Jaime Avilés fue candidato a diputado por el Partido Socialista Unificado de México (Psum) en la década los ochenta. Sus propuestas, no podía ser de otra manera, se basaban en la justicia social. Además, en su plan de trabajo prometía que, de llegar a la Cámara de Diputados, haría todo lo posible por legalizar la marihuana.
Él contaba sus pasos como candidato con mucha alegría, aunque siempre, cuando pronunciaba la palabra “perdimos”, lo hacía con tono grave. Su rostro se volvía, por unas milésimas de segundo, duro, áspero. Después soltaba una carcajada que era complicada de interpretar.
El monero Camacho hizo este cartón donde lo muestra con el megáfono que usaba en sus mítines.
Desde hace ya tiempo, nuestro director se había hecho de una camisa de “la fiesta comunista”. La usaba con mucho orgullo. Con mucha sonrisa. Su mochila (idéntica en prácticamente todos los detalles a la que aparece en el cartón de Camacho) solía cargar el arma que Jaime tenía para cambiar este país: una computadora.
