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Cultura

La Encuerada de Avándaro

Por: José Luis Benítez “El Búker” (RIP).

Alma Rosa González López. Dieciséis años. Ex estudiante de secundaria. Mejor conocida por La chava de Avándaro, La encuerada y también Avandarito.

Es de Monterrey y vivía con sus padres antes del 11 de septiembre. De familia acomodada, Avándaro significó para ella la ruptura con todo. Un caso de biblioteca, como diría un antropólogo social cursi. Alma Rosa se presentó de improviso una noche, ya tarde, en la redacción de Piedra Rodante y de la misma forma piró, sin dar oportunidad al fotógrafo siquiera de llegar. Según nos dijo, estaba de paso, en peregrinación a Huautla, y quería que la alivianáramos con una lux ya que habíamos publicado anteriormente muchas de sus fotos del festival.

-¿Cómo se te ocurrió desnudarte en Avándaro?

-Pues mira, traía una camiseta blanca, de hombre, y los chavos que pasaban me veían con morbo. Entonces yo quería decirles de alguna manera: ¡aliviánense! Me molestaba que me vieran con mala idea, no me gustan las morbosidades, a mí, sólo lo que es natural. Entonces pensé que estaba okay, que debía hacerlo para que se alivianaran los demás.

-Y, ¿se alivianaron?

-Más bien se sorprendieron, no pensaban que iba a hacer eso. Allí donde me puse a bailar había uno que me veía con mucha morbosidad, pero ya después todos se alivianaron.

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-Para ti, ¿qué significó el estrip?

-Pues fue como una liberación de todano, me aliviané el resto porque nunca antes lo había hecho en público. Además estábamos en un campo donde se quemaba y se hacía lo que uno quería, entonces ¿por qué no podíamos desnudarnos para liberarnos de todo? No estábamos en la ciudad, no le hacíamos daño a nadie.

-¿Te desnudaste completamente?

-Simón. No me dejé ni pantaleta ni nada, toda me desnudé.

-¿Andabas pasada?

-Mira, te voy a soltar el rollo. Cuando llegué no había nada de nada, sólo pastas. Unos chavos me pasaron el huato, me dijeron que eran muy efectivas. A mí no me gustan esas madres, pero como no había otra cosa pues me las empujé con media botella de brandy Presidente. Uy, me puse hasta el gorro bien rápido.

Luego me dijeron que unos tiras andaban rolando pitos y de boleto les pedimos. Me puse hasta la madre, loquísima, tú sabes, bien cruzada.

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Creo que empecé a bailar cuando se puso a tocar El Epílogo. Luego luego me llovieron los toques, hasta que aventaron un aceite, un purple haze, pero no le llegué porque me dijeron que podía tronar allí en ese instante, además de que con tanto acelere adentro ya no necesitaba más.

También estaba allí el apoderado de Manolo Martínez y traía un garrafón de tequila chanchísimo, y me lo estaba pasando, así que me puse todavía más loca.

Portada de la revista Piedra Rodante en la que incluyen la entrevista a la "encuerada de Avándaro".

Portada de la revista Piedra Rodante en la que incluyen la entrevista a la “encuerada de Avándaro”.

-¿Chupas mucho?

-Nel, no me gusta empedarme, pero esa vez sí tomé muchísimo. Sólo recuerdo haberme emborrachado dos veces como en Avándaro.

-¿Te ha afectado tanta publicidad sobre tu acto?

-A mí no, pero a mi familia sí, mucho. Soy el trauma de toda mi familia.

-¿Qué hacen tus jefes?

-Mi papá es contador y mi mamá está siempre en la casa.

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-¿Tienes hermanos?

-Simón. Uno estudia en San Antonio, otro en Laredo y una casada.

-¿Es acomodada tu familia?

-Simón.

-¿Cómo es?

-Pues son muy católicos, de cualquier cosa se asustan. Fíjate que querían mandarme con el siquiatra porque atizo. Pero ya después se alivianaron, no me decían nada, ya habían aceptado tener una hija así, la única por cierto.

-¿Piraste de tu casa?

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-Simón.

-¿Te corrieron?

-Más bien se enojaron mis jefes. Mira, antes de Avándaro eran retealivianados conmigo, cuando estudiaba secundaria, pero con lo de Avándaro se friquearon, me dijeron que qué onda conmigo, que por qué hacía todo eso. Yo les dije que cada quien su vida y que si no les gustaba, pues hasta allí, let it be.

-¿Con quién vives ahora?

-Con una amiga, allá en Monterrey.

-¿Te aliviana en todo?

-Pues no en todo. Allí como y duermo, pero no tengo lux.

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-Y ¿qué haces para apañar dinero? ¿Taloneas?

-Neeel. Ya te dije que mi amiga me aliviana tocho porocho con la comida y la casa, y cuando necesito lux o ropa voy con mi jefe y me da todo. Pero siempre me dice lo mismo, que vuelva con ellos. El domingo pasado fui a la casa y me preguntaron si quería volver “…fue como una liberación de todano…” y les dije que sí, que quería estudiar de nuez. Entonces me dijeron que me van a mandar a San Antonio y yo les dije que chance en año nuevo.

-¿Qué te gustaría estudiar?

-Pues enfermería o alguna otra onda por el estilo.

-Oye, ¿y te reconocen en la calle, te molestan?

-Simón. Toda la raza me reconoce, pero no me molestan. Con decirte que en Monterrey me dicen avandarito de cariño…

-Y en las relaciones con tus cuates, ¿cómo ha repercutido tu pasón avandariano?

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-No ha habido fijón, todo muy normal.

-¿Tú has cambiado después de Avándaro?

-Nel, pero me trauma que en mi familia haya habido tanto azote. Se pusieron rete paranoicos. Es que los quiero, ¿sabes?

-Bueno, cambiando de rollo, ¿qué piensas de lo que dijo de ti la prensa cuadrada-

-Uta, revistas como Alarma y demás cagadas como Alarma, son puro cotorreo gacho, hablaron muy del festival, pero otras no tan mal.

Portada de la Revista Alarma con la "encuerada de Avándaro".

Portada de la Revista Alarma con la “encuerada de Avándaro”.

-Por cierto, algunos periódicos dijeron que la tira te había apañado, que estabas entancada, que tu mamá te recogió en la Procuraduría, que habías pirado al extranjero, que estabas bien locadia y que te iban a meter al manicure… ¿Qué hay de cierto?

-Nelazo, nelazo, todo eso es mentira. De Avándaro me vine a pincel, me eché casi medio camino hasta que unos cuates me dieron un ride. Como no había pegado el ojo en tres días, me quedé dormida en todo el aventón, y luego duré como dos días jetona en el departamento de esos cuates.

Estuve como un mes aquí en México, pero nunca me buscó la tira ni periodistas ni nada.

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Allá en Avándaro sí me preguntaban cosas los pinches periodistas, pero yo ni los pelé, no me pasa esa onda.

Antes de pirar a Monterrey, anduve aquí por el centro, la zona rosa, y nunca de los nuncas me molestó nadie.

Que habladores, me cae…

-Y fuera de esos periódicos y revistas, ¿qué lees?

-Uy, me encanta leer, de veras. Leo cuentos de hadas y la Piedra. Ah, y también libros de sexo, porque allí aprendes el resto de ondas.

encuerada Avandaro

-¿Qué es lo que menos te pasa?

Lo más gacho que me cae es que los rucos me pidan que me acueste con ellos, eso es lo que más me caga, derecho. Porque ellos ya tienen su viejita que los aliviana. En todo caso, para eso hay congales y prostitutas, ¿no? Yo me acuesto con chavos, no con rucos, nelazo.

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-¿Con muchos chavos?

-Dos, tres.

-¿Cuándo lo hiciste por primera vez?

-A los 15 años, con mi primer novio.

-¿Qué piensas de la virginidad?

-Que produce cáncer y que hay que vacunarse cuanto antes.

-¿En verdad eres muy maciza?

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-Simón. Por lo regular ando bien pastel.

-¿Cuándo empezaste?

-Creo que en el 69, allá en Chicago. Unos chavos de la escuela me dijeron que si quería probar y yo, pues nunca me asusto eso y le llegué.

-¿Qué hacías en Chicago?

-Me mandaron a perfeccionar el inglés.

-¿Qué otras cosas te has medido?

-De tocho cuate, de tocho, menos hongos. Fíjate que una vez me dieron un arponazo, pero nel, guacarié todo el día. Mala onda.

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-Y, ¿tu rol por México?

-Pues vine porque necesito dinero, porque quiero ir a Huautla, voy alcanzar a mi galán. Bueno, se me hace tarde, yo piro.

-Sólo una pregunta más. ¿Volverías a desnudarte en otro festival?

-Nunca habrá otro festival.

Polemón
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1 Comentario

1 Comentario

  1. Avatar

    ismael

    12 septiembre, 2015 at 8:40 am

    Aclarando amanece:http://plumaslibres.com.mx/2015/09/10/la-noche-de-avandaro/
    En 2001 al volver a cobrar interés el tema de que su identidad fue un invento; el diario La Jornada publicó una discusión sobre el tema entre el conocido crítico de rock Óscar Sarquiz y Manuel Aceves, en ese entonces editor de Piedra Rodante.

    Sarquiz comprobó a Aceves que la entrevista, había sido una farsa, pues al tener acceso a los expedientes de la Dirección Federal de Seguridad, bajo el amparo de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, dio con la identidad de la encuerada de Avándaro.

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