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Opinión

“Los valientes no asesinan”, la frase que salvó a Juárez y a Evo Morales

Las palabras de Guillermo Prieto salvaron en la historia a dos presidentes indios: Benito Juárez en 1858 y Evo Morales en 2019.

En ambos casos, un golpe de Estado producido por las fuerzas más oscuras de la reacción llevó a la desestabilización de los países. Para México significó tres años de guerra civil, la Guerra de Reforma; para Bolivia, a una usurpación y breve dictadura que, con el poder de la voluntad popular, pudo ser revertida electoralmente, lo que confirmó de qué lado estuvo siempre la orientación ideológica de aquel país.

México también padeció de una usurpación: en 1858 se autoproclamó como presidente el general conservador Félix Zuloaga, cabeza más visible del Plan de Tacubaya por el que se pretendió derogar la recién promulgada Constitución de 1857 y las primeras Leyes de Reforma. Juárez asumió la Presidencia en su calidad de Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante la renuncia del presidente constitucional Ignacio Comonfort y de ahí, tras ser liberado de su cautiverio en Palacio Nacional, trasladó su gobierno a Guanajuato y posteriormente, a Guadalajara.

En la capital jalisciense tuvo lugar un hecho decisivo. El 13 de marzo de 1858, el presidente Juárez y su gabinete fueron aprendidos en el Palacio de Gobierno por tropas amotinadas y, al día siguiente, en medio de los combates que se dieron, el teniente rebelde, Filomeno Bravo, cuyas órdenes eran custodiar al Presidente, sin más, ordenó a sus soldados darle muerte.

El gran poeta y cronista Guillermo Prieto, su ministro de Hacienda en el momento, se interpuso entre Juárez y el pelotón acallando el grito mortal de ¡fuego! Y con sus palabras, como el mismo Juárez lo expresara después, salvó su vida, salvó la Reforma y salvó la República.

“¡Alto, los valientes no asesinan!… sois unos valientes, los valientes no asesinan, sois mexicanos, éste es el representante de la ley y de la patria”.

Prosigue en sus Memorias de mis tiempos:

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“Los rostros feroces de los soldados, su ademán, la conmoción misma, lo que yo amaba a Juárez… yo no sé… se apoderó de mi algo de vértigo o de cosa de que no me puedo dar cuenta … Rápido como el pensamiento, tomé al señor Juárez de la ropa, lo puse a mi espalda, lo cubrí con mi cuerpo … abrí mis brazos … y ahogando la voz de “fuego” que tronaba en aquel instante, grité: “¡Levanten esas armas!, ¡levanten esas armas!, ¡los valientes no asesinan … !” y hablé, hablé, yo no sé qué hablaba en mí que me ponía alto y poderoso, y veía, entre una nube de sangre, pequeño todo lo que me rodeaba; sentía que lo subyugaba, que desbarataba el peligro, que lo tenía a mis pies… Repito que yo hablaba, y no puedo darme cuenta de lo que dije… a medida que mi voz sonaba, la actitud de los soldados cambiaba… un viejo de barbas canas que tenía al frente, y con quien me encaré diciéndole: “¿Quieren sangre? ¡Bébanse la mía…!” alzó el fusil… los otros hicieron lo mismo… […]

“Los soldados lloraban protestando que no nos matarían y así se retiraron como por encanto…”.

Si es imposible no estremecerse ante la narración de Prieto sobre aquellos hechos que han quedado siglo y medio en el pasado, con más razón, la piel se eriza y la sangre hierve al conocer lo que sucedió en aquel, ya de por sí heroico rescate del depuesto presidente boliviano Evo Morales Ayma el 12 de noviembre de 2019.

Los eventos ya son conocidos: la aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana arribó a Lima, Perú, el 11 de noviembre con la orden del Presidente Andrés Manuel López Obrador de traer sano y salvo a Morales, tras los eventos del golpe de Estado dado por la élite criolla y racista, con la bendición del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro (o “Almugre”), el peor de cuantos dirigentes ha tenido esa cuestionada institución.

En su vuelo a Bolivia tuvo que ser regresado a Perú al negar el gobierno golpista el ingreso a su espacio aéreo temporalmente, hasta que, lograda la autorización, pudo aterrizar en la base aérea de Chimoré para lograr su encomienda.

Hasta este momento de los eventos, lo que era del conocimiento público era la odisea para emprender e retorno a México: tanto Bolivia como Perú negaron el espacio aéreo, por lo que hubo que dirigirse a Asunción de Paraguay. Con trabajos se logró que, desde ahí, Brasil autorizase el vuelo sobre su línea fronteriza. Perú finalmente aceptó el sobrevuelo de la nave mexicana, debido a la negativa de Ecuador.

Por fin, al alcanzar el Océano Pacífico, el avión entró a aguas internacionales y arribó al territorio nacional a las 5 de la tarde del 12 de noviembre.

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Los días siguientes la violencia social estalló en Bolivia, fueron saqueadas y quemadas las casas de familiares y colaboradores de Morales y las movilizaciones populares en las ciudades de Sacaba y Senkata fueron reprimidas y terminaron en masacres que hoy están siendo juzgadas por el actual gobierno democrático de Luis Arce Catacora.

En esta ya de por sí dolorosa relación de condenables actos, el pasado 1° de septiembre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador adelantó parte de la información que se relata a mayor profundidad en su último libro, el décimo octavo, “A mitad la del camino”.

En la base de Chimoré, la tripulación mexicana fue agredida por militares bolivianos. El piloto mexicano, Miguel Eduardo Hernández Velázquez, fue golpeado con las armas y al ser encañonado, evocó al salvador de Juárez: “Joven soldado: LOS VALIENTES NO ASESINAN”.

A pesar de que el forcejeo continuó, la aeronave al fin pudo despegar, pero al vuelo, ésta fue atacada, afortunadamente de forma infructuosa, por un proyectil lanzado por un lanzacohetes RPG-7 de fabricación rusa. Sólo la destreza de Hernández en las maniobras aéreas pudo salvar nuevamente al presidente indio y a la tripulación entera, como un nuevo Guillermo Prieto (dicho esto con absoluta responsabilidad y conciencia, lejos de las burdas y ridículas comparaciones de Enrique Krauze).

Evo Morales logró arribar a México sano y salvo, donde permaneció algunos días hasta que llegó al poder el presidente argentino Alberto Fernández, quien también le concedió el asilo humanitario hasta que, al triunfo electoral en Bolivia de Arce Catacora, pudo cruzar la frontera y regresar a su patria con un triunfal recibimiento.

La actuación de México en estos acontecimientos deberá ser recordada como una de las más honrosas páginas de su historia diplomática y las palabras de Guillermo Prieto recordadas como una gran reserva moral ante las tendencias asesinas de la reacción.

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Juan Carlos Esparza
Escrito por

Maestro en Historia de México por el Instituto Cultural Helénico. Licenciado en Ciencias de la Cultura por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Actualmente Cursa el Doctorado en Conocimiento y Cultura de América Latina por el Instituto Pensamiento y Cultura en América Latina A.C. Obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados por el Doctorado en Antropología de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, España. Es docente en la Universidad del Claustro de Sor Juana la Universidad Pontificia de México, en Centro Eleia en el Centro Cultural La Isla de Minerva. Es cofundador de Opus Artis, institución dedicada a la valuación de obras de arte a la gestión cultural y a la impartición de cursos y diplomados de educación en línea. En el ámbito museístico fue el desarrollador en curaduría y museografía del Museo de la Cristiada (Aguascalientes), así como director del mismo. Realizó trabajos de Investigación y servicios educativos en los museos Frida Kahlo y Museo Interactivo de Economía. Como gestor cultural ha desarrollado a través de Opus Artis diversos encuentros académicos y presentaciones de libros en la Universidad Pontificia de México, Casa del Poeta Ramón López Velarde e impartido diversas ponencias en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Universidad Pontificia de México, Casa de las Américas (La Habana, Cuba), Universidad de Salamanca (España).

8 Comentarios

8 Comentarios

  1. Avatar

    José Francisco Urrutia Valtierra

    9 septiembre, 2021 at 8:17 pm

    Muy buen artículo, es un agasajo leerlo. Felicidades.

  2. Avatar

    Eduardo Dardon

    9 septiembre, 2021 at 8:47 pm

    Los valientes no asesinan En este gobierno contrario a.otros he aprendido de nuestra historia Gracias al Presidente Andrés Manuel López Obrador

  3. Avatar

    Jesús

    9 septiembre, 2021 at 9:36 pm

    ¿Por qué le dice indios a Benito Juárez y a Evo Morales? tengo conocimiento que ambos personajes no son de la India.

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    Abraham chavarria gomez

    10 septiembre, 2021 at 8:33 am

    Los valientes viven sin perjudicar anadie sin lastimar alos demas hay mucho que aprender de nuestros héroes y de nuestro gran presidente Andrés manuel lopez obrador por el bien de todos ánimo mi Guerrero no desistas

  5. Avatar

    Perla Cruz

    11 septiembre, 2021 at 11:49 am

    En este gobierno de AMLO he aprendido más de historia que ni en la escuela. No solo eso, me ha motivado a querer saber más. EXCELENTE ARTÍCULO y una frase que quedará en mi mente ” LOS VALIENTES NO ASESINAN”

  6. Avatar

    Perla Cruz

    11 septiembre, 2021 at 11:54 am

    Olvidaba he aprendido más de historia y también he tenido la oportunidad de conocer escritores, periodistas, articulistas etc, con una ideología libre, abierta y profunda com el Dr. Juan Carlos Esparza.

  7. Avatar

    Atilano Guzman Sosa

    14 septiembre, 2021 at 9:29 am

    Un excelente Artículo extractado de su último libro del C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Yo, desde luego, me siento muy honrado de ser Mexicano. Y aplaudo la actitud de la diplomacia de mi presidente hacia el C. Evo Morales Aima.
    Yo creo que López Obrador habría actuado así, con cualquier mandatario que pasara por el mismo problema. Aparte de ser muy humanista, mi presidente es Leal. Los mexicanos hemos aprendido mucho con Él en tres años de mandato, que en los nefastos últimos treinta y tantos años de los Gobernantes anteriores. Se tenía que decir, y se dijo. Arre!!

  8. Avatar

    Apolonio

    10 diciembre, 2023 at 3:12 pm

    Y después el enano cobarde de Juárez ordenó asesinar a Maximiliano sin contemplación, y así el cobarde de Evo que quería que el ejercito saliera asesinar a la gente que se manifestaba por su fraude electoral, y no podía faltar el cacas, otro cobarde y parásito corrupto vividor del erario, saliendo a defender a su asesino amigo, y como no, si el cobarde macuspano asesinó a su propio hermano y a un “amigo” por la espalda y a traición.

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