en el futuro inmediato es el Juicio a los Expresidentes. Felipe Calderón debe de pagar con prisión por los múltiples crímenes que carga a cuestas, así como por toda la corrupción que minó al Estado Mexicano durante su espuriato.
Esperemos que la Fiscalía General de la República -en el ámbito de sus atribuciones- lo llame a cuentas pronto. Mientras tanto, los ciudadanos debemos de seguir informándonos y presionando para que la Justicia alcance a este personaje que tanto daño ha hecho al país.