La pobreza entre la población infantil y adolescente mostró una reducción significativa de 6.8 puntos porcentuales entre 2020 y 2022, según el análisis más reciente de los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Se trata del porcentaje más bajo desde 2008, aunque es superior a la proporción de población total que vive en pobreza en México, que en 2022 fue de 36.3 por ciento; es decir, un nivel 7.6 puntos porcentuales más bajo respecto a 2020, cuando fue de 43.9 por ciento.
Este año, la incidencia de la pobreza en niños y adolescentes disminuyó a 45.8%, lo que indica un progreso notable desde el 52.6% observado en 2020. Esta mejora de 6.8 puntos porcentuales refleja una tendencia alentadora en la lucha contra la pobreza infantil y adolescente en México.
El estudio destaca que la pobreza infantil y adolescente en México es un fenómeno multidimensional que no solo se define por la insuficiencia de ingresos, sino también por la presencia de carencias sociales en aspectos fundamentales como la educación, la salud, la seguridad social, la vivienda adecuada y el acceso a la alimentación.
Un elemento crucial para la reducción de la pobreza, apunta el informe, responde a la implementación de los programas de protección social que impulsó el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en especial los dirigidos a la población de niños, niñas y adolescentes (NNA), como lo son la Beca para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica; la Beca Universal para el Bienestar Benito Juárez de Educación Media Superior, el Programa para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras; y la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente.
En este sentido, el informe destaca la contribución de dichos programas en función de que sin éstos, la incidencia de la pobreza en NNA hubiera sido de 47.4% y no de 45.8% y la pobreza por ingresos inferiores a la Línea de Pobreza por Ingresos hubiera sido de 56.6% y no de 54.4%.
Además, la pobreza infantil y adolescente en México afecta de manera desproporcionada a varios grupos vulnerables. Los niños en su primera infancia (0-5 años) son especialmente susceptibles, con un 48.1% viviendo en pobreza y un 11.6% en pobreza extrema.Hay una incidencia mayor de carencia en los NNA que reportan alguna discapacidad (51.4 por ciento) comparado con aquellos que no (45.0 por ciento). La hay también, de 54.6 por ciento, en NNA que habitan en hogares con presencia de personas con alguna discapacidad.
Los niños indígenas y aquellos con discapacidad también enfrentan tasas alarmantemente altas de pobreza, lo que subraya la necesidad de políticas públicas específicas que atiendan a estas poblaciones en riesgo. En el caso de esta población, 79.1 por ciento de la población infantil y adolescente, tiene al menos tres carencias sociales y de ellas, la mayor es el acceso a la seguridad social (93.9 por ciento).
De quienes hablan lengua indígena, 82.3 por ciento viven en condiciones de pobreza: 50.2 por ciento pobreza extrema y 32.1 por ciento sufren de pobreza moderada.
La pobreza por ingresos es de 54.4 por ciento entre niños y adolescentes y de 39.1 por ciento en la población adulta. Además, los niños, niñas y adolescentes (NNA) tienen más carencias (70.7 por ciento) que el resto de la población (63.7 por ciento). De todos los niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza, aproximadamente cuatro de cada 10 viven en condiciones de pobreza moderada y uno de cada 10 vive en pobreza extrema.
En la región sureste del país, el porcentaje de pobreza infantil es de 62.5 por ciento, una cifra que contrasta con la región noroeste, donde la pobreza sólo es del 24 por ciento. Asimismo, alrededor de la mitad de los NNA que habitan en la región centro se encuentran en situación de pobreza (54.3 por ciento)
El documento propone fortalecer los programas sociales y complementarlos con otras acciones para abatir la pobreza infantil, lo que incluye mejorar las condiciones laborales de las jefas de hogar, extender esfuerzos de generación de empleos formales, acceso a salarios más altos y sobre todo mejorar la cobertura y la calidad de los servicios, tanto de salud como de educación en áreas rurales y semiurbanas.