La ofensa que vale en un solo sentido: La hipocresía de Carlos Alazraki

A finales de enero, entrevistado por Hernán Gómez Bruera en su programa “El Octágono“, el publicista Carlos Alazraki mencionó “Hitler era un genio”, al ser cuestionado por el periodista sobre un escrito que dice así: “El gobierno de López Obrador decidió copiar la misma estrategia de Trump, Mussolini, Hitler, Franco, Fidel Castro, Stalin…”.

En su cuarta acepción, el Diccionario de la Real Academia Española define “genio” como “Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables”.

Este texto no merecería una mayor extensión si nos quedásemos sólo con los conceptos vertidos por Alazraki, ya que de todo lo anterior se desprende la revelación de un pensamiento en apariencia incoherente del que se pueden sustraer las siguientes premisas:

López Obrador copió a Hitler (entre otros)
Hiter era un genio
López Obrador es un genio

La conclusión de este silogismo no parece revelar entonces la verdadera consideración del publicista hacia el Presidente, lo que hace suponer que es el odio lo que le obnubila el pensamiento.

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En la misma tónica, a mediados de febrero, el mismo personaje señaló en su medio propio ante Roberto Madrazo, de quien no hace falta gastar esfuerzo para esclarecer su figura y trayectoria, lo siguiente: “Yo tenía la solución, esta campaña no se gana con publicidad, se gana con propaganda y mientras más mentiras contra MORENA mejor te va”.

Es ya muy conocida la fase atribuida a Paul Joseph Goebbels, quien fuera el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del régimen nazi que dice así: “Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad” (algunos la citan como repetir la mentira mil veces).

No se necesita un gran esfuerzo para encontrar las similitudes entre ambas aseveraciones, lo que sorprende y sobre todo, contamina el debate, es que se trate de una persona de origen judío la que ponga en su boca la admiración a Hitler y practique en su oficio métodos indiscutiblemente hitlerianos.

En su obra “El hombre en busca del sentido”, el Dr. Viktor Frankl, psiquiatra creador de la Logoterapia, señalaba en sus recuerdos en los campos de concentración, la acción de varios sujetos de su mismo pueblo apoyando a los nazis en sus labores de represión y exterminio, los Funktionshäftlinge o Kapos, pero más allá de esta aparente digresión, baste señalar en ambos casos la falta de ética y compromiso moral, no obstante que podría llegar a entenderse en los primeros el deseo de sobrevivir sometiéndose al hasta entonces más fuerte.

En el caso de Alazraki, sus filias y fobias expresadas en sus dichos lo retratan de cuerpo entero, por lo que ahora, que se dice ofendido ante la exposición por parte del Presidente de sus pensamientos y procedimientos, no puede encontrarse lógica alguna en su réplica, pues hoy le parece insultante lo que antes elogió.

El hecho de escudarse ahora en su origen y cultura no puede entenderse, de acuerdo con el seguimiento que se haga del proceder del personaje, de una más de sus estrategias publicitarias.

Por otro lado, el texto del comunicado conjunto de la Comunidad Judía de México y de la Tribuna Israelita, “rechaza el uso del término hitleriano para referirse a cualquier persona” y añade que “Toda comparación con el régimen más sanguinario de la historia es lamentable e inaceptable”.

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Ante esto cabría especificar que aún hoy en día hay personas a las que sí les puede quedar el saco de “hitleriano” por sus pensamientos, afectos y acciones, que profesan; muestra de ello son las agrupaciones abundan, por ejemplo, en Europa y Estados Unidos, pero, por otra parte, ¿no sería igualmente lamentable e inaceptable la comparación que hizo en primer lugar Carlos Alazraki del Presidente Andrés Manuel López Obrador con Hitler, quien a su vez, le parece “un genio”?

No es este el espacio para analizar ni mucho menos cuestionar (sépase que esto último es un grave delito en varios países de Europa) el sufrimiento padecido por el pueblo judío durante el régimen de Hitler, pues el veredicto último lo ha dado ya la historia; sin embargo, lo que resulta hipócrita y moralmente inadmisible de Alazraki es, primeramente, la comparación del Presidente Andrés Manuel López Obrador con Hitler (“un genio”, según sus propias palabras) y otros líderes de regímenes autoritarios y totalitarios (lo que hubiera merecido de inicio el mismo nivel de condena), no obstante la posterior confesión de prácticas goebbelianas (si el adjetivo de hitlerianas resulta “lamentable e inaceptable” y, en segundo lugar la propia victimización bajo la falaz utilización de motivos e origen y de historia.

De lo que se trata aquí es de poner de manifiesto el actual de un personaje cuyo nivel moralidad es evidente sea del grupo cultural del que se sea. La Historia no es ni debe ser cobijo del oportunismo ni de la hipocresía, sino, como decía el orador romano Cicerón, “Maestra de la vida”.

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