Aguafiestas de la democracia

Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)

30 de mayo de 2015. Una joven con cachucha, camisa, chaleco y tarjetón del Instituto Nacional Electoral (INE) llegó a tocar a la puerta de una casa. Un señor salió. La trabajadora del INE primero sonrió y después le informó que debía participar en el proceso electoral como secretario de casilla, “es su deber como ciudadano”. El señor respondió “no, no quiero”. La muchacha del INE se puso a insistir:

– Pero es nuestra responsabilidad ¿No va a participar en la democracia?
– No

Este caso es uno de los tres millones 621 mil que hay. Sí, tres millones 621 mil personas que decidieron rechazar sus “nombramientos” de funcionarios de casilla y no ayudar a “la fiesta de la democracia” que organiza el INE.

El rechazo ciudadano al INE es grande y crece día a día. La cifra de personas que decidieron no participar como funcionario de casilla lo evidencia. Respecto al 2012, aumentó en un 35%; en comparación con el 2009, se incrementó un 75%.

Todo se resume en desconfianza. Buena parte de los ciudadanos no cree en el INE. Y cómo creer en una institución que ha permitido e incluso alentado dos fraudes electorales consecutivos.

En 2006, el antecedente del INE, el Instituto Federal Electoral (IFE), dejó que todo pasara: una guerra sucia, una campaña de odio y un fraude. Solamente gracias a ello “ganó” un pequeño de mente y de tamaño: Felipe Calderón.

En 2012, como en 2006, el IFE dejó de nuevo pasar todo: el PRI invirtió millones y millones de pesos durante seis años en un candidato, lo formó, lo hizo un producto comercial atractivo. Ya cuando las elecciones estaban cerca, las encuestas todas “se pusieron de acuerdo” para decir que Peña Nieto era invencible y que nadie le quitaría un punto porcentual en la “intención de voto”.

Antes de las elecciones y el mero día, hubo compra de votos, acarreo y un sinfín de prácticas nocivas para una democracia. Ni Peña Nieto ni el PRI fueron castigados.

El IFE-INE ha intentado obtener credibilidad. Gasta montañas de dinero en anuncios donde se coloca como el único garante de la democracia. En días recientes hasta contrató a Rigoberta Menchú (que se deja contratar por quien pague por lo menos 40 mil dólares, sea cual sea la causa) para darle credibilidad a la elección. Pero ni con eso. El desprestigio es brutal.

Nalgas de Ospital

El candidato del PRI a diputado federal en Querétaro, Paul Ospital Carrera, ideó una forma novedosa para obtener votos. Fabricó unas licras para mujer y, en la parte donde va el trasero, puso su nombre. Contrató después a varias mujeres de atractivo cuerpo y le pidió que se las pusieran.

En los actos de campaña de Ospital regalan camisas, cachuchas, despensas, también paraguas y bolsas. Las encargadas de entregar los “obsequios” son edecanes que llevan el nombre del candidato en los gluteos. Los lemas de campaña de Ospital son “hacer historia” y “siguiendo los pasos de Pepe”, es decir, de José Calzada, el gobernador de Querétaro que es un incondicional de Beltrones.

“El voto es libre”

Indígenas que están inscritos en el programa social Prospera decidieron un día tomar la alcaldía de Teopisca, Chiapas. El motivo: les indigna que gente del PRI vaya a sus comunidades y les diga que tienen que ir a los actos de campaña de ese partido, porque si no les quitan los apoyos sociales. Los amenazan, pues.

Contaron que los del PRI les pidieron que acudieran a San Cristóbal de las Casas a un mitin donde estaría la secretaria general de ese partido, Ivonne Ortega, y que si no lo hacían, adiós apoyo.

Por eso se enojaron, y fueron a la presidencia municipal de Teopisca, y la tomaron, y rompieron vidrios y desinflaron las llantas de los autos de la gente del PRI. También rayaron varias paredes del ayuntamiento. En una pinta se leía: “El voto es libre”.

Teles constitucionales

Una señora en silla de ruedas esperó dos horas. Llegó de las primeras. Le habían avisado en su casa para que fuera, y ella muy cumplida, fue.

Tiene la cara contenta. Y cómo no si su viejo televisor apenas se veía, y el que recién le dieron, aunque es más pequeño en eso de las pulgadas, tiene según le dijeron mejor resolución. Se verá mucho más bonito. Y oiga, “casi ni pesa”. Ella solita en su silla de ruedas carga la caja con la tele.

El gobierno de Peña Nieto tuvo la brillante idea de regalar televisiones, para que la gente pueda seguir viendo Televisa y TV Azteca. Y también tuvo la brillante idea de regalarlas durante buena parte del proceso electoral, para que la gente, además de ver Televisa y TV Azteca, esté agradecida con lo bien que están haciendo las cosas estos señores del gobierno.

Y aunque unos dicen que eso es comprar votos, que no es justo, que desde el gobierno se viola la ley electoral, la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, se justifica: eso de regalar teles es “una determinación del orden constitucional”. Así lo afirman en un boletín de prensa.