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“Ayotzinapa, mentira histórica”: una explicación del por qué

Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)

I

10 de octubre de 2016. ¿Por qué Iguala? ¿Por qué los normalistas? ¿Por qué la saña? ¿Por qué la violencia tan brutal, tan asesina? ¿Por qué no tenemos respuestas y sí cientos, quizás miles de preguntas? ¿Por qué hay supuestos culpables y sin embargo, no hay culpables? ¿Por qué mienten quienes tienen la responsabilidad de encontrar a los estudiantes desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa? ¿Por qué Jesús Murillo Karam presentó, más que conclusiones creíbles de una investigación, un pasaje como de ciencia ficción apto solamente para estúpidos? ¿Por qué la impunidad? ¿Por qué no se ha hablado de muchas cuestiones que debieron haberse hablado, de cuestiones vitales para encontrar a los 43? ¿Por qué una parte de la prensa mintió y sigue mintiendo? ¿Por qué sucedió lo que sucedió en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2016?

El libro de Témoris Grecko, “Ayotzinapa. Mentira Histórica. Estado de impunidad, impunidad de Estado”, es una ventana no solamente al hecho en sí (los días 26 y 27 de septiembre de 2014), sino al contexto. Es una venta a una explicación de por qué Iguala, de por qué los normalistas, de por qué la impunidad, de por qué las mentiras que de tan grandes y de tan cínicas, son históricas.

Témoris Grecko, autor de “Ayotzinapa. Mentira Histórica. Estado de impunidad, impunidad de Estado”.

Témoris Grecko, autor de “Ayotzinapa. Mentira Histórica. Estado de impunidad, impunidad de Estado”.

Témoris nos muestra qué es Guerrero. Qué es Guerrero en la geografía del narcotráfico. Qué es guerrero en el capitalismo salvaje de la producción, trasiego y venta de droga. Qué es Guerrero en su historia, en la Guerra Sucia. Qué es Guerrero en su clase política, en sus clanes y sus cacicazgos, en la relación que estos grupos han establecido con la llamada “delincuencia organizada. Y no solamente eso nos relata. También nos muestra qué es Guerrero en su historial de luchas sociales. Qué es Guerrero en sus guerrillas, en su Lucio Cabañas y su Genaro Vázquez. Qué es Guerrero en su normal de Ayotzinapa, en sus estudiantes, en su gente que vive en la pobreza y hartas de vivirla, se organizan para luchar por un mundo mejor.

Por eso el libro de Témoris es tan aleccionador. Porque nos ensaña que lo ocurrido en Iguala los días 26 y 27 de septiembre de 2014 no fue un “coincidencia”. No fue una noche de locos en un territorio de paz. No, lo sucedido esos días fue algo que se explica por la función que tienen Guerrero e Iguala en el negocio de la amapola (ganancias de 18 mil millones de dólares anuales), y por la impunidad, corrupción y la putrefacción existente en dicha entidad.

"¿Por qué Iguala? ¿Por qué los normalistas? ¿Por qué la saña? ¿Por qué la violencia tan brutal, tan asesina? ¿Por qué no tenemos respuestas y sí cientos, quizás miles de preguntas?"

“¿Por qué Iguala? ¿Por qué los normalistas? ¿Por qué la saña? ¿Por qué la violencia tan brutal, tan asesina? ¿Por qué no tenemos respuestas y sí cientos, quizás miles de preguntas?”

II

Témoris afirma en la introducción de su libro: “La tragedia de la noche de Iguala es paradigmática […] a la manera de un compendio, resume la tragedia estructural de un país”.

A partir de esta premisa, Témoris va desmenuzando la situación de Guerrero, y con ello, va relatando la tragedia de una entidad. Y la va desmenuzando desde un ámbito explicativo. Porque esa es la virtud del libro de Témoris: explicar.

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El libro está dividido en tres partes, y todas están íntimamente relacionadas.

La primera es una crónica, es la historia de, pongamos, el sistema podrido. El relato de una entidad invadida de pus, de podredumbre. Una entidad donde el “Estado” o está ligado al narco o está entrelazado con el narco o es el narco. Una entidad donde el “estado” que nos enseñaron idílicamente en la escuela no existe. No está. Desapareció.

La técnica narrativa que se usa Témoris en la primera parte del libro es ayuda en mucho a la explicación. Y es que, pasa de lo presente a lo pasado, y de lo pasado a lo presente. Va narrando sus recorridos por la zona de siembra de amapola (el Pentágono de la amapola, lo bautiza el autor), y como si fuera un historiador, analiza el presente a partir del presente mismo y de su relación con el pasado.

Con esta técnica Témoris va describiendo y explicando el país que tenemos: las extorciones del narco, la impotencia que sienten miles de guerrerenses, las autodefensas, las ligas que éstas pueden llegar a tener con el narco, el miedo, el derecho de piso, los familiares que desaparecieron por no querer pagar la cuota, el saber que “las autoridades” no actúan, o peor, actúan a favor de los narcos. El alcalde que les dice, a Témoris y a quienes lo acompañaban “no anden por ahí, porque los matan”. Las poblaciones expulsadas por los narcos, los desplazados, el dolor. El dolor siempre. La lucha que los distintos grupos del narcotráfico tienen por el control de las zonas de siembra de la amapola. Los alcaldes acosados, los alcaldes asesinados, los alcaldes exhibidos, obedientes con los patrones del narco. Los alcaldes narcos. Los sicarios que tocan a la puerta y a quien abre, le disparan. La guerrilla, la guerra sucia, los vuelos de la muerte, los escuadrones de la muerte. La mucha muerte. La ganancia que significa la producción de 100 gramos de heroína (30 mil dólares). Los operativos del ejército que no vigilan, que no funcionan, o no quieren que funcionen.

Plantío de amapola en Guerrero.

Plantío de amapola en Guerrero.

Las fosas clandestinas, la gente que busca a sus familiares y que ve en cada fosa una luz de esperanza para no seguir esperando, para tener certezas de lo que le pasó a su ser querido. Los partidos políticos que venden sus candidaturas, que se relacionan con el narco, que entablan lazos financieros con ellos. La democracia que no funciona.

Todo esto hace Témoris en su libro. Y lo hace bien. Lo explica de forma clara. Para que quien lea el documento sepa que Iguala no pasó por casualidad. Que Iguala y la tragedia que sucedió ahí el 26 y 27 de septiembre, tiene una historia, y que en esa historia hay cientos de culpables. Cientos de personas, instituciones y organizaciones que hicieron que el contexto asesino fuera posible, ya sea por acción o por omisión.

III

La segunda parte del libro es una narración de lo que pasó el 26 y 27 de septiembre.  La intención es clara: explicar con precisión qué sucedió, quiénes intervinieron, dónde, en qué momentos. Y esto lo hace Témoris estableciendo horas exactas, participantes, testigos, quiénes fueron los atacados, quiénes los atacantes, quiénes vigilaban, quiénes estaban presentes, quiénes registraban lo que sucedía, quiénes lo sabían, quiénes hablaban, quienes no actuaban, quiénes callaban.

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La minuciosidad de esta segunda es exhaustiva, y no solamente da luces sobre lo que sucedió, sino sobre quiénes estuviera involucrados, quiénes mataron, quiénes secuestraron, quiénes fueron omisos.

Pero no solamente se cuenta lo sucedido. También se explica cómo pasó, cuándo y dónde. Y Témoris agrega además pregunta, muchas dudas sobre la forma en cómo ciertas autoridades actuaron esa noche.

Esta parte da paso a la tercera: la falsificación de la verdad.

IV

Témoris explica. Siempre explica. Pero en la tercera parte, lo hace ya con un marco de lo sucedido los días 26 y 27 de septiembre, de lo que representa Iguala en el trasiego de heroína, y de lo que significa la historia de Guerrero, de sus luchas, de sus represiones y de la consolidación del narco en dicha entidad.

Con estos contextos, la explicación de porqué la mentira histórica de las autoridades federales ha sido tan grande y fantasiosa toma sentido. Explicar el pasado y los contextos le ayuda a Témoris a comprender más a fondo la raíz de lo absurdo en la verdad oficial.

Así, entendemos por qué el intento de culpar a la autoridad más pequeña, por qué buscar reducir todo al matrimonio de los Abarca y unos cuantos policías corruptos, dejando de lado otros actores. Por qué ocultar la participación del ejército, por qué insistir que la matanza fue un hecho aislado, que no representa nada.

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"¿Por qué Murillo Karam presentó, más que conclusiones creíbles de una investigación, un pasaje como de ciencia ficción apto solamente para estúpidos?"

“¿Por qué Jesús Murillo Karam presentó, más que conclusiones creíbles de una investigación, un pasaje como de ciencia ficción apto solamente para estúpidos?”

Y también, el por qué empecinarse en hacer de las desapariciones de los normalistas un asesinato colectivo donde no es posible encontrar los cuerpos, y donde unos cuantos “matones” hicieron todo.

Sí, con los contextos planteados anteriormente en el libro, Témoris explica la cerrazón de las autoridades, la insistencia en el absurdo, y la investigación mal hecha, con tortura a los supuestos asesinos, con ocultamiento de pruebas, con mentiras, y cinismo.

Y también explica por qué, cuando investigadores externos comenzaron a encontrar las pistas, las autoridades federales, en conjunto con una parte de la prensa, decidieron minimizar y desprestigiar.

Hay una cuestión importante que establece Témoris. Si la verdad histórica es una mentira, y toda ha sido un montaje, ¿cómo encontró el Procurador de la República el hueso de Alexander Mora? ¿De dónde lo obtuvo si queda evidenciado que no fue en Cocula? Es claro que las autoridades federales ocultan algo. Un algo muy grande que huele inevitablemente a podrido.

Además, Témoris establece que Huitzuco, posesión del clan de los Figueroa, no fue tocado por la investigación de la PGR (ni por el operativo de “Tierra Caliente”). ¿Qué ocultan? ¿Qué relación hay entre el quinto camión (donde probablemente había un millonario cargamento de heroína) y Huitzuco? Témoris establece que policías de ese municipio estuvieron en los hechos del 26 y 27 de septiembre, y que a un grupo de normalistas secuestrados se los llevaron a allá. ¿Por qué la PGR evadió esta pista con tanto ahínco?

 No cabe duda: Témoris en su libro va confrontando (y por ende, destruyendo) la “verdad histórica” de la PGR.

José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, y Ángel Aguirre, ex gobernador de Guerrero.

José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, y Ángel Aguirre, ex gobernador de Guerrero.

V

Térmoris concluye su libro con un epílogo donde va hilando todo lo establecido en los capítulos anteriores. Y va dejando ciertas certezas. La impunidad, el trato a los estudiantes de Ayotzinapa como un hecho de brutal criminalización y discriminación, el interés del gobierno federal por ocultar en una explicación absurda la verdad (la coculización), el imperio criminal de los Guerrero Unidos, la complicidad de las policías estatal y federal, la complicidad militar, la industria de la heroína, el destino del dinero sucio, la importancia que el mando de los militares juega en Guerrero y la insistencia en no tocar el imperio financiero del narco. Muchas veces Témoris lo hace a través de las preguntas. Porque las certezas que Témoris comienza a desnudar, se plantean como preguntas. Preguntas que hasta ahora siguen sin respuestas oficiales.

Uno va leyendo el libro, va avanzando en las páginas, y uno se va poniendo enojado. Encabronado. A uno le nace la ira con vehemencia. ¿Cómo es posible que el gobierno federal nos haya mentido tan cínicamente? ¿Cómo es posible que lo siga haciendo, que siga ocultando la verdad? ¿Cómo es posible que no haya actuado como debió actuar? ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que los desaparecidos continúen desaparecidos?

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Uno se encabrona. Uno no puede dejar de encabronarse con lo que cuenta Témoris, con la forma en cómo va destruyendo los “argumentos” de la verdad oficial.

Sí, uno termina de leer el libro de Témoris, y queda una pregunta. Una pregunta bien metida en la cabeza, una pregunta que no se va ni con el sueño ni con los días ni con la vida cotidiana: “¿De qué tamaño es y qué tan podrida está la verdad que, la mentira histórica oficial, ha tratado de ocultar obstinadamente?

Jorge Gómez Naredo
Escrito por

Profesor en universidad pública. Fundador, junto con Jaime Avilés y César Huerta, de la Revista Polemón.

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