El Estado de México dio un paso firme y justo: 72 médicas y médicos especialistas del ISSEMyM recibieron su base laboral, un acto que dignifica su trabajo y fortalece el sistema de salud estatal. No es menor: se trata de estabilidad para quienes salvan vidas, de reconocer años de entrega en condiciones muchas veces precarias. Y sobre todo, es una muestra de que el gobierno de Delfina Gómez cumple donde otros abandonaron.
Este avance en salud pública debía celebrarse con sobriedad, con el profesionalismo que exigen las y los trabajadores de la salud. Pero lo que se vivió fue otra cosa: una pasarela de egos sindicales y protagonismos fuera de lugar.
El responsable del desorden: Herminio Cahue Calderón, líder del SUTEYM, quien convirtió el evento en un mitin personal. En vez de rendir homenaje a los médicos basificados, acarreó a más de 300 personas para aplaudirse a sí mismo, para gritar porras prefabricadas que nada tienen que ver con el esfuerzo real de quienes merecen el reconocimiento. Su afán por colgarse medallas ajenas es ya una costumbre, pero eso no lo hace menos lamentable.
Y si de dejar que el espectáculo se imponga hablamos, la oficial mayor, Trinidad Franco Arpero, también tiene lo suyo. Ella organizó el evento y permitió que los reflectores se alejaran de quienes sí lo merecían. El protagonismo institucional —ese que simula gestión y opera por cálculo político— desplazó lo realmente importante: la justicia laboral que por fin llegó a los profesionales de la salud del Estado de México.
¿Alguien recuerda que el ISSEMyM estuvo al borde del colapso? ¿Que durante años fue saqueado y precarizado? El rescate de este sistema no ha sido obra de discursos ni de porras: ha sido el resultado de decisiones políticas valientes, encabezadas por un gobierno que, con Delfina Gómez a la cabeza, prefiere actuar que simular.
No se trata de negar que existan actores administrativos valiosos. Pero cuando sus actos buscan protagonismo más que resultados, se vuelven parte del problema, no de la solución. Porque la salud pública no necesita animadores. Necesita médicos, recursos, voluntad política y respeto.
Hoy, la verdadera celebración debe darse lejos del templete, en los consultorios donde ya hay certezas laborales, en las familias que reciben atención de calidad, en las y los derechohabientes que comienzan a ver el cambio.
Ahí está el aplauso que sí vale. Y ese, no se acarrea.

Sergio Ávila
1 mayo, 2025 at 9:59 pm
Después de décadas de corrupción y saqueo del cartel del mcprian , ahora con Delfina gobernadora el estado de México está en buenas manos