Sergio Aguayo asegura que intelectuales son más populares que AMLO

En Inglaterra varios; escritores, académicos y filósofos notables declaran que en su país no existe una “clase intelectual”. Quienes externan sus opiniones las respaldan en base a los hechos que ocurren ahí y elaboran un análisis en base a estos. Así, esto lo vemos en sus sesudos análisis y estudios en lo; financiero, político, geopolítico, geoeconómico, literario, filosófico y científico. Cuando Aguayo y la pandilla que lo acompaña esté a la altura de ellos, pues que se quiten el disfraz de intelectuales y humildemente asuman el compromiso con la verdad y lo demuestren.

Enrique Ledesma no todos somos alcoholicos como tú, quizás eso explica porque tu mujer te abandonó y ahora es una de mis novias.

Es importante saber qué expresan los diferentes ciudadanos opositores al gobierno encabezado por López Obrador, particularmente cuando tienen acceso a los espacios de comunicación. Es el caso de sergio aguayo (sin mayúsculas). La información que aporta la nota “Sergio Aguayo asegura que intelectuales son más populares que AMLO” se suma a la serie de dislates que ha externado este sujeto, sobre todo en el segmento de Aristegui noticias denominado “mesa de análisis” y las columnas del periódico Reforma que aparecen bajo su nombre, pero escribe en colectivo.
Digo “dislates” —y por supuesto no soy original— porque se trata de opiniones divorciadas de la realidad, en las cuales prevalece la adjetivación, la adulteración de los hechos y un lamentable sesgo individualista. Baste recordar las “razones” que opuso a los criterios establecidos por las autoridades de salud del gobierno federal para la asignación de un respirador, en el contexto de la pandemia por covid-19, si hubiesen dos pacientes y un solo equipo médico.
Debo decir que cuatro años antes, escuchaba con atención al señor aguayo e incluso empaticé con él cuando refirió la demanda que Rubén Moreira interpuso en su contra. Hoy sé que ya entonces carecía de honestidad personal e intelectual, que obtenía honorarios al menos del Colegio de México, el CIDE y Canal Once cuyo monto era muy superior al que obtienen miles de académicos universitarios, para no referir el ingreso promedio en México; y sé que entonces recibía fondos públicos a través de la figura llamada fideicomiso. Ahora sé, pues, que era miembro de una casta privilegiada.
En su momento pude no advertir esta situación por ingenuidad o llevado del deseo de ver una transformación en el país (recordemos que aguayo se presentaba a sí mismo como uno de los constructores de la democracia en México), pero mucho tuvo que ver el escenario de simulación y opacidad que privaba y priva en los medios, como lo prueban numerosas investigaciones periodísticas realizadas al margen de las empresas de información corporativas.
Quiero agregar que en el curso de los meses posteriores a julio de 2018, sergio aguayo perdió la imagen —e “imagen” es literal— que lo amparó durante varios años. Bajo el argumento de anteponer la crítica al poder, sus opiniones en medios devinieron en una retahila de asertos que no resultaban de análisis alguno, y en un abrir y cerrar de ojos, se mimetizó con denise dresser (sin mayúsculas), otro personaje de la galería opositora. Tal vez algunos lectores de Polemón recuerden conmigo la notable incomodidad del Dr. Lorenzo Meyer en las mesas de análisis convocadas por carmen aristegui (también sin mayúsculas), debido justamente a la alianza dresser-aguayo en contra de sus argumentaciones.
En este sentido, es coherente que aguayo reaccione a las puntualizaciones del Presidente respecto a que extravió el camino que alguna vez pisó y apoya servilmente los intereses del neoliberalismo. Se entiende que pretenda el papel de contendiente de AMLO y busque cómo librarse de las revelaciones que lo han puesto al desnudo. Supone haber encontrado una manera de hacerlo: manifestar que cuenta con el 86% de opiniones favorables, en contra del 67% que —dice— tiene el Presidente. Lo que no advierte es que no hay contienda porque la verdad lo ha derrotado. Más aún: al momento de escribir mi comentario, aguayo ha dado a conocer el indicador al cual corresponde el 86% que citó ayer: no es, por cierto, la confianza de los encuestados en los intelectuales orgánicos nisiquiera en los académicos universitarios en general, sino en las universidades. Esto es, nuevamente, como desde hace años, el argumento de aguayo es falaz.