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Opinión

Decir no a la Revocación de Mandato, en los zapatos de un conservador

Como si no fuera suficiente permitir que la ciudadanía elija al capataz que cada seis años habrá de dirigirlos y vigilarlos, en un ejemplo claro de como cuando se da la mano te toman el codo, ahora se busca que está misma ciudadanía pueda revocar el mandato del capataz que eligió.

¿Qué sigue? ¿Qué la ciudadanía elija como se ejerce el presupuesto? ¿Quiénes habrán de ser los consejeros del Instituto Nacional Electoral? ¿Qué abandonemos el cómodo sistema de la democracia representativa ―donde el pueblo juega a que vota y el sistema juega a que respeta su voto― por el riesgoso sistema de la democracia participativa?

La democracia no necesita más democracia, la democracia debe tratarse y ser preservada con métodos autoritarios que no la pongan en riesgo. El ejercicio democrático de revocación de mandato promovido por la ciudadanía y apoyado por el poder ejecutivo en turno es un ejercicio kafkiano como correctamente se refiere a él Carmen Aristegui, esa prócer de los conservadores progre que defienden a las minorías políticas sin ensuciar su nombre con el lodo de la conciencia de clase, un ejercicio absurdo donde desde el poder se cuestiona al poder y se busca ponerle cortapisas.

El verdadero riesgo radica en ello, lo de menos es que se trate de una consulta cara o que con ello se busque legitimar un gobierno que no necesita legitimarse porque tiene más del 60% de aprobación, en devolver a la ciudadanía el poder que la ciudadanía entrega a través de su voto.

Es un peligro para México revocar el mandato de un presidente ―como indica la inteligencia comprometida con el saqueo de la nación―, que pone en gran peligro a la economía, la estabilidad, las libertades, las instituciones y a la democracia misma.

La revocación fomenta la inestabilidad política que encuentra su punto de equilibro en ese calculo exacto que es el sexenio, el cual da tiempo suficiente para hacer con el país lo que a los gobiernos en turno les de la gana y al mismo tiempo le permite a la población soñar que el próximo sexenio será diferente mientras toma aire para aguantar otros seis años de abusos.

Introducir la posibilidad de que el pueblo corrija el camino y sembrar la idea de que el pueblo pone y el pueblo quita traerá inestabilidad económica a quienes buscan enriquecerse entregando los recursos de la nación a empresas públicas y extranjeras.

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En todo caso, habría que reducir la participación ciudadana a una votación en bloque, por planillas, donde los partidos publiquen su lista de candidatos y el ciudadano ―reducido a mero elector― decida por cual partido votar mientras las oligarquías de los partidos repartan curules y puestos como mejor les parezca. Eso si insistimos en que la democracia es la mejor manera de proteger a la democracia… porque a todas luces resulta evidente que lo mejor para la democracia es desaparecer el voto del pueblo. Si se quiere… se puede mantener la ilusión de la jornada electoral ignorando el resultado de dicha jornada ―entre Calderon y Salinas podrían asesorar al respecto… si no es que ya trabajan como contratistas del INE. El objetivo: recuperar el control político para evitar que la ciudadanía vuelva a apoderarse de él.

Seguramente habrá quien argumente a favor del incremento de la participación ciudadana en la toma de decisiones de la nación. A esas personas les pido que reflexionen sobre el absurdo que implica que en un sistema democrático que la gente pueda incidir en el quehacer del gobierno. La participación del pueblo debe limitarse por el bien del pueblo… no sólo porque pedagógicamente hay beneficios en que el pueblo aprenda de sus errores y pague las consecuencias de elegir representantes que no se preocupan por él. Sino también porque los representantes a los que se delega la toma de decisiones deben ser hombres y mujeres que garanticen la estabilidad social al punto de la parálisis… una parálisis donde nada cambie en aras de que se conserven los privilegios de esa minoría que decide el rumbo del país.

Carlos Bortoni
Escrito por

Narrador, editor y antropólogo mexicano. Estudió Historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia enah. Pertenece a la llamada Generación Inexistente. Ha colaborado en revistas como Replicante. En 2007, fundó la ahora desaparecida Editorial Nula y, en 2013, el Sidicato de Escritores Independientes. Su más reciente novela se titula "Dar las gracias no es suficiente".

4 Comentarios

4 Comentarios

  1. Avatar

    rubenfischer05

    4 abril, 2022 at 10:14 pm

    Excelente reflexión sobre la democracia que no es democracia ni desde el momento en que se inventó, por allá en la Polis griega.

  2. Avatar

    Fernando Franco

    5 abril, 2022 at 8:40 am

    Por eso digo, “Sí a la Revocación de Mandato”. De hecho, el ejercicio debería de ser cada dos años una vez que se afine bien el proceso de evaluación y el método de votación el cual debería ser a través de internet y en un período de 15 días para que la gente pueda acudir a votar sin prisas. Ya iremos aprendiendo a hacerlo. Por lo pronto, ya empezamos bien en esta ocasión. ¡A votar este 10 de abril!

  3. Avatar

    Merovingio

    5 abril, 2022 at 11:37 pm

    rubenfischer05 entonces si la democracia ateniense no era democracia, entonces tampoco lo es la de AMLO, porque en ambos sistemas la gente vota y escoge a sus gobernantes, avísale a todos los ciudadanos de mundo libre que hemos sido engañados por los griegos y no permitas que sigamos engañados, no me censuren estoy junto con fischer salvando a la humanidad de la Matrix.Gracias

  4. Avatar

    Enciclopedia

    6 abril, 2022 at 11:02 am

    Y resulta que los griegos no inventaron la democracia fue Morena, de verdad que es impresionante!!!!
    Creo que Morena también invento los números o esos fueron los hindúes?

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