Como una turista que deja la comodidad de su hogar y descubre un lugar por primera vez, así me interné entre la multitud que recorre los pasillos de la Expo Guadalajara en tiempo de Feria Internacional del Libro (FIL). Quería ver con mis propios ojos ese espacio donde se reúnen miles de almas con un mismo propósito: los libros.
Tal vez no es válido decir que crucé medio país para llegar a Guadalajara, pero sí diré que viajé de forma muy entusiasta desde la Ciudad de México para conocer en persona a las y los autores que escribieron algunos de mis libros favoritos, para saber cómo eran, que sentían y que los conmovía.
Llegué corriendo a la mesa que más me emocionaba escuchar, “Mil jóvenes con Irene Vallejo”, autora de El Infinito en un Junco, ávida lectora, amante de las letras y “la rara de la clase”.
Escuché detenidamente a Irene, y me conmovieron cada una de sus palabras, porque yo, como muchos otros jóvenes ahí presentes, nos reconocimos en sus dichos, nos atravesaron sus historias, y me atrevo a afirmar que nos sentimos menos solos en el mundo mientras estábamos ahí, con más esperanzas.
Irene nos contó que desde niña quería ser escritora, y que soñaba que lo más maravilloso que podía existir era imaginar nuevos mundos. Ella no quería ser la protagonista de las películas: quería escribirlas.
Nos habló de cómo los libros son objetos poderosos y de cómo ese gran poder que tienen es el motivo por el que los amamos tanto y, también, el motivo del gran odio que les tienen algunos.
Ya entrados en la charla, Irene nos habló de los libros como vehículos muy poderosos, y a la vez de placer, de cómo funcionan para crear comunidades, para reconocernos en los otros y para abrazarnos.
Es fácil: cuando lees sobre las penas y las injusticias que sufren otras personas, habitas otras pieles, vives las vidas de otras personas, encuentras lugares nuevos, transformas la realidad.
Los libros son salvavidas y la lectura es esperanza, pero también es revolución.
A través de los libros podemos desafiar la versión oficial y desmentir a quien trata de engañarnos o de manipularnos, aprendemos a ser inconformistas. Cuando leemos muchos libros, conocemos otros puntos de vista, nos convertimos en personas que se plantean otras realidades como posibles, y cómo dijo Irene: “eso para los poderosos es peligroso”.
Por eso la lectura es colectiva y social: nos acerca al resto de la humanidad, nos hace soñar con otras realidades e imaginar nuevos mundos, nos convence de la posibilidad de construir nuevas vías, otros caminos.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es la segunda más grande en todo el mundo, y la primera de habla hispana. Hasta ese momento, para mí fue como un apapacho, una charla liviana y una ventana al interior de quien escribió el libro que me hizo soñar en otra época.
Alfonso Bidasoa
7 diciembre, 2022 at 7:19 pm
En Tijuana no hay nada que se acerque a una verdadera Feria del Libro, la única feria es una de propietarios locales de librerías, que ya lleva 3 o 4 años de no celebrarse. Tampoco existe una biblioteca pública central ni nada, solo una bodega con ventanas y unos 20 libreros medio vacíos.
Aunque respaldo a la 4T, debo reconocer que ésta se ha olvidado de la cuarta ciudad mas grande del país y que para detener la violencia que se da en ella es necesario abrir mas espacios culturales y deportivos en todos los puntos de la ciudad, no solo por donde pasa la suegra, como ha sucedido con la dichos dizque feria del libro a cargo de Vianet Medina, quien ha presidido mediocremente el encargo de promotora literaria.
Israel Jarquín
7 diciembre, 2022 at 8:42 pm
Otra feria del libro muy importante, es la del Palacio de Minería FI, UNAM, en la Cd. de México, la cual cada año va tomando relevancia internacional. Es una delicia la
Combinación de la arquitectura del recinto y los eventos que se presentan ahí. Súper recomendable…!!!