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El plan de reactivación económica de AMLO: una propuesta posneoliberal

Vayamos al grano. El plan de reactivación económica que presentó Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no está inspirado en la ortodoxia del pensamiento neoliberal como lo han sugerido diversos colegas economistas y analistas políticos. Es de sentido común que si el mensaje presidencial recibió un feroz ataque de las cúpulas empresariales –apoyadas a coro por las calificadoras y “expertos” financieros internacionales– es porque se trata de una propuesta que elimina los privilegios acostumbrados.

Antes de que sigan haciendo más corajes, le sugiero a los críticos leer con suma atención el documento que presentó AMLO el pasado 5 de abril. Lo que se planteó ese día fue la acentuación de una serie de principios clave para avanzar en la construcción de una sociedad posneoliberal y de un modelo económico más justo con las mayorías, los cuales se pueden resumir en los siguientes postulados:

1) Por el bien de todos, primero los más vulnerables.

2) El que más tiene debe ser solidario con el que menos tiene.

3) Las exigencias de los organismos financieros internacionales no volverán a condicionar el futuro del país.

En lugar de descalificar, vale la pena reflexionar sobre estos principios que además de ser acordes con la realidad del país, son una atinada propuesta para mitigar las desigualdades e injusticias acumuladas por décadas.

Quienes no comprenden esto último es porque su lente está puesta en los efectos financieros que la COVID-19 está causando en el entorno empresarial, pero se olvidan que la pandemia no ha hecho más que evidenciar la terrible desigualdad que viven de manera cotidiana la mayoría de los y las mexicanas.

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Estamos en un momento histórico, un punto de inflexión no sólo para México, sino para la humanidad. Lo menos que podemos hacer es debatir con responsabilidad y sensibilidad social, no sólo desde algunos marcos teóricos que, dicho sea de paso, no han conocido una situación como la que se nos presenta o, en el peor de los casos, nunca han tomado en cuenta la realidad. Desmenucemos punto por punto la propuesta del ejecutivo y su contexto.

Preámbulo: COVID-19 y neoliberalismo

En su gran mayoría, las muertes que está causando el COVID-19 son responsabilidad del modelo neoliberal que además de estigmatizar los enfoques de salud preventiva y abandonar los sistemas sanitarios públicos, incrementó la precariedad laboral y la pobreza a niveles alarmantes, generando las condiciones que vuelven extremadamente vulnerables a los y las mexicanas.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda, en 1980 el gobierno gastaba en salud recursos equivalentes a 2.7% del PIB; en 1999 la proporción bajó a 2.1%; y en 2018 apenas se gastó 2.8%. Es decir, durante casi 40 años el gasto público en salud se mantuvo estancado. Esto se refleja, por ejemplo, en que el número de camas para hospitalización por cada 1,000 habitantes pasara de 1.51 en 1990 a 1.59 en 2010, y luego se redujera a 1.38 en 2018, según datos de la OCDE.

A su vez, en los últimos treinta años la pobreza en términos absolutos no se ha mitigado. De acuerdo con CONEVAL, en 1990, 53.1% del total de la población era pobre en materia de ingresos, es decir, 46.2 millones de personas no ganaba lo suficiente para comprar una canasta básica. Para 2018, la población que no podía cubrir sus necesidades mínimas de ingreso fue de 48.8%, lo que representó 61.7 millones de personas.

Existen además cerca de 37 millones de personas que si bien tienen ingresos para comprar una canasta básica, son vulnerables por carencias sociales, es decir, no tienen acceso a agua potable, carecen de servicios de salud, no cuentan con alimentación de calidad o no tienen seguridad social (la mayoría de las veces todo junto). Esto significa que al menos 98.7 millones de personas en México sobreviven bajo condiciones sociales que los exponen fácilmente a cualquier eventualidad.

Por su parte, la economía informal creció abruptamente en las últimas décadas, al grado de que actualmente 57% de los empleos en México son informales, lo que equivale a 31 millones de trabajadores. Esto se refleja en el número de personas sin seguridad social, el cual pasó de 42.8% de la población total en 1990, a 57.3% en 2018, lo que es igual a 71.7 millones de personas.

En suma, el grueso de la sociedad mexicana es altamente vulnerable a la pandemia de COVID-19 y a cualquier otra contingencia. Por ende –y a diferencia de otros países– lo que ocurre en estos momentos en México va más allá de una lucha contra la emergencia sanitaria. Se trata de una batalla frontal contra el neoliberalismo, la cual no inició este año, pero se agudizó en el marco de la pandemia. Dicho de otra forma, para salvar más vidas es urgente cambiar de modelo.

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En el plan todos están incluidos, pero la prioridad son los más vulnerables

El plan que presentó el ejecutivo propone superar la contingencia sanitaria mediante un proceso de redistribución de la riqueza. Primero, se propone un ambicioso paquete de apoyos y estímulos financieros que prioriza a los más vulnerables, es decir, a más de 90 millones de mexicanos.

Segundo, se conmina a los empresarios a ser solidarios con sus asalariados, lo que significa que amortigüen con sus ganancias los costos de operación. Y tercero, se evita el endeudamiento del país con los agresivos fondos financieros privados. Como complemento a este último punto, el gobierno ha planteado a los organismos financieros multinacionales implementar planes de ayuda humanitaria.

En lo que resta del texto desarrollaré el primer punto, y en la siguiente entrega ahondaré en los restantes aspectos.

De acuerdo con la información disponible, en las siguientes semanas el gobierno aumentará el gasto social por más de 25 mil millones de pesos para atender a zonas indígenas marginadas, campesinos y pescadores. Se otorgarán créditos blandos personales y de vivienda a la clase trabajadora por 212 mil millones de pesos. Y aunado a ello, se dispondrá de un fondo de 25 mil millones de pesos para créditos a la palabra destinados a emprendedores y pequeños negocios formales e informales. En suma, se contemplan estímulos directos por más de 260 mil millones de pesos para la población más vulnerable.

Las pymes y las grandes empresas no fueron olvidadas. El plan contempla inyectarles liquidez mediante la devolución inmediata de los saldos a favor del Impuesto al Valor Agregado (IVA), tal como lo solicitaron las cámaras empresariales. Cabe recordar que el año pasado este monto ascendió a 553 mil millones de pesos (de acuerdo con datos del Sistema de Administración Tributaria).

Cabe precisar un aspecto importante. De acuerdo con el último censo económico de INEGI, los micro y pequeños negocios representan 98.8% del total de las empresas del país y generan 55.2% de los empleos formales (alrededor de 15.2 millones de puestos de trabajo). Sin embargo, se estima que menos de 10 mil medianas y grandes empresas (que representan 0.2% de los establecimientos del país) concentran alrededor de 80% de las utilidades empresariales totales. Esto nos indica que el plan económico del ejecutivo es consciente de las enormes desigualdades que existen en el propio mundo empresarial.

También se agilizará la inversión pública en infraestructura, enfocándose en los proyectos de transporte, petroquímica y sistemas logísticos. Y Pemex no aumentará los precios de los combustibles para evitar alzas por parte de los distribuidores privados. Estas acciones generarán beneficios a la clase empresarial y a la sociedad en su conjunto.

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A ello, hay que sumarle las inversiones extraordinarias que se realizan para apuntalar el sistema hospitalario, compras de equipo médico, contratación de personal sanitario y la puesta en marcha del Plan Marina y el Plan DN-III. Además, está el programa emergente de inversión pública, privada y social para el sector energético cuyo monto ronda los 339 mil millones de pesos.

En suma, el gobierno destinará cerca de 450 mil millones de pesos para atender los impactos socioeconómicos de la pandemia. A lo cual se debe agregar el monto anual de los programas sociales (pensiones, becas, transferencias) que brindan un piso mínimo de subsistencia a la población más vulnerable, en particular a los adultos mayores, indígenas, campesinos, jóvenes estudiantes y aprendices y otros grupos sociales, y que asciende a poco más de 540 mil millones de pesos en 2020. Cabe destacar que este tipo de transferencias directas recién ahora se están aplicando en varios países para atender los estragos de la pandemia.

En total, el gobierno destinará este año cerca de 1 billón de pesos para apoyar a la población más vulnerable (alrededor de 42,000 mil millones de dólares), suma equivalente a 4.2% del PIB tomando como referencia 2019. Esta cifra convierte a México en uno de los países con el plan económico más ambicioso para enfrentar la pandemia.

No se contemplan subsidios a los bancos ni a las empresas, tampoco exenciones de impuestos. Al contario, se les conmina a éstas a mantener su plantilla laboral al tiempo que la Secretaría del Trabajo advierte que cualquier despido a causa de la pandemia es injustificado. Atrás quedaron los tiempos de los rescates empresariales y los fideicomisos ad hoc. En esta ocasión, si bien todos tendrán respaldo, la prioridad son los pobres.

Las críticas a este enfoque

Los críticos han señalado que esta perspectiva es errónea porque el gasto social es improductivo, es decir, sirve para que la gente no muera de hambre, pero no promueve inversiones directas ni genera empleos de calidad. Se dice que estos apoyos sólo cubren el consumo de medios de subsistencia, sin embargo, lo que se requiere en estos momentos es sostener la demanda de toda clase de bienes y servicios.

Esta es la base teórica de una concepción que considera que en medio de la crisis actual es mejor que la gente compre automóviles a que tenga dinero para alimentarse, porque la producción de autos genera más empleos e inversión que la cosecha de frijoles. No obstante, para comprar un carro las personas necesitan tener recursos suficientes para pagar impuestos, seguros y mantenimiento, es decir, quienes lo pueden hacer son parte de la población con un nivel de ingresos estable. En pocas palabras –señalan estos enfoques–, darle más dinero al que ya tiene es mejor estrategia que dárselo a los pobres, porque estos últimos no lo gastarán de forma “eficiente”.

Este mismo principio es el que justifica las exenciones de impuestos a los que más tienen. Se cree que cada peso en manos de un rico será mejor invertido que en manos de un pobre. El primero creará empresas, el segundo lo gastará en cervezas. Aunque nada de esto está comprobado con datos –sin olvidar que el rico también bebe y prefiere gastar en bienes de lujo importados– este supuesto es el que ha favorecido la concentración del ingreso, que hoy en día alcanza niveles abismales.

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Incluso hay economistas que consideran que la concentración no es tan mala como se cree. Aseguran que ésta puede ser una forma de avanzar como sociedad, pues si los recursos son administrados por los que sí saben invertir se crearán empleos que favorecerán a todos. Es decir, si la riqueza fluye de arriba hacia abajo los beneficios serán ampliados. Esta es la famosa economía del goteo: crecer y luego distribuir.

Lo que propone el plan de AMLO es opuesto. El plan contempla que este año 22 millones de familias reciban uno o más de los programas sociales en marcha y accedan a los recursos complementarios para enfrentar la pandemia. El radio de personas beneficiadas por estas medidas alcanza y posiblemente supera los 98 millones de mexicanos que viven en situación vulnerable.

El mensaje es simple, pero contundente: es momento de redistribuir la riqueza entre los menos favorecidos y sostener el consumo interno. Nada de goteo. Hay que compartir el agua para que todos beban. El proyecto de sentar las bases de una sociedad posneoliberal no comenzará repitiendo uno de los peores errores del pasado, que fue olvidar a las mayorías.

Referencias:
https://www.cefp.gob.mx/intr/edocumentos/pdf/cefp/2008/cefp0462008.pdf
https://www.cuentapublica.hacienda.gob.mx/
 https://data.oecd.org/healtheqt/hospital-beds.htm
https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Documents/Pobreza_18/Pobreza_2018_CONEVAL.pdf
http://presto.hacienda.gob.mx/EstoporLayout/estadisticas.jsp
https://www.inegi.org.mx/programas/ce/2014/default.html#Tabulados
https://www.nytimes.com/es/2020/03/17/espanol/opinion/empresarios-mexico.html
https://economia.nexos.com.mx/?p=2180
Adrián Escamilla Trejo

Doctor en Economía. Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

3 Comentarios

3 Comentarios

  1. Avatar

    C C

    12 abril, 2020 at 10:08 pm

    LOS CRITICOS NO VEN QUE MIENTRAS EL POBRE CONSUMA LOS DE ARRIBA VENDEN, ASI DE FACIL Y SEGURO, PORQUE EL POBRE NO VA A GUARDAR LO QUE RECIBE SINO QUE LO VA A GASTAR QUE ES LO MAS SEGURO Y EL DE ARRIVA VA A VENDER Y A PRODUCIR QUE ES EL EFECTO LOGICO EN UNA ECONOMIA DE CONSUMO. AL CONTRARIO SI LOS RECURSOS SE INYECTAN AL DE ARRIBA, ESTE LOS USA PARA CUALQUIER OTRA COSA PERO NO PARA OCUPAR MAS GENTE NI PARA PAGAR MEJOR A LOS QUE YA TIENE TRABAJANDO, TODAVÍA MÁS, CON EL PRETEXTO DE UNA CRISIS, ESA AYUDA LA USA PARA PAGAR DESPIDOS O PARA PAGAR DEUDAS DE LA EMPRESA, PERO JAMAS ESA AYUDA BAJA AL PODER DE COMPRA. Y MAS PERVERSO ES CUANDO LA AYUDA LA USAN PARA INCREMENTAR LOS HONORARIOS PROFESIONALES DE LOS DUEÑOS DEL AS ACCI ONES, GERENTES ETC, ES DECIR A LOS ALTOS EMPLEADOS PERO NO A LOS TRABAJADORES COMUNES O PARA IRSE DE VACACIONES AL EXTRANJERO…¿O NO?.

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    Garroyo

    14 abril, 2020 at 3:00 pm

    Es una opinión de Escamilla que se basa en una par de falacias que están de moda en el mundo de la 4T… la primera, que “los empresarios” son millonarios y que esta concepción equivocada es el promedio de las personas emprendedoras… La mayoría de empresarios del país son Pymes que al igual que la mayoría de su población, viven al día con sus empresas… sus ganancias es para la subsistencia de sus familias y de la misma unidad económica que permite que otras familias subsistan fruto de la actividad económica que realizan. Los empresarios a los que se refiere Escamilla son un reducido porcentaje de la población y ubicando solo a mexicanos, pues son aún menos… Nadie cuestionar que la gran empresa nacional y trasnacional tiene más recursos para soportar la subsistencia de sus operaciones y personal, pero la falacia que reside en repetir mil veces la misma mentira ante una sociedad que no analiza, no cuestiona, no se informa, se presenta como la favorita de la 4T y el ambiente de odio que fomentan llevándose entre las patas al pequeño y mediano empresario que hace lo imposible en éstos tiempos para seguir a flote… la segunda es la sensacionalista frase “las muertes que está causando el COVID-19 son responsabilidad del modelo neoliberal”…, el autor solo apunta un periodo y modelo de gobierno que efectivamente existió y que fue bueno para algunas cosas y malo para otras, el asunto es que deja afuera factores de mayor trascendencia del pasado como las malas decisiones de gobiernos de centro y derecha así como malas decisiones del gobierno actual como el desmantelamiento de instituciones que ya existían y que por los simples caprichos del actual presidente los han desaparecido para crear otros con el mismo fin, tal cual el INSABI…, esta segunda falacia apegada al argumento actual de odio propagado por el gobernante número 1 del país diariamente y pregonado insistentemente cada mañana… por lo demás me parece que el plan, con muchos faltantes pero también con aciertos, es uno más que esperemos funcione, es muy apegado a la 4T pero muy alejado de las verdaderas necesidades no solo de los vulnerables declarados por el gobierno federal, sino también de otras vulnerabilidades estratégicas como la protección de las fuentes de empleo y el manejo adecuado de las finanzas públicas al destinar recursos a proyectos que por los tiempos no son prioritarios como Dos Bocas y tren maya… adolece de estrategia sobre hidrocarburos (donde somos otra vez merced de lo que dicta el gringo)… pero bueno, algo es algo

  3. Avatar

    Salomón

    14 abril, 2020 at 9:58 pm

    El tipo del último comentario (Garroyo) ni siquiera leyó bien el texto. El autor de la columna es muy claro en exponer las abismales diferencias que existen en el mundo empresarial. El plan de Amlo propone apoyar a los pequeños empresarios. Los empresarios poderosos ya han acumulado bastante ¡que ayuden a los pobres! ¿Te pregunto Garroyo cuáles son las cosas buenas del modelo neoliberal que mencionas? Que se me hace que es una “frase sensacionalista” de tu parte! Jeje. Bien por Polemon que invita a buenos autores!!!

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